EL MUNDO › HOWARD DEAN, OPOSITOR A LA GUERRA Y EL DEMOCRATA NUMERO 1

El hombre que podría tumbar a Bush

Howard Dean, ex gobernador del anómalo estado de Vermont, no es un político conocido en Washington, pero rápidamente se ha convertido, con su oposición a la guerra en Irak, en el precandidato más popular de los demócratas. Esta es su biografía.

Es el político del momento. Creció en Manhattan, en un elegante departamento de Park Avenue, y pasó todos los veranos en los Hamptons, la Punta del Este del Hemisferio Norte. Pero a pesar de tanto glamour, el jefe de campaña de Howard Dean jura que éste viaja en clase turista y que cada vez que va a Nueva York duerme en lo de la madre para no gastar en hotel. Maneja un Chevy del ‘89 y, en vez de hacer campaña por su marido, su mujer Judy sigue trabajando en un hospital. Se conocieron cuando estudiaban medicina. Dean se recibió en el ‘71, pero no bien salió de la facultad, empezó a trabajar en la Bolsa. Después se fue a Vermont, un pequeño estado del nordeste, para hacer la residencia. Allí empezó su carrera política.
Mientras atendía en su consultorio, se unió a un grupo de vecinos que exigía una bicisenda. Enseguida entró a la Legislatura de Vermont y al poco tiempo llegó a la vicegobernación. Cuando el gobernador murió de un infarto en 1991, Dean lo reemplazó y largó la medicina para siempre. Gobernó hasta el año pasado, pero en Washington muy pocos lo conocen. Su única experiencia en política es haber administrado un estado con pocos habitantes, la mayoría hippies avejentados y granjeros, y donde la única preocupación es si van a tener nieve en los centros de esquí. Los liberales de Vermont dicen que Dean es un oportunista que hará todo lo que esté a su alcance para atraer a la izquierda y al centro. “¿Dean, un liberal? Es absurdo”, dice Peter Freyne, periodista del semanario local Seven Days, que en los últimos años ha bombardeado sistemáticamente a Dean por oponerse a la legalización de la marihuana para uso terapéutico, entre otras cosas.
Dean se enorgullece de moverse contra el establisment, pero realmente hay poco liberalismo en sus ideas. En temas fiscales, es un conservador a ultranza, es partidario de la pena de muerte y defiende el derecho a portar armas. Está afiliado a la Asociación Nacional del Rifle, la organización que preside Charlton Heston, y está en contra de una ley nacional que controle las armas. “Es un tema de cada estado y como Vermont tiene una de las tasas de criminalidad más bajas del país, no veo que la necesitemos”, dice. Pero, al mismo tiempo, está a favor del aborto, promete un plan de salud para los pobres y reconoce la unión civil entre personas del mismo sexo. En 1999 la Corte Suprema de Vermont sentenció que las parejas homosexuales tienen los mismos derechos que los heterosexuales y a los pocos días Dean aprobaba la ley de unión civil. Pero ésta no era su cruzada. “Estoy incómodo como todos”, dijo al firmar la ley a regañadientes y en secreto. Enseguida empezó a recibir amenazas de muerte. En un desfile del 4 de julio fue tan insultado que “me di cuenta de que ya estaba listo para presentarme como candidato a la Presidencia”, recuerda. Además, es el único candidato demócrata que se ha mantenido firme en su oposición a la guerra de Irak. Estuvo en contra desde mucho antes del conflicto, mientras que, recién ahora, cuando las armas siguen sin aparecer y la ocupación de Irak se complica cada vez más, algunos correligionarios empiezan a animarse a criticar a Bush. A Dean le dicen el “demócrata enojado” porque parece sinceramente indignado con las decisiones del presidente. “Está equivocado en la economía, en el medio ambiente, en el sistema de salud, en la paz y en la justicia. Hace todo mal”, se ofusca Dean. “Pero no soy una paloma de la paz”, sostiene. Hubiera apoyado la guerra si la ONU la hubiera autorizado.
“¿Será el próximo George McGovern?”, se preguntan los analistas, refiriéndose al demócrata que hundió a su partido en las elecciones de 1972. McGovern se había diferenciado del resto de los demócratas con su crítica a Vietnam. Los estadounidenses estaban hartos de esa guerra y los demócratas pensaban que con el mensaje pacifista de McGovern podían ganarle a Richard Nixon por goleada. Sin embargo, McGovern perdió en 49 de los 50 estados y a partir de entonces se lo empezó a llamar “el 49”. Peroel pacifismo moderado de Dean se debe más a su historia personal que a una estrategia electoral. En el ‘74, su hermano Charlie se fue de mochilero a Laos con un amigo. Cuando remaban por un río fueron arrestados por la policía y acusados de ser espías norteamericanos. Los ejecutaron en secreto y su familia nunca pudo recuperar los cuerpos. Los padres de Charlie siempre tuvieron la sospecha de que su hijo trotamundos trabajaba para la CIA, pero nunca pudieron confirmarlo. En febrero pasado, Howard viajó a Laos para visitar lo que podría ser la zona donde estuvo enterrado su hermano. “Recién entonces, pude cerrar este capítulo”, contó en un reportaje de la revista New York Magazine.
A pesar de que hace seis meses que los nueve candidatos demócratas están en campaña, todavía no hay un ganador claro. La interna está muy peleada, especialmente por el inesperado éxito de Dean. Según la Comisión Electoral Federal, el ex gobernador recaudó más plata que cualquiera del resto de los candidatos demócratas. Entre abril y junio, recibió 7,5 millones de dólares, una cifra record para este partido. En Estados Unidos, los que donan plata a un político lo hacen porque esperan subir al poder si su candidato gana. Y cuanto más grande es la donación, más importantes son las recompensas. Por eso sorprende la recaudación de Dean: la mayor parte del dinero viene de pequeñas donaciones, o sea de gente que no espera nada a cambio. Dean también consiguió el OK de una de las principales fuentes de financiamiento de la política norteamericana: Hollywood. Martin Sheen, Alec Baldwin y Paul Newman están de su lado y, a pesar de la pasión armamentista de Dean, el director de Bowling for Columbine, Michael Moore, se ha sumado a sus filas. Del lado de los empresarios, cuenta con el apoyo del inversor multimillonario George Soros, que hace poco hizo una cena en su casa para Dean y dice que “es una buena alternativa a Bush”.

Perfil: Milagros Belgrano.

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Howard Dean se jacta de luchar contra el Establishment.
Pero sus críticos alegan que es lo menos liberal que puede haber.
 
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