EL MUNDO › LA POLICIA ATACO CON GASES A LOS MANIFESTANTES

Irán reprimió el homenaje a Neda

 Por Katherine Butler *

Cuarenta días después de la muerte de Neda Soltan, la joven iraní cuyos últimos instantes de vida durante una protesta fueron filmados y vistos por el mundo, ayer Teherán era el escenario de extraordinarios choques mientras la policía usó la fuerza para aplastar un servicio religioso apoyado por la oposición en honor a la estudiante y a otras víctimas de la violencia. La policía evitó que Mir Hossein Musavi, el derrotado candidato presidencial y líder de facto de la oposición, rindiera homenaje ante la tumba de Soltan, donde gran cantidad de gente se había reunido desafiante para una ceremonia que conmemoraba el 40º día desde su muerte, un momento clave en el luto de la tradición chiíta musulmana.

“¡Neda está viva! ¡Ahmadinejad está muerto!”, gritaban muchos. El otro candidato derrotado, Mehdi Karroubi, tuvo que huir del cementerio después de tratar de dar un discurso cerca de la tumba mientras dos importantes directores de cine iraníes, uno de los cuales era el nominado al Oscar, Jafar Panahi, eran arrestados cuanto intentaron poner flores sobre la tumba de la estudiante.

La manifestación luego se expandió a otras partes de la capital iraní con los opositores gritando “¡Muerte a la dictadura!”, pero la policía usó bastones y gas lacrimógeno para atacar a la multitud y dispersarla. Miles también se habían reunido en las mezquita Grand Mosalla, un lugar clave de oración, y otras ubicaciones coordinadas en el centro de la ciudad, pero la policía y las fuerzas de seguridad estaban apostadas en número intimidatorio en todos los principales cruces. La pesada respuesta del régimen islámico reflejó una firme determinación de evitar ceremonias de duelo por las víctimas de la violencia postelectoral que pudieran convertirse en un vehículo de un ciclo imparable de protestas contra el régimen.

Ambos lados deben haber sido conscientes de que los hechos de ayer estaban cargados de simbolismo. Soltan y otros 23 manifestantes muertos están enterrados en Behesht-e Zahra, el gran cementerio, junto con miles que murieron durante la revolución de 1979 y miles de soldados “martirizados” durante la guerra Irán-Irak. La tumba es uno de los símbolos más importantes de los iraníes sobre el sufrimiento en pos de la independencia. En 1977 y 1978, los cuarenta días de ceremonias de duelo por los manifestantes anti Sha les dieron a los opositores a la monarquía, bajo la fachada de eventos religiosos, el mecanismo para mantener enormes manifestaciones que eventualmente culminaron en la revolución.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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