EL MUNDO › LA ESCALADA ENTRE EL GOBIERNO DE UCRANIA Y EL ESTE REBELDE

Una crisis en grado candente

El incidente del avión se produce en un momento en que el conflicto entre el gobierno de Poroshenko y los separatistas prorrusos de las repúblicas autoproclamadas de Donetsk y Luhansk se encuentra en estado crítico.

 Por Eduardo Febbro

Desde París

Las autoridades francesas exigieron una “rápida” investigación sobre el derribamiento del avión de Malaysia Airlines que cayó ayer con 295 personas a bordo mientras sobrevolaba el espacio aéreo ucraniano. La Cancillería francesa confirmó anoche que, entre los pasajeros del vuelo MH017, se encontraban al menos seis ciudadanos franceses. Calificado como “drama mayor” por el canciller francés, Laurent Fabius, este incidente ocurre en un momento en que el conflicto entre Ucrania y los separatistas prorrusos de las repúblicas autoproclamadas de Donetsk y Luhansk, al este de Ucrania, se encontraba en un estado crítico. Ambas partes se acusan hoy de ser responsables de una catástrofe que se produjo en una zona fronteriza azotada por violentos combates desde hace varios meses.

Ante el temor de una ofensiva por parte de Kiev, unas 70.000 personas abandonaron Donetsk el sábado pasado. El 20 de junio, el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, había decretado un alto el fuego unilateral al tiempo que hizo circular un documento que podía ser la base de un plan de paz. Dicho texto de 15 puntos contemplaba garantías de seguridad para los actores de las negociaciones, liberación de rehenes, amnistía para los combatientes que entregaran las armas y la creación de corredores a lo largo de la frontera con Rusia para que los separatistas dejaran las zonas de conflicto. El plan de Kiev era la consecuencia de las negociaciones entre rusos y ucranianos celebradas bajo el paraguas de la Organización de Seguridad y Cooperación Europea, la OSCE. Sin embargo, el pasado 30 de junio, ante el recrudecimiento de los combates, Poroshenko puso fin a esa iniciativa y anunció una inminente ofensiva de gran envergadura. Ninguna de las capitales occidentales que intentaron mediar en este sangriento conflicto, principalmente Washington, Berlín y París, lograron apaciguar la escalada. Tampoco la diplomacia europea, inoperante hasta ahora y sin influencia directa alguna sobre los actores de esta guerra.

El desmembramiento de Ucrania empezó con la caída del presidente Viktor Yanukovich, siguió con la anexión de Crimea por parte de Moscú (Crimea era una república autónoma de Ucrania) y se profundizó con la revuelta de los separatistas prorrusos de Donetsk. La hoy autoproclamada República de Donetsk cuenta con cerca de cinco millones de habitantes –el equivalente al 10 por ciento de la población de Ucrania– y ocupa el quinto lugar en la producción industrial de Ucrania, especialmente derivada del hierro y el carbón. La capital, Donetsk, tiene poco menos de un millón de habitantes. La guerra se fue imponiendo con el correr de las semanas a cualquier solución pacífica y negociada.

El presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, llegó al poder a finales de mayo de 2014 y había hecho de la paz en el este de la república el primer objetivo de su mandato, pero fracasó a pesar de las incontables negociaciones y diálogos posteriores con el presidente ruso Vladimir Putin. La aparición de milicias y fuerzas paramilitares de uno y otro bando han tornado imposible cualquier acuerdo. Incendios, torturas, ejecuciones sumarias, acciones comando han ido dejando un tendal de muertos en los últimos meses.

Occidente, que desempeñó un papel por demás evidente y nefasto en la crisis ucraniana, se abrigó en el paracaídas de las sanciones. Europa y Estados Unidos fueron adoptando por etapas una serie de medidas de retorsión contra Rusia para obligar a Putin a que cesara su apoyo a los separatistas. La última salva intervino esta semana. La Unión Europea y Estados Unidos pactaron un nuevo tipo de castigo centrado ahora en las “entidades”. Europa decidió congelar los programas desarrollados en Rusia por el Banco Europeo de Inversiones, (BEI), y el Banco para la Reconstrucción y el Desarrollo, (BRD). Las sanciones también apuntan al banco del mastodonte ruso del gas, GazProm, Gazprombank. Washington, por su parte, apuntó también a esos sectores. Las nuevas sanciones norteamericanas se suman al retiro de visas y la congelación de activos a personas cercanas al presidente ruso, Vladimir Putin. La nueva tanda afecta empresas centrales de los sectores de la energía, el financiero y del armamento. Las empresas sancionadas ahora por el presidente norteamericano Barack Obama están consideradas como pilares del capitalismo estatal ruso. Se trata de Rosneft, la petrolera estatal más importante; la empresa de gas privada Novatek y los bancos Gazprombank y VEB. Nadie ve muy bien a dónde conducen estas sanciones. Sea quien fuere quien lo haya disparado, el misil que abatió el avión de Malaysia Airlines prueba que la crisis está en su grado más candente.

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Entre las víctimas había 154 holandeses; llevaron flores y velas a la Embajada de Holanda en Kiev.
Imagen: AFP
 
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