EL MUNDO › COMO FUERON LOS CINCO ATAQUES CASI SIMULTANEOS DEL VIERNES EN MARRUECOS

41 razones más para un ataque de pánico

Fueron cinco ataques que dejaron 41 muertos –incluyendo a 10 kamikazes de una célula de 14 miembros– y 100 heridos. Este es el último balance de los atentados del viernes en Casablanca, Marruecos. Nadie se atribuyó el hecho, pero hubo amenazas de Al-Qaida.

Un nuevo balance dio base al estado de alerta internacional sobre terrorismo. Al menos 41 personas murieron –incluyendo diez kamikazes–, la mayoría marroquíes, y unas 100 fueron heridas en cinco atentados cometidos casi simultáneamente anteanoche en la ciudad de Casablanca, en Marruecos, según las autoridades marroquíes. Los ataques fueron dirigidos contra sitios frecuentados por extranjeros, por obra de una célula de 14 miembros que usaron bombas y coches bomba en Casablanca, centro financiero del país. Tres coches bomba explotaron respectivamente cerca del Consulado de Bélgica, del hotel Farah Maghreb (ex Safir) y del Círculo de la Alianza Israelita, mientras que una o dos bombas explotaron en la Casa de España, un centro cultural hispánico. No hubo quien reivindicara los ataques, pero para las autoridades marroquíes llevan la marca del terrorismo internacional. Y a propósito, la red terrorista Al-Qaida amenazó a norteamericanos y a israelíes con “ataques sorprendentes y espectaculares” en un comunicado que difundió anteayer el semanario saudita Al-Majalá, editado en Londres.
Al menos dos españoles y un italiano figuran entre las víctimas fatales, según informaron tanto fuentes diplomáticas en Madrid y Roma y el ministro del Interior marroquí, Mostafá Sahel. Cerca de cien heridos fueron trasladados hacia varios hospitales de esa ciudad ubicada a 100 kilómetros de Rabat, mientras en las calles, atestadas de gente a la hora de los atentados, se vivieron escenas de pánico. El ataque a la Casa de España fue el más violento: tres hombres entraron al recinto, tras degollar al guardia, dos de ellos hicieron estallar las bombas que llevaban encima en el restaurante del centro y el tercero detonó su explosivo en el patio de la colindante Cámara Española de Comercio. “Al portero, el pobre, le cortaron la cabeza... así, con un cuchillo grande”, relató a la televisión pública española la secretaria de la Casa de España, Lumina Haffa. “Había españoles ahí dentro. Yo he visto la silla del portero, estaba llena de sangre”, agregó Haffa.
Según fuentes españolas, dos españoles murieron y seis resultaron heridos, uno de ellos de gravedad. La Oficina de la Generalitat de Cataluña en Casablanca afirmó que una de las víctimas fue el empresario catalán Manuel Albiach, y uno de los heridos es el vicepresidente de la Casa de Cataluña en esta ciudad marroquí, Joan Alie. Otras dos víctimas mortales fueron dos policías que vigilaban frente al Consulado de Bélgica, donde según la agencia marroquí Map estalló un coche bomba. Pero la Cancillería belga aseguró que se trató de dos kamikazes que quisieron entrar en un restaurante judío cercano y por lo tanto descartó la hipótesis de que su consulado haya sido blanco de uno de los atentados.
“Estos ataques llevan la marca del terrorismo internacional”, declaró inmediatamente luego de los ataques el ministro Sahel, en alusión a la red Al-Qaida, acusada de cometer esta semana un triple atentado en Riad, Arabia Saudita, que causó 34 muertos, entre ellos ocho estadounidenses.
Sahel informó además que la policía detuvo a tres sospechosos, todos marroquíes, entre ellos un kamikaze herido. El gobierno marroquí anunció ayer la creación de una célula de crisis para analizar los acontecimientos y estaba prevista la visita del rey Mohamed VI a Casablanca.
Los cinco ataques en Casablanca, ocurridos cuatro días después de los ataques en Riad y dos ataques en Chechenia, pusieron nuevamente en evidencia la dimensión del peligro terrorista y provocaron una alerta antiterrorista a escala mundial. El diario estadounidense The New York Times informó ayer que las autoridades norteamericanas creían que Al-Qaida ha abierto nuevos centros de entrenamiento en Sudán, está instalándose con fuerza en Kenia y en otros países del este de Africa y que algunas de sus “bases reorganizadas” operan en Pakistán y en Chechenia.
Marruecos, el principal aliado de Estados Unidos en el Magreb, parecía hasta ahora resguardado del terrorismo internacional, ya que el último atentado en este país se registró en 1994, cuando hombres armados entraron a los tiros a un hotel de Rabat y mataron a dos turistas españoles. En febrero pasado, tres sauditas fueron condenados a diez años de prisión y varios marroquíes a penas de entre cuatro meses y un año acusados de integrar un célula que planeaba atentados suicidas contra buques estadounidenses y británicos que transitan por el estrecho de Gibraltar.
Los atentados ocurrieron un día después de que varios países occidentales, entre ellos Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia y Alemania, dieran un alerta a sus ciudadanos en Africa oriental, el sudeste asiático y Medio Oriente, ante el temor de más ataques como los de la semana pasada en Arabia Saudita y Chechenia. Numerosas voces mundiales y de jefes de Estado, entre ellas la del papa Juan Pablo II y el presidente norteamericano George W. Bush, expresaron su pesar y condolencias para con el rey Badallah y el pueblo marroquí.

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Un policía marroquí contempla la devastación en el Círculo de la Alianza Israelita.
 
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