EL MUNDO › EL OPERATIVO SOBRE LA PLANTA DE GAS TOMADA POR JIHADISTAS NO ESTA TERMINADO Y SE DESCONOCE LA CIFRA EXACTA DE REHENES LIBERADOS

Confusión, sangre y horror en suelo argelino

El gobierno argelino comunicó ayer que el intento de recuperación de la refinería dejó un saldo provisorio de 25 muertos, 18 extranjeros y siete terroristas. No se sabe cuántos islamistas siguen adentro de la planta.

 Por Eduardo Febbro

Desde París

Un poder dictatorial como el argelino surgido de un golpe de Estado (1992), una nebulosa islamista oriunda en sus inicios de la lucha contra esa dictadura, una potencia colonial, Francia, que se toma el derecho de intervenir militarmente en otro país con bases legales difusas y la eterna excusa del terrorismo islamista, un montón de armas y de odio dispersados por toda la región provenientes de los arsenales del difunto coronel Khadafi, todos los ingredientes se combinaron para converger en el dramático asalto y la toma masiva de rehenes en la planta de gas situada en Tigantourine, cerca de la localidad argelina de Amenas. Dos días después de que Argel decidiera, sin prevenir ni a Francia ni a los demás países concernidos, que iba a tomar por la fuerza la planta de gas la situación está lejos de ser transparente. En contra de lo que el poder argelino anunció anteayer, cuando dijo que el operativo estaba “terminado”, éste sigue en curso, se desconoce la cifra exacta de muertos, su nacionalidad, y el número preciso de las personas liberadas. Confusión, sangre y horror. Argelia comunicó por ahora que el intento de recuperación de la planta de gas dejó un saldo provisorio de 25 muertos, 18 extranjeros y siete terroristas.

El último comunicado de la seguridad interior argelina da cuenta de la liberación de 573 argelinos y de un abanico que va de 100 a 132 rehenes extranjeros liberados. Pero el complejo industrial de Tigantourine no está aún bajo el control total de los comandos argelinos y no se sabe aún cuántos islamistas siguen adentro, ni cuántos rehenes se encuentran en manos de los terroristas, ni cuántos están muertos o escondidos. Todavía hay 10 japoneses y ocho noruegos que no fueron localizados por ningún lado. El jefe de gobierno noruego, Jens Stoltenberg, dijo ayer que el país debía prepararse “para malas noticias”. En París, el primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, confirmó que “la operación continuaba” y que no se conocía “ni la cantidad, ni la nacionalidad” de los rehenes muertos. El ministro francés de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, anunció anoche que un rehén francés murió durante el asalto de las tropas especiales argelinas.

La televisión francesa France 24 reveló, basándose en fuentes argelinas, que hay entre siete y 10 miembros del comando islamista escondidos en un sector de la planta y que éstos amenazan con hacer explotar todo. Varias fuentes coincidentes aseguran que los islamistas mantienen a varios rehenes como escudos humanos. Prueba de ello, el primer ministro británico, David Cameron, dijo en el Parlamento que “estamos siempre confrontados a una situación movediza y peligrosa en la cual una parte de los terroristas fue eliminada en un sector, pero otros representan siempre una amenaza en otra zona”. La agencia oficial de Mauritania ANI reveló que los terroristas propusieron a Estados Unidos liberar a dos rehenes norteamericanos a cambio de la liberación de dos islamistas encarcelados en Estados Unidos. Se trata de la paquistaní Aafia Siddiqui y del sheik egipcio Omar Abdel Rahman, ambos condenados por terrorismo. La portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Victoria Nuland, aclaró que “Estados Unidos no negocia con terroristas”. El cruce de informaciones es contradictorio. Las agencias y los corresponsales avanzan informaciones no siempre verosímiles. Hay quienes aseguran que Abu al Baraa, el jefe del comando del grupo “Los que firman con sangre”, murió, otros, en cambio, que está atrincherado. El diario argelino Al Watan adelantó que los servicios especiales argelinos interrogaron a uno de los islamistas capturados y que éste aseguró que el comando estaba compuesto por 32 hombres. Por lo pronto, el jefe del grupo islamista autor del operativo, Mojtar Belmojtar, alias el Tuerto, pidió a Francia “negociar” el fin de la guerra en Mali. Es él quien habría propuesto el intercambio de rehenes por los islamistas condenados en Estados Unidos.

Con el correr de las horas empiezan a circular en los medios los testimonios desgarradores de los rehenes liberados. La radio francesa France Info difundió varios testimonios que muestran claramente cómo el comando islamista entró a la planta con un solo objetivo: tomar como rehenes a los extranjeros. Un ex rehén contó que, en cuanto el comando ingresó en el sector en el que él se encontraba, uno de los secuestradores dijo: “Sólo buscamos extranjeros, los argelinos pueden irse”. La polémica del asalto decidido en secreto por Argelia tapa por ahora la cuestión de la intervención francesa. Argel actuó con la misma estrategia brutal que emplea con los islamistas desde el golpe de Estado de 1992. Cabe recordar que ese golpe de Estado tuvo como objeto impedir que los islamistas del Frente Islámico de Salvación, FIS, accedieran legítimamente al poder luego de haber ganado las elecciones legislativas, proceso que el golpe interrumpió.

Kader Abderrahim, un investigador especializado en el Magreb y el islamismo, explicó al matutino Libération que “Argelia volvió a caer en sus males de antes: la opacidad, el secreto. Lamentablemente, el ejército no está formado para este tipo de operación, muy arriesgada. Ahora vemos las consecuencias trágicas”. El especialista acota que, con esta acción, Argelia rompió “el círculo virtuoso” internacional que había formado en los últimos años: “Es una catástrofe en términos de imagen, una catástrofe en términos económicos y, también, un fracaso flagrante en la lucha contra el terrorismo”.

Lo cierto es que casi todos los protagonistas de esta crisis están ligados a la historia reciente de Argelia –golpe de Estado y eliminación de los islamistas– y a la caída del régimen libio de Muammar Khadafi. Los terroristas que ingresaron en la planta de Tigantourine llegaron a través de la frontera con Libia, distante de unos 100 kilómetros. Por esas zonas se arraigó el líder de la brigada “Los que firman con sangre”, el argelino Mojtar Belmojtar, luego de haber transitado por el Grupo Salafista de Predicación y Combate (GSPC), una rama disidente de otro grupo terrorista argelino, el GIA, el Grupo Islámico Armado cuyos brazos, en los años ’90, llegaron hasta Francia. La guerra argelina entre los grupos islamistas y el gobierno surgido del golpe de Estado dejó un saldo de más de 150.000 muertos. Otro de los protagonistas centrales es Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI), una célula nacida en el seno del Grupo Salafista de Predicación y Combate. La presencia de los grupos islamistas radicales en el norte de Mali, una zona atravesada a la vez por el Sahel y el Sahara y donde instalaron sus bastiones, motivó la intervención militar francesa. Esos grupos se unieron entre sí para avanzar progresivamente hacia el sur de Mali una vez que el Estado maliense quedó debilitado tras el golpe de Estado de marzo de 2012. Cuando los occidentales importaron a bombazos una apariencia de democracia en Libia, los mercenarios que trabajaban para Khadafi se dispersaron en la amplia frontera sur (4000 kilómetros de desierto). Las armas, incluidas las que Occidente suministró a la oposición libia durante la guerra, fueron a parar en manos de esos grupos islamistas. Negocio fructífero y bomba de tiempo.

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Todavía hay diez japoneses y ocho noruegos que no fueron localizados por ningún lado tras el asalto a la planta.
Imagen: AFP
 
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