EL MUNDO

Reconstruir Irak es un negocio para muy pocos

Los expertos elevan hasta 600 mil millones de dólares el negocio de revitalizar Irak tras la guerra. La reconstrucción de ese país del Golfo favorece a las empresas más cercanas a George W. Bush.

Por Rosa Townsend *
Desde Miami

La reconstrucción de Irak es un negocio muy lucrativo. En juego hay cientos de miles de millones de dólares, una inmensa tarta de contratos a la que aspiran miles de empresas del mundo, fundamentalmente estadounidenses. El reparto, que deciden desde Washington el Pentágono y la Agencia Internacional para el Desarrollo, ha estado empañado desde el principio por una nube de favoritismo hacia Halliburton, la corporación que dirigía el vicepresidente del gobierno de EE.UU., Dick Cheney, antes de llegar al poder, que obtuvo las obras de infraestructura petrolera para su subsidiaria Kellogg Brown & Root (KBR) sin pasar por una licitación.
Las denuncias de los competidores han forzado al Cuerpo de Ingenieros del Pentágono a reabrir el concurso para que participen otras empresas, pero KBR les lleva varios meses de delantera en las obras. El plazo de presentación de solicitudes acabó el pasado jueves, y las licitaciones se otorgarán a mediados del próximo octubre, para un proyecto cuyas tres primeras fases deben estar finalizadas el 31 de diciembre. Es decir, para cuando los ganadores de la licitación hayan logrado trasladarse e instalarse en Irak para hacer su trabajo de reconstrucción, les quedarían apenas unos días para poder realizar las reparaciones. Del contrato de 1.143 millones de dólares, sólo faltaría por hacer la última fase de 176 millones de dólares, cuyas obras deben finalizar el próximo marzo. Por esa última fase compiten, entre otras corporaciones, Parsons, Fluor, y Foster Wheeler.
No obstante, se trata de contratos abiertos, que pueden acabar en sumas muy superiores, al igual que ocurre con el resto de las licitaciones para la reconstrucción de Irak. Entre las obras de infraestructura general y las de infraestructura petrolera, la cifra total puede ser astronómica. Varias instituciones no gubernamentales y think tanks (grupos de reflexión) la sitúan entre 300.000 y 600.000 millones de dólares (incluyendo los gastos de seguridad militar). Pero el Gobierno estadounidense se ha negado a dar un presupuesto al Congreso –con el que mantiene una batalla campal al respecto– por temor a la reacción de la opinión pública en momentos en que el país se enfrenta a un déficit de más de 500.000 millones de dólares.
Michael O’Hanlon, analista de Brookings Institution, cifra la factura “entre 300.000 y 450.000 millones de dólares”, mientras que la Academia de Artes y Ciencias cree que podría ascender a 615.000 millones de dólares a lo largo de la próxima década. Por su parte, la asociación nacional que aboga por el buen uso del dinero de los contribuyentes, Taxpayers for Common Sense, calcula que puede oscilar entre 114.000 y 465.000 millones de dólares.
Las cifras contrastan con las que ha dado el administrador estadounidense en Irak, Paul Bremer, la única voz oficial que se ha pronunciado al respecto, que de forma imprecisa las situó en “50.000, 60.000, 100.000 millones de dólares... mucho dinero”, hace dos semanas. La ventaja con que cuenta la subsidiaria de Halliburton, KBR, ha desplazado incluso a Bechtel Group, la mayor empresa de ingeniería y construcción de Estados Unidos y una de las mayores del mundo, que ha decidido retirarse de la licitación para las instalaciones petroleras. Claro que Bechtel ya se había asegurado el mayor contrato para la reparación de toda la infraestructura no petrolera de Irak, que le representa, de entrada, 680 millones de dólares.
Halliburton ya ha ganado más de 600 millones de dólares en trabajos en Afganistán e Irak. Su subsidiaria KBR es la única que provee servicios de apoyo a las tropas alrededor del mundo, a través de un contrato ilimitado en gastos por 10 años que ya le ha reportado 529 millones de dólares. Las dos guerras han sido una bonanza para Halliburton. Ha pasado de tener 498millones de dólares en números rojos el año pasado a ganar 26 millones en los dos primeros trimestres de este año.
Para las obras de infraestructura no petrolera –desde carreteras, tendido eléctrico o conductos de agua hasta la reforma de la economía, la educación o la sanidad–, la Agencia Internacional para el Desarrollo ya ha otorgado 10 grandes contratos (incluido el de Bechtel) y 70 subcontratos. Quedan por entregar los de telecomunicaciones y banca. Para los primeros hay alineadas más de 300 empresas, pero sólo tres obtendrán ese pedazo de la tarta, que oscila entre 80 y 200 millones de dólares para las redes móviles.
En cuestiones de banca, un consorcio internacional gestionará el recién creado Banco de Comercio de Irak. La idea de que se haga cargo un consorcio pretende evitar que una institución monopolice el sector, señalan fuentes del Departamento del Tesoro. El administrador Bremer ha solicitado propuestas y decidirá el ganador en las próximas semanas, pero ya ha sugerido que se dará prioridad a bancos que operen en Oriente Próximo. El contrato es inicialmente por un año, y excluye la financiación de ventas de petróleo. La función inmediata del consorcio es gestionar letras de crédito de miles de millones de dólares para empresas iraquíes.
Varios bancos de distintos países están formando alianzas para concursar. Entre ellos, JP Morgan Chase & Co., que ha unido fuerzas con el británico Standard Chartered, el Banco Nacional de Kuwait, los Grupos Bancarios de Australia y Nueva Zelanda y el Millennium Bank de Polonia. Por parte norteamericana, además de JP Morgan, aspira Citigroup; y de Europa, Deutsche Bank podría aliarse con uno de los grandes bancos de EE.UU., según una información publicada por The Wall Street Journal. La capitalización inicial del banco iraquí será de 100 millones de dólares.
El potencial bancario de Irak es inmenso: el producto nacional bruto antes de la guerra era de 29.000 millones de dólares y los ingresos derivados del petróleo ascienden a alrededor de 20.000 millones al año.
El contrato para reformar la economía de Irak (evaluar las políticas del país y encargarse de su integración regional y mundial) lo ha obtenido BearingPoint, una firma de informática y servicios de consultoría de Virginia. La cantidad inicial es de nueve millones de dólares por año, aunque el contrato puede llegar hasta 80. BearingPoint ha subcontratado a su vez parte de las labores con otras empresas, entre ellas Chemonics International, J. E. Austin Associates y Services Group.

* De El País, de Madrid, especial para Página/12.

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Dick Cheney, vicepresidente y alma mater de Halliburton.
 
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