EL MUNDO › EL ASESINATO DE OLOF PALME SIGUE IMPUNE

Treinta años sin culpable

El asesinato sin resolver del primer ministro sueco Olof Palme (foto) fue un duro golpe para la nación, reconoció ayer una fiscal, días antes de que se cumpla el 30 aniversario de la tragedia que enlutó al país. Palme fue acribillado en Estocolmo la noche del 28 de febrero de 1986 en plena calle, mientras caminaba a su casa junto con su esposa Lisbet, luego de salir de un cine en el centro de la ciudad. Un disparo rozó a Lisbet Palme. En ese momento, la pareja no tenía guardaespaldas. “Es un trauma para el país que no hayamos resuelto quién mató al primer ministro”, señaló durante una conferencia de prensa que tuvo lugar en oficinas de la policía la fiscal Kerstin Skarp, quien forma parte de las investigaciones desde 1997. El asesinato del político socialdemócrata conmovió a la nación escandinava y desató una verdadera cacería humana, pero la investigación por el asesinato estuvo plagada de errores.

Hans Melander, quien lidera el equipo policial en el caso, recordó ayer que dos proyectiles vinculados con el asesinato no fueron hallados por agente policiales, sino por ciudadanos comunes. Y esas dos balas, agregó, se encontraban en malas condiciones, lo que hizo difícil identificar desde qué arma fueron disparadas. Durante la investigación que se extendió durante tres décadas, “133 personas confesaron”, añadió Dag Andersson, un miembro del equipo de seis personas que trabaja en el caso Palme, por el que fueron entrevistadas más de 10.000 personas. Sin embargo, ninguna de las confesiones fue digna de crédito.

“Recibimos nuevas pistas todo el tiempo”, dijo Melander, pero declinó explicar si creía que Palme fue víctima de una conspiración o de un asesino solitario. Este domingo se abrirá una nueva línea telefónica para el caso, ya que los aniversarios siempre generan nuevos intereses en los sucesos, añadió Andersson. Las pistas que la policía revisó y volvió a analizar apuntaban a la posibilidad de que agentes del gobierno por entonces del apartheid en Sudáfrica estuvieran involucrados en el asesinato, debido a los llamados de Palme a realizar un boicot económico al régimen.

Skarp destacó que Christer Pettersson, un criminal de poca monta y adicto que fue condenado por el asesinato en julio de 1989, pero luego resultó absuelto en la apelación, es la “única persona que se descarta” en la investigación. Murió en 2004 y siempre mantuvo que era inocente. En 1998 la Corte Suprema rechazó un recurso para reabrir el caso contra Pettersson. La viuda de Palme, Lisbet, identificó a Pettersson en una rueda de reconocimiento, pero su testimonio fue considerado inválido, ya que había sido previamente informada de que el sospechoso era un adicto, una descripción que encajaba con Pettersson.

Décadas después también faltan pistas del arma con la que se perpetró el asesinato. En diciembre de 2015 apareció un revólver presuntamente utilizado en el crimen. Pero una investigación posterior reveló que Palme no había sido asesinado con esa arma. Sin embargo, Skarp se mostró optimista sobre la resolución del asesinato del primer ministro. “Soy optimista. Pero no es ningún secreto que no se ha señalado a ninguna persona concreta como sospechosa”, declaró. Skarp reveló que más de 10.000 personas han sido interrogadas en la investigación y que 133 han asegurado ser el asesino de Palme, cuyo caso ocupa 250 metros de estanterías en la comisaría central de Estocolmo y contiene 87.000 documentos.

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