El Consejo de Seguridad de la ONU se recalentó ayer luego de que Francia y Gran Bretaña presentaron el tan esperado proyecto de resolución para exigir el cese de las actividades nucleares iraníes. Fue un día después de que la troika europea –Francia, Gran Bretaña y Alemania–, Estados Unidos, Rusia y China no pudieran consensuar una posición común en París ante el incumplimiento de Teherán del plazo impuesto por la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA). El proyecto, aunque presentado solamente por los dos países europeos, goza del respaldo de Berlín y de Washington, que también participaron de los últimos retoques. El apoyo de Beijing y Moscú –o por lo menos su abstención– todavía no está asegurado.

La propuesta dice: “Actuando bajo el Capítulo 7 de la Carta de las Naciones Unidas, (el Consejo) llama a Irán a que sin más demora tome los pasos requeridos por los directores de la OIEA, que son esenciales para construir confianza en torno a su objetivo de un programa nuclear exclusivamente pacífico y para resolver cuestiones pendientes”. Lo central de este borrador es que se habla del Capítulo 7. Este artículo habilita al Consejo a ordenar eventuales sanciones económicas e, incluso, algún tipo de acción militar. En las negociaciones de París, China y Rusia se negaban a aceptar una resolución que invocara el Capítulo 7, lo que hace pensar que todavía quedan muchas horas de negociación por delante en el seno del Consejo de Seguridad, ya que las dos potencias poseen poder de veto y se han opuesto sistemáticamente a la aplicación de sanciones a Teherán.

Washington es consciente de esto. El martes pasado el embajador estadounidense en la ONU, John Bolton, había advertido que si el Consejo no desea o no es capaz de imponer sanciones a Irán, entonces “estoy seguro de que pediremos a otros países u otros grupos de países que impongan sanciones”. Aunque por ahora se trata sólo de una forma de presión al resto del organismo, vale recordar que sólo tres años atrás la Casa Blanca cumplió esta misma advertencia cuando lanzó la invasión de Irak antes de conseguir el apoyo explícito del Consejo de Seguridad.

Mientras tanto, Teherán continúa manteniendo su postura. “No vamos a renunciar a nuestros inalienables derechos nucleares ante el abuso de Estados Unidos. Las falsas amenazas no doblegarán nuestra voluntad”, aseguró ayer el portavoz iraní, Hamid Reza Asefi. A pesar de la firmeza que ha demostrado el gobierno del régimen islámico, la realidad es que la vía diplomática ha ganado velocidad en las últimas semanas. La rapidez con la que las potencias occidentales presentaron un proyecto, a menos de una semana que la OIEA presentara su informe final, no es un dato más.