EL MUNDO › TRAS LA VISITA A BRASILIA DEL FUNCIONARIO DE LA CASA BLANCA

La energía de Brasil mira al Norte

Nicholas Burns estuvo en Brasil por dos temas: para ultimar los detalles de la visita de Bush planeada para marzo y avanzar hacia un acuerdo estratégico para que el país sudamericano abastezca a EE.UU. de etanol en las próximas décadas.

 Por Darío Pignotti
Desde San Pablo

El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva inició su segundo mandato, que se prolongará hasta 2011, con señales de acercamiento hacia los Estados Unidos. Después de haber librado, exitosamente, una guerra diplomática contra el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en sus primeros cuatro años en el Palacio del Planalto, ahora Lula pretende seguir adelante con su política volcada hacia los países sudamericanos pero sin que sea a costa del diálogo con Washington, especialmente en materia de negocios. La semana pasada, el líder brasileño ordenó a sus principales colaboradores que recibieran de brazos abiertos a Nicholas Burns, el número tres del Departamento de Estado norteamericano. El enviado de la Casa Blanca desembarcó con dos premisas: ultimar los detalles de la visita del presidente George W. Bush fijada para el próximo 8 de marzo y avanzar a paso redoblado hacia un acuerdo estratégico para que Brasil abastezca a los EE.UU. de etanol en las próximas décadas.

Apremiado por los tiempos políticos de su país, donde el gobierno republicano se debate ante la oposición demócrata y los ataques de la resistencia iraquí, Burns dijo confiar que en los “próximos 12 meses” se pueda lograr una “asociación vigorosa con Brasil en la que participen nuestras sociedades y nuestros gobiernos”. El interés en Brasil tiene sus razones. Además de ser el segundo productor mundial de etanol, con unos 15 mil millones de litros al año, los agricultores sudamericanos lo ofrecen a un precio muy competitivo. Mientras el galón de etanol estadounidense se vende a 1,09 dólar, el brasileño está en torno de los 0,83 dólares. A lo anterior se suma que aquí el biocombustible se extrae de la caña de azúcar, mientras en la Unión Europea se obtiene del mismo maíz con que se alimenta a las gallinas y los pavos. Esto hace que un desvío de la producción de maíz para usos energéticos pueda desatar una corrida de precios en el mercado alimentario del norte que tornaría inviable el objetivo de reducir en un 20% el consumo de gasolina en los próximos 10 años, según lo propuso el propio George Bush, en su mensaje anual a la Unión en enero pasado. Estados Unidos consumen unos 5 mil millones de galones de etanol al año, cifra que Bush pretende llevar, vía importaciones brasileñas, a 35 mil millones en 2017. Para alcanzar esa meta serán necesario que Brasil reciba el aporte de capitales extranjeros.

Coincidentemente, a fines de 2006 Jeb Bush, ex gobernador de Florida y hermano del mandatario estadounidense, coordinó el lanzamiento de un lobby, conocido como Comisión Interamericana de Etanol, integrado por empresarios interesados en desembarcar en Brasil, que actualmente exporta unos 4 mil millones de galones, cifra que podría crecer exponencialmente en los próximos años.

En Brasilia el subsecretario Burns fue recibido por la jefa de la Casa Civil, Dilma Roussef, la ministra más influyente en el gabinete de Lula. Roussef propuso que junto con los acuerdos comerciales, Washington y Brasilia estudien la creación de un “forum internacional sobre biocombustibles” al que también estarían convidados la Unión Europea, China e India y Africa del Sur.

Se trata de una propuesta conveniente para los dos países. Brasil reforzaría su carácter de “player” global, un rol que ya desempeña como líder del Grupo de los 20, entidad que nuclea a varios países emergentes y cuyas exportaciones que ya superan los 100 mil millones de dólares. Esa suerte de OPEP Verde también beneficiaría a los Estados Unidos para mitigar la influencia de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), cartel donde ha crecido el peso de Venezuela e Irán. “Cuanto más podamos diversificar nuestras fuentes de energía y nos tornemos menos dependientes del petróleo, será mejor para nosotros”, admitió Burns.


Usinas nucleares

El programa nuclear de Brasil prevé la construcción de entre cuatro y seis usinas durante las próximas dos décadas, informó ayer el diario O Estado de Sao Paulo. El plan contempla la construcción de una nueva usina cada tres años hasta que dicha tecnología aporte cinco por ciento de la generación de energía. La propuesta fue enviada al gobierno, indicó el presidente de la Comisión Nacional de Energía Nuclear (CNEN), Odair Gonçalves. “El tema es polémico pero precisa ser aprobado en este gobierno, ya que la construcción de usinas lleva tiempo”, sostuvo Gonçalves. Según él, Brasil será exportador de uranio para financiar los 500 millones de dólares necesarios en equipamientos para producir combustible nuclear para todas las centrales.

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Burns, el número tres del Departamento de Estado de EE.UU., estuvo en Brasil la semana pasada.
 
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