EL MUNDO › LA MANO DERECHA DE CHENEY LE MINTIO AL FBI Y AL GRAN JURADO

Scooter Libby, culpable del “CIA-gate”

El ex jefe de gabinete del vicepresidente estadounidense Dick Cheney fue declarado culpable ayer en el juicio por la divulgación del nombre de una agente de la CIA, Valerie Plame. El caso, más conocido como CIA-gate, fue el primero en involucrar al círculo íntimo del presidente George Bush. Además de Lewis Libby, el único procesado, también fueron investigados Karl Rove, el principal asesor político del mandatario, y su vicepresidente. Aunque nadie fue finalmente acusado de difundir el nombre de Plame, el juicio permitió sacar a la luz la complicidad de muchos funcionarios de la Casa Blanca y las intrigas que permitieron ocultar las mentiras que justificaron la invasión de Irak en 2003.

Libby fue declarado culpable de obstruir la Justicia, dar un falso testimonio y dos cargos de perjurio. El jurado, sin embargo, lo absolvió del quinto cargo, mentirle al FBI. La sentencia, que se conocería recién en junio, podría ir desde un año y medio de cárcel hasta tres. Los abogados del ex asesor del vicepresidente Cheney ya adelantaron que apelarán el veredicto. “Presentaremos una moción para anular el juicio”, explicó Theodore Wells. “Si lo rechazan, apelaremos”, agregó. En tanto, el fiscal especial del caso Patrick Fitzgerald aseguró que no presentará nuevos cargos.

El caso se originó en julio de 2003, cuando el ex embajador estadounidense Joseph Wilson acusó al gobierno de Bush de exagerar la amenaza que suponía Irak para justificar la invasión. Wilson había sido enviado por la CIA el año anterior a Niger para verificar si Bagdad estaba comprando uranio en ese país. Según develaron más tarde las investigaciones de Fitzgerald, la Casa Blanca, y la oficina de Cheney en particular, decidió reprender la supuesta deslealtad de Wilson atacando a su esposa, la agente secreta de la CIA Valerie Plame. Como quedó demostrado en el juicio, la oficina y el grupo de asesores de Cheney filtraron el nombre de la espía a varios periodistas.

Según The Washington Post, la decisión del jurado podría reflejar el descontento que generó la estrategia de los abogados de Libby, quienes no llamaron a declarar ni a Cheney ni a su ex jefe de gabinete. Durante el juicio, los medios estadounidenses aseguraban que Libby había decidido aceptar toda la culpa. La estrategia del ex funcionario se basaba en que la Casa Blanca estaba malherida por los fracasos militares en Irak y lo último que necesitaba la administración era quedar metida dentro de un debate sobre la legitimidad de la guerra.

Desde el escándalo Irán-contras, que sacudió al gobierno de Ronald Reagan en la década de los ochenta, ningún funcionario de tan alto nivel había sido declarado culpable de un delito. Cheney, que en ningún momento del juicio salió a respaldar a su ex asesor, dijo que estaba muy decepcionado con el veredicto y que estaba triste por Libby y su familia. Bush, a través de un vocero, se sumó al dolor de su vicepresidente. Más allá de su pesar, los dos deben haber respirado tranquilos después de tantos meses de investigaciones e interrogatorios a su alrededor. Fitzgerald aseguró ayer que no presentará más cargos. Por lo menos, mientras no aparezcan nuevas pruebas.

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Denis Collins (centro.), fue jurado en el caso de Lewis Libby.
 
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