EL MUNDO › ATACARON UNA MEZQUITA SUNNITA AL OESTE DE BAGDAD

Cómo fabricar una guerra civil

Por Miguel González*
Desde Bagdad

“La responsabilidad directa de este crimen es de Estados Unidos”, clama Abu Saad. Abu es un vecino del barrio de Al Huriya, al oeste de Bagdad. A las 6.50 de la mañana de ayer lo despertó una fuerte explosión, seguida por otra a los pocos minutos. Corrió a la mezquita de Al-Mustafa, contigua a su casa, y vio un gran agujero en la pared del oratorio. En el interior yacía sin vida el muecín Abdul Kuddus. Fuera, junto al generador en llamas y dos vehículos destrozados, estaban los cadáveres de dos vigilantes. Abu, que conocía personalmente a todos, ayudó a retirar a los muertos y a evacuar a dos heridos al cercano hospital de Al Kadumiya.
Abu no piensa que fuesen estadounidenses los dos hombres que, según algunos testigos, atacaron la mezquita con un lanzagranadas RPG desde la azotea de la escuela, al otro lado de la calle. Pero alega que “los norteamericanos no nos dejan defendernos; ellos son los responsables de nuestra seguridad y sus errores están costando la vida de muchos iraquíes”.
Cuando se le insiste en preguntarle, más allá de la responsabilidad de la administración ocupante, quién puede estar detrás del ataque a un centro religioso, Abu se vuelve lacónico. “Hasta ahora los musulmanes nos hemos llevado bien entre nosotros”, contesta marchándose.
Tampoco el director de la escuela primaria Al Yamama, que ayer se vio forzado a dar vacaciones a sus 750 alumnos, quiere aventurar siquiera una hipótesis sobre la autoría. “No tengo ni idea”, dice encogiéndose de hombros. Pero los centenares de curiosos, todos varones, que se agolpan en torno al edificio, sí tienen una idea muy clara de lo que significa. La mezquita Al-Mustafa es sunnita y en Al Huriya conviven 300.000 personas, de confesión sunnita y chiita en proporciones similares. Los atentados que sacuden Irak desde el final de la guerra pertenecen a tres categorías diferentes, aunque a veces se entremezclen. Los ataques de la resistencia contra las tropas extranjeras, protagonizados en su mayoría por antiguos baazistas; los atentados terroristas contra las sedes de la ONU o la Cruz Roja, tras los que se adivina la mano de Al-Qaida y el fundamentalismo islámico; y las agresiones contra líderes religiosos de las distintas comunidades que conforman el país. El propósito, sin embargo, parece claro: azuzar el enfrentamiento entre la minoría sunnita y la mayoría chiita y crear las condiciones para una guerra civil y religiosa.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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