EL MUNDO › MáS DE SESENTA MUERTOS DESDE EL 18 DE MARZO

Represión en Siria

Fuerzas de seguridad sirias dispararon ayer gases lacrimógenos contra miles de manifestantes opositores en Daraa, una ciudad del sur del país que desde hace 10 días es epicentro de las mayores protestas contra los 40 años en el poder del presidente, Bashar al Assad, y su familia. Se espera que Al Assad se dirija hoy a la nación árabe para intentar aplacar la crisis mediante el anuncio del levantamiento del estado de sitio vigente en el país hace casi 50 años, así como también de la anulación de otras restricciones a las libertades políticas y civiles.

Más de una semana de manifestaciones contra Al Assad iniciadas en Daraa alcanzaron extensión nacional el viernes pasado, cuando fuerzas de seguridad abrieron fuego contra manifestantes en al menos seis ciudades. Al menos 61 personas murieron por la represión en Daraa desde el 18 de marzo, dijo ayer la organización internacional Human Rights Watch. Otras 12 personas perdieron la vida el fin de semana en la ciudad portuaria de Latakia, en el noroeste del país.

La agitación en Siria, un país de 23,5 millones de habitantes, es un elemento nuevo y altamente impredecible en el marco de la ola de protestas que sacude al mundo árabe desde hace tres meses, y que ya provocó la caída de los presidentes de Egipto y Túnez.

Siria tiene una estrecha relación con Irán, que le permitió a Teherán extender su influencia hacia el vecino Líbano y a los territorios palestinos, según analistas. La inestabilidad en Siria representa una amenaza a los declarados planes de Washington de profundizar sus lazos con Damasco para alejarlo de grupos armados como el libanés Hezbolá o el palestino Hamas, de acuerdo con los analistas.

Más temprano, en Siria, testigos dijeron que hasta cuatro mil personas se manifestaron en Daraa en reclamo de libertades políticas, pero fueron reprimidos por fuerzas de seguridad, que les dispararon gases lacrimógenos y efectuaron tiros al aire para dispersarlos. Los testigos pidieron no ser identificados por temor a represalias. Los manifestantes convergieron en la principal plaza de Daraa, gritando “¡Queremos dignidad y libertad!” y “¡No a la ley de emergencia!”.

La televisión estatal siria negó que las fuerzas de seguridad hayan disparado a los manifestantes. Los testigos y residentes de Daraa dijeron que policías y soldados –cuya presencia se había reducido en los últimos días– volvieron ayer a la ciudad en gran número, con tanques y blindados que rodearon el perímetro urbano.

El Observatorio Sirio de Derechos Humanos denunció ayer la detención de cinco abogados y activistas en los últimos días de protestas políticas, y pidió la liberación inmediata de todos los presos políticos. Las protestas fueron cerca del Palacio Judicial, a unos dos kilómetros del casco viejo de la ciudad, donde hasta 1200 personas realizan actualmente una sentada en la mezquita de Al Omari, el centro simbólico de las manifestaciones. Los manifestantes piden también la libertad de los miles de prisioneros políticos.

Siria –un país mayoritariamente sunnita, pero gobernado por una minoría alauita– registra antecedentes de revueltas. El padre y antecesor de Al Assad, el ex presidente Hafez al Assad, aplastó una rebelión de fundamentalistas islámicos en la ciudad de Hama en 1992, que terminó con miles de personas muertas.

En Latakia vive una combinación potencialmente volátil de sunnitas por un lado, y una de alauitas –subdivisión de la rama chiíta del Islam– por otro. Ayer, el gobierno desplegó tropas en Latakia, la principal ciudad portuaria del país, en respuesta a una escalada de violencia que dejó 12 muertos el fin de semana. El gobierno sirio acusa de los disturbios a elementos armados extranjeros que, según afirma, quieren desatar una ola de violencia sectaria y desestabilizar al país.

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