EL MUNDO › EN IRAK ACUSAN A LOS SOLDADOS DE USAR VISORES

No miren a nuestras chicas

Por Guillermo Altares *
Desde Faluja, Irak

Los carteles en la municipalidad de Faluja, la ciudad situada a 80 kilómetros al oeste de Bagdad donde murieron 15 personas en dos días por disparos de soldados estadounidenses, no dejan lugar a dudas: “Los hombres pueden ser destruidos, pero no doblegados”, “USA, fuera de nuestro país”, “Tarde o temprano los echaremos, asesinos de iraquíes”. Pegado al edificio municipal está el cuartel norteamericano, un auténtico “Fort Apache” rodeado de alambrados, que en la noche del miércoles al jueves fue atacado con granadas RPG y siete soldados resultaron heridos. Los lugareños explican que viven desconfiados ante la amenaza de que los soldados usen prismáticos de noche y puedan espiar a sus mujeres. En Bagdad, seis personas murieron y más de 18 sufrieron quemaduras por la explosión que provocó un disparo que alcanzó el depósito de una gasolinera. Los iraquíes celebraban a tiros que había vuelto la electricidad al barrio de Alawi.
La situación en Faluja, un pueblo emplazado en una zona tribal sunnita, muy conservadora, que tuvo problemas con Saddam, parecía ayer más tranquila a pesar del incidente nocturno. En la calle principal de esta localidad, cercana a la carretera que une la capital iraquí con Ammán, pocos van vestidos a la occidental. Y sus palabras hacia los ocupantes no son precisamente de bienvenida. “En los controles registran a nuestras mujeres y de noche se dedican a mirar en las casas”, señala Nima, un comerciante de 30 años. No es ninguna broma: los soldados estadounidenses reconocen que hay un verdadero problema de “choque cultural”, ya que muchos habitantes de Faluja creen que, con los visores nocturnos, puede verse a través de los muros y de la ropa. Ocho hombres consultados en la calle, donde circulan muy pocas mujeres, confirmaron estos temores.
Aunque los helicópteros de combate Apache volaban a baja altitud constantemente, no había controles en la entrada del pueblo ni soldados patrullando. Las calles, los comercios y los cafés estaban llenos. A la entrada, decenas de camiones estaban estacionados. Los efectivos de la 82ª División Aerotransportada, que dispararon el martes y el miércoles contra manifestantes provocando los muertos, seis de ellos niños, estaban siendo ayer reemplazados por soldados de la 3ª División de Infantería. Ahora sólo ocupaban un edificio y dejaron la escuela el martes por la noche. Jalaf Aberd Chilib es un respetado líder local. Está en la puerta del municipio vestido de blanco, tocado con el pañuelo tradicional y una capa. Cuenta que “esta es una ciudad muy conservadora. Sentimos las patrullas de los norteamericanos como una amenaza. Con los prismáticos miran a las mujeres y a las familias. La tradición y la ley islámica, que son muy importantes para nosotros, lo prohíben”.
“El cambio estaba previsto hace tiempo”, insistió el capitán de la 82ª Frank Rosenblett. Explicó que “el alcalde se reunió con los líderes tribales. Los dos compartimos el mismo objetivo: que la ciudad sea segura. Sabemos que el 80 por ciento de los habitantes quiere a nuestras tropas aquí. Sólo hay un 20 por ciento que no.” Sobre el problema de los visores, Rosenblett, que ayer estaba controlando el relevo, dijo: “Es una cuestión de confianza. Tenemos que convencerlos de que estos visores no son para mirar a las mujeres, sino que los necesitamos para defendernos de noche. El ataque con granadas es una buena prueba de ello”.
*De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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