EL MUNDO › EL NOBEL DE KLERK HABLA DEL PROCESO DE RECONCILIACIóN EN SUDáFRICA

“No juzgan delitos políticos”

En Buenos Aires para participar del seminario “Reconciliación y democracia en la experiencia sudafricana” junto a un veterano de la lucha antiapartheid, Ragunanan “Mac” Maharaj, dijo que miles fueron perdonados por confesar.

 Por Mercedes López San Miguel

Frederik De Klerk, Premio Nobel de la Paz, último presidente blanco en la historia de Sudá-frica, político pragmático. Su discurso del 2 de febrero de 1990 marcó la transición de los años de apartheid a un sistema democrático: comenzarían de inmediato las negociaciones para la nueva Sudáfrica, se levantarían las proscripciones al partido Congreso Nacional Africano (CNA) y se pondría en libertad a su líder, Nelson Mandela. Cuatro años más tarde, De Klerk le entregaría el mando a Mandela, con quien en 1993 compartiría el Nobel.

Ayer, el ex presidente sudafricano participó en Buenos Aires, junto a un veterano de la lucha antiapartheid, Ragunanan “Mac” Maharaj, del seminario “Reconciliación y democracia en la experiencia sudafricana”, organizado por la embajada de ese país junto a dos empresas privadas argentinas. Después del seminario, ambos conversaron con un puñado de periodistas argentinos.

A De Klerk se le preguntó si su gobierno, que impulsó la transición política, priorizó más la reconciliación que la justicia.

El ex jefe de Estado se refirió, sin perder el gesto adusto, a las dificultades que tuvieron para ponerse de acuerdo sobre el futuro. “Uno de los aspectos más difíciles de la reconciliación fue ver si quienes habían cometido crímenes políticos iban a obtener o no una amnistía. Se decidió que cualquiera que hubiera cometido crímenes con un objetivo político y lo confesara públicamente recibiría la amnistía. Hubo miles de personas que obtuvieron el perdón en la implementación de este mecanismo. Esto se vio en las primeras etapas del gobierno de unidad nacional y también en la Comisión de Verdad y Reconciliación que presidió el arzobispo Desmond Tutu. Fui crítico de algunos aspectos de esa comisión, porque no estaba equitativamente representada; no daba cuenta de todos los actores que intervinieron en el conflicto. Se enfocaron en algunos crímenes y dejaron de lado otros con negligencia.”

Maharaj pidió la palabra. “Es difícil encontrar el equilibrio en medio de un proceso de paz, en un período de transición política. Si se toma la decisión de dar amnistía muy tempranamente puede suceder que se la ponga como condición para negociar y causar una herida profunda. Soy reticente a usar el caso sudafricano como un modelo a seguir por otros países.”

–Entonces, ¿hay espacio para juzgar a los responsables de las violaciones de los derechos humanos?–preguntó Página/12.

De Klerk insistió con el mismo argumento. “La forma de acercarnos al tema fue tratar de no enjuiciar a las personas que habían cometido delitos políticos. La mayoría hoy está fuera de prisión. A los que se enjuició fue a quienes no pudieron demostrar que tenían una motivación política.”

En el breve intercambio con la prensa, alguien preguntó por las relaciones comerciales entre Argentina y Sudáfrica. “Desde un punto de vista pragmático, ambos países tienen mucho por mejorar su intercambio. La balanza comercial es de 5 a 1 a favor de Argentina.”

También un periodista se interrogó sobre si existe una fuga de cerebros de Sudáfrica y si era una nueva segregación, pero esta vez de blancos.

Dijo De Klerk: “Las dos principales razones que alegan los que se van es que sus hijos no tienen un futuro y que existe un alto nivel de violencia. Creo que Sudáfrica no está más aislada y las personas encuentran oportunidades en el exterior”.

Maharaj interrumpió: “Muchos blancos no quieren vivir en un sistema democrático gobernado por la comunidad negra. Esta inmigración comenzó cuando De Klerk inauguró el proceso de negociación”.

De Klerk dijo estar de acuerdo con el hombre que estaba a su lado. El mismo que compartió años de prisión con Mandela.

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De Klerk habló de reconciliación en Buenos Aires.
Imagen: Daniel Dabove
 
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