EL MUNDO › NUEVO GOLPE CONTRA LA LIBERTAD DE PRENSA EN
LA REPUBLICA DE GEORGE W. BUSH

El día que a “Time” le torcieron el brazo

El principal semanario de noticias de EE.UU. cedió ayer a la presión de un fiscal para que uno de sus periodistas revelara sus fuentes. El periodista, Matt Cooper, afrontaba cuatro meses de prisión por desacato. Otra periodista, del New York Times, afronta la misma amenaza.

Por Andrew Gumbel *
Desde Los Angeles

Advirtiendo que la libertad de prensa está siendo recortada de manera “escalofriante”, una de las revistas de noticias más prestigiosas de Estados Unidos cedió a la presión de los tribunales ayer y accedió a entregar documentos que podían revelar la identidad de las fuentes confidenciales de uno de sus periodistas. La decisión de la revista Time de entregar información privada a un fiscal especial que investiga una filtración de seguridad de la Casa Blanca parecía apuntar a evitarle la cárcel a su periodista Matthew Cooper, que se enfrentaba a 120 días detrás de las rejas por desacato. Pero la acción también provocó furor en un momento en que las protecciones tradicionales a los periodistas y a sus fuentes en los Estados Unidos se están erosionando seriamente.
En realidad, la presión debía haberse aplicado sobre la administración Bush misma que, deliberada e ilegalmente, filtró la identidad de una operativa de campo de la CIA, aparentemente como forma de venganza contra su marido, el diplomático Joseph Wilson, que condujo una investigación y escribió un informe socavando una parte clave de la argumentación de la administración para la invasión a Irak. En cambio, el intento del fiscal especial de revelar la identidad del informante o informantes se enfocó totalmente en lo que dos de los reporteros dijeron sobre la operativa de la CIA durante el verano de 2002. Tanto Cooper, de Time, como Judith Miller, del New York Times, han estado bajo continua presión para que dieran los nombres de sus fuentes, aunque ninguno de los dos fue el primero en identificar a la operativa de la CIA como la mujer de Wilson, Valerie Plame.
La decisión de la revista fue criticada inmediatamente por el New York Times, que había esperado que las dos publicaciones se mantuvieran firmes en sus negativas. Curiosamente, el periodista que habló de Plame, el columnista conservador Robert Novak, no fue objeto de presión alguna por parte del fiscal especial, por motivos que permanecen sin explicación. Novak dijo en aquel momento que la identidad de Plame le había sido revelada por dos fuentes separadas de la Casa Blanca. Time explicó ayer que se sintió obligada a cumplir la ley al entregar los documentos, que se cree que son correos electrónicos de la empresa y no las verdaderas notas de Cooper, sin importar cuán en desacuerdo estuviera con los tribunales. La revista parecía estar tratando de llegar a un compromiso por el cual el fiscal podía obtener la información que buscaba y Cooper podía tener una conciencia limpia de no haber traicionado a sus fuentes. Un abogado de la revista dijo que no esperaba ahora que Cooper tuviera que atestiguar ante un gran jurado o enfrentarse a la amenaza de prisión.
Pero el editor del New York Times, Arthur Sulzberger Jr., dijo que estaba “profundamente decepcionado” y señaló que el periódico había aguantado presiones similares en 1978, cuando su periodista Myron Farber terminó cumpliendo 40 días bajo las rejas por no traicionar a sus fuentes en un juicio penal. “Nuestro foco está puesto ahora en nuestra periodista, Judith Miller, y en apoyarla durante este momento difícil”, añadió Sulzberger. La próxima audiencia fue programada para el miércoles que viene, cuando el fiscal podría insistir en la inmediata encarcelación de Miller o decidir que tiene suficiente información del Time como para dejar caer la demanda.
El asunto ha provocado furor en el espectro político. Los opositores a la administración Bush estaban asombrados por la habilidad demostrada por la Casa Blanca para desviar la atención de ella. Muchos conservadores están espantados de lo que ven como un ataque a los derechos de los periodistas y la libertad de expresión. William Safire, el veterano columnista conservador, volvió a su antigua columna en el New York Times a comienzos de esta semana para pedirle una explicación total a Novak de cómo “logró sacarse al fiscal de encima”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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Matt Cooper (izq.), junto a su abogado Richard Sauber, habla fuera de un tribunal en Washington.
 
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