EL PAíS › EL GOBIERNO PORTEÑO SE NEGO A DISCUTIR LA NUEVA TARIFA DEL SUBTE EN LA REUNION EN EL MINISTERIO DE TRANSPORTE

Cualquier cosa menos bajar el aumento

Randazzo convocó a la Agencia de Transporte para discutir la suba de la tarifa del subte a 3,50 pesos. Pero el macrismo se negó a conversarlo, salvo que el gobierno nacional quiera subsidiarlo. Luego se cruzaron en conferencias de prensa.

 Por Werner Pertot

El ministro Florencio Randazzo encabezó la reunión con los funcionarios bonaerenses y del gobierno porteño.

El encuentro del gobierno nacional, el porteño y el bonaerense por el aumento de la tarifa de subte a 3,50 pesos terminó en un duelo de conferencias de prensa. “Lamentablemente, los representantes de la Ciudad nos hicieron saber que Mauricio Macri no está dispuesto a dar marcha atrás con el aumento a partir de marzo”, planteó el ministro del Interior, Florencio Randazzo. La encargada de responderle fue María Eugenia Vidal: “Randazzo lamentablemente dedicó parte de su mañana a criticar el aumento de tarifa del subte mientras descarrilaba un tren del Sarmiento”, indicó. La vicejefa dejó en claro la posición del macrismo: o bien la Nación pone el dinero para subsidiar la tarifa del subte porteño o ellos la aumentan.

Randazzo convocó a un cónclave de la Agencia Metropolitana de Transporte, que reúne a los tres gobiernos. Al llamado a dialogar sobre el incremento de la tarifa le siguió un intercambio de críticas entre Cristina Fernández de Kirchner y el procesado jefe de Gobierno, que resolvió no asistir al encuentro. En su lugar, fueron el ministro de Gobierno, Emilio Monzó; el subsecretario de Transporte, Guillermo Dietrich, y el titular de Sbase, Juan Pablo Piccardo. Los tres llegaron puntuales y esperaron unos minutos junto con la comitiva del gobierno de Daniel Scioli, que encabezó el ministro de Infraestructura, Alejandro Arlía.

Arlía y su gente fueron llamados a entrar y, unos 25 minutos después, ingresaron los macristas. En una cabecera se sentó Randazzo y, a su izquierda, los funcionarios PRO con sus asesores. El ministro dijo de entrada que el objetivo de la reunión era expresarles su preocupación sobre el desbalance que implicaría el aumento de tarifa del subte. Puso como ejemplo las personas que se lo toman en las cabeceras de Retiro o de Once. “Y después van a tener que tomar el subte a 3,50”, les planteó. Advirtió que mantener la tarifa actual le costaría al gobierno porteño 400 millones de pesos más por mes y consideró que no era una cifra alta en un presupuesto de 40 mil millones como el porteño.

Los macristas saltaron como si se hubieran quemado con el café. Dietrich, que llevó la mayor parte de la argumentación, le contestó que no podían subsidiar, porque tenían que hacer las obras “que el gobierno nacional no hizo en los últimos diez años”. “Nos tiraron el subte por la cabeza. ¿Qué aporta el gobierno nacional?”, lanzó. Randazzo le respondió que aportan el subsidio a los 33 colectivos urbanos, que asciende 1200 millones de pesos por año. Una de las medidas para equilibrar el sistema podría ser subir la tarifa de esas líneas de colectivos.

“Ustedes subieron la tarifa con la división en secciones de la SUBE. Fue un aumento oculto”, contraatacó Dietrich. Randazzo negaba con la cabeza. Piccardo insistió con el ajuste por inflación. “Guille, esto no es la inflación, es que Macri piensa el transporte como una empresa”, retrucó el funcionario nacional. Durante todo el debate, los enviados de Scioli estaban en silencio. Finalmente, Arlía entregó un listado de 10 puntos para discutir y propuso hablar sobre la continuidad del Metrobus en la provincia y sobre el tren a Mar del Plata. El resto lo observó como si se hubiera convertido en el último ejemplar de un espécimen exótico. “Ese tema no es de la reunión de hoy y ese tren no es del AMBA”, lo cortó Randazzo. “Hoy estamos hablando del subte”, coincidieron los macristas.

La discusión terminó sin ningún acuerdo, pero no subió de tono hasta que se prendieron las luces de las cámaras. Randazzo advirtió sobre los efectos de la suba a 3,50: “Cuando el 5 de enero del año pasado el jefe de Gobierno asumió la responsabilidad de administrar el subte aumentó la tarifa un 127 por ciento. Hubo un 20 por ciento de usuarios que se trasladaron a otros transporte”, ejemplificó. “Creemos que es necesario que reflexionen. Ofrecimos una mesa de trabajo para evitar este perjuicio. Nuestros fundamentos no son caprichosos”, afirmó.

Luego vino la respuesta del PRO. “No hubo nada concreto. Ni siquiera un número arriba de la mesa. Fue un absurdo. Un show mediático”, se quejó Vidal. “O el gobierno nacional vuelve a darle a la Ciudad los subsidios o enfrenta el problema de la inflación, que es el que hace que aumente la tarifa. No hay soluciones mágicas”, planteó. La vicejefa fue la funcionaria macrista que mejor explicó el sentido de los aumentos: “No creemos en el subsidio a las empresas, sino a las personas que lo necesiten”. Consideró que “hay un atraso tarifario” y que el incremento “cubre la mitad de lo que cuesta la tarifa real”. Dietrich complementó esta visión: “El subsidio es inflación. Los subsidios aumentaron por la inflación y esta política ha fracasado”. “Pareciera que están más preocupados porque a Macri le vaya mal que para que se viaje mejor”, concluyó Vidal.

“El ABL o las autopistas porteñas no perdieron ningún subsidio e igual subieron hasta un 1000 por ciento desde que asumió Macri en 2007”, les retrucó el ministro de Planificación, Julio De Vido. Luego se sumaron diversos legisladores porteños. “¿Para qué votamos mil cien millones de pesos? Para financiar el subte. ¿Están ampliando las ganancias de la empresa a cuenta?”, se preguntó María Elena Naddeo. “Para Macri, el subte es un servicio público esencial para que no haya huelga. Pero para fijar tarifa para ricos es una empresa privada”, interpretó Gabriela Cerruti.

“Macri delega el costo en los pasajeros con subas exponenciales”, interpretó Francisco “Tito” Nenna. “Los que vienen de provincia y trasbordan en las cabeceras de Retiro y Constitución, que vayan en bondi. Esa es la idea de Macri”, consideró el auditor porteño Eduardo Epszteyn.

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