EL MUNDO › SEñALó AL JEFE DE DIPUTADOS Y A SU VICEPRESIDENTE EN UN ENCUENTRO CON CORRESPONSALES EXTRANJEROS

Dilma denuncia y da pelea a los golpistas

La presidenta de Brasil denunció la “aventura golpista”, condenó la exaltación a la tortura hecha por un diputado en la votación del domingo y declaró que hay un componente fuerte de machismo detrás del proceso que compromete su cargo.

La presidenta brasileña Dilma Rousseff calificó de gravísima aventura golpista al accionar de su vicepresidente Michel Temer, quien prepara un gobierno en caso de que ella sea destituida. Además, condenó la exaltación a la tortura hecha por un diputado en la votación del domingo y declaró que hay un componente fuerte de machismo detrás del proceso que la puede llevar a perder su cargo.

“Mi segundo mandato, del que van 15 meses, tiene el signo de la desestabilización política. Es gravísima la aventura golpista, porque llevó a una situación de rabia, de odio, de persecución”, señaló la mandataria ante corresponsales extranjeros.

El mandato de Rousseff, una de las figuras centrales del proyecto izquierdista iniciado por Lula en el 2003, pende de un delgado hilo luego de que la Cámara de Diputados aprobara el domingo abrir un proceso de impeachment en su contra, asestando una derrota al oficialismo. Ayer por la tarde fue leída la acusación en el Senado, punto de partida de las deliberaciones que podrían terminar con la presidencia de Rousseff, cuyo término finaliza a fines del 2018.

Rousseff, que es la primera mujer en presidir Brasil, denuncia que es víctima de un complot que no la dejó gobernar tras ganar por 3,2 por ciento un segundo período y afirmó que los cargos de que manipuló las cuentas públicas son un fraude político. “Esto no es un proceso de impeachment, sino un intento de elección indirecta por parte de un grupo que de otro modo no tendría las condiciones de hacerse elegir. Esto no traerá estabilidad política al país porque rompe la base de la democracia”, aseveró. También insistió con que está en marcha un ruptura del orden democrático que difiere de los golpes de Estado tradicionales, pero que de todos modos apunta a desconocer el mandato de las urnas y por lo tanto es un golpe.

En diálogo con los corresponsales, la presidenta repasó la saga política que la dejó contra las cuerdas. Partió desde el momento en que la oposición pidió recontar los votos tras la elección, hasta la seguidilla de derrotas que sufrió su programa de gobierno en el Congreso el año pasado, todas iniciativas que, según dijo, buscaban sacar a Brasil de la recesión económica. Además, destacó que no existe ninguna investigación por corrupción en su contra, en momentos en que muchos políticos son salpicados por el escándalo de coimas en la estatal Petrobras. “El proceso en mi contra carece de base legal pues la acusación se fundamenta en unas maniobras fiscales que no suponen un delito de responsabilidad”, aseguró. Según la constitución brasilera hace falta “delito de responsabilidad” para destituir a un presidente.

Si el Senado ratifica la decisión de los diputados, Rousseff perderá transitoriamente la presidencia a la espera de una sentencia definitiva. Será reemplazada por el vicepresidente Temer (señalado por Rousseff como uno de los capitanes del golpe), quien dijo ayer que esperaba silenciosa y respetuosamente la decisión del Senado. “Temer y sus asesores están vendiendo un terreno en la luna”, indicó la mandataria en referencia a la filtración que hizo el vice de su eventual programa de gobierno. Mientras tanto la prensa brasileña destacó ayer que Temer ya estaría armando su gabinete.

Otro de los dardos de Rousseff fue para el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, a quien responsabiliza de haber aceptado el pedido de juicio de destitución por venganza luego de que el oficialista Partido de los Trabajadores decidiera apoyar una investigación en su contra en el Comité de Ética de esa cámara. Cunha se posicionó al frente de la oposición y el lunes llevó personalmente al Senado la decisión de los diputados contra Rousseff. Durante el acto, buscó presionar al Senado para que avance con rapidez porque, según él, en estos momentos Brasil sólo tiene medio gobierno.

Asimismo la presidenta condenó la actitud diputado Jari Bolsonaro, quien al momento de votar en favor de la continuidad del proceso resaltó la figura del coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, uno de los jefes del aparato represivo de la última dictadura de Brasil (1964-1985), acusado de coordinar sesiones de tortura. “Es lamentable que en ese momento haya dado lugar a expresiones de odio e intolerancia. Estuve presa y conocí a este señor y puedo decir que fue uno de los mayores torturadores de Brasil. Es terrible que alguien vote en el Congreso en nombre de él”, declaró Rousseff, quien formó parte de la guerrilla y fue detenida y torturada durante la dictadura. “Luché contra la dictadura y ahora lucho en democracia,” afirmó.

Rousseff también acusó a sus oponentes de violencia de género. “Hay un componente fuerte de machismo detrás del proceso. Esto no pasaría si el presidente fuese hombre. Percibo varios tipos de violencia y hay mezclado también algún grado de prejuicios que vinculo a mi condición de mujer”, comentó. Para respaldar sus palabras citó reportajes aparecidos en la prensa local que calificó de misóginos y ofensivos con las mujeres: “Han dicho que estoy nerviosa, histérica, desequilibrada y hasta han insinuado que soy autista. No soy de desesperarme. Tengo capacidad de lucha. Soporté la dictadura y la tortura, pero lamento profundamente el alto grado de prejuicios en contra de las mujeres”.

La dinámica política parece estar en contra del gobierno, que el domingo fue derrotado categóricamente en la votación que debía aceptar la acusación y pasarla al Senado o archivarla definitivamente. El resultado excedió largamente el mínimo necesario de 342 votos y terminó 367 a 132. Ahora, el Senado toma la palabra y esta semana deberá instalar una comisión de 21 miembros que analizará el caso y preparará un informe que luego será llevado al pleno de la cámara. Esa sesión está prevista en torno al 11 de mayo. Según los sondeos de la prensa brasileña, la oposición ya tiene los votos para suspenderla y someterla a juicio político.

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Dilma Rousseff denunció a sus adversarios políticos ayer ante los corresponsales.
 
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