EL MUNDO › SE HABIAN ESCAPADO EN EL MEDIO DE LOS PANAMERICANOS DE RIO

Brasil asiló a dos atletas cubanos

A diferencia de los dos boxeadores que volvieron a la isla, el ciclista y el jugador de handball arreglaron su situación migratoria. Quejas por los boxeadores. Silencio en La Habana.

Brasil finalmente blanqueó la situación de los deportistas cubanos que desertaron durante los últimos Juegos Panamericanos en Río de Janeiro. A diferencia de las dos estrellas del boxeo que fueron deportados a La Habana hace cerca de un mes, el Ministerio de Justicia brasileño decidió otorgar el asilo político a los otros dos atletas de la isla, que se habían escapado de la Villa Panamericana. Se trata del jugador de handball Rafael Costa Capote y del ciclista Michel Fernández García. Durante los Juegos, Fidel Castro había denunciado la connivencia del gobierno brasileño con el llamado tráfico de atletas. Esta vez, el gobierno cubano no comentó sobre la decisión de Brasilia.

El gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva parece haber tomado una decisión salomónica. Por un lado, y ante el duro cuestionamiento de Castro, arrestó y deportó a los dos campeones de boxeo amateur. Poco le importó el show mediático que presentó la oposición. Esta semana el diario Folha de Sao Paulo publicaba que los dos deportistas están “abandonados” en la isla, sin entrenar ni competir, en represalia por su “traición”. Legisladores, ex estrellas del boxeo brasileño y otras figuras de la oposición siguen reclamando a Lula por la suerte de los dos campeones. El senador socialista Eduardo Suplicy, un importante aliado del presidente Lula, envió una carta el mes pasado a Castro para pedirle que dejara seguir compitiendo a los boxeadores. Especialmente destacó las posibilidades que tienen de ganar medallas en los próximos Juegos Olímpicos de Pekín. A tal punto el tema sigue caliente en Brasil, que la Cámara de Diputados está por enviar una delegación a la isla para comprobar la situación actual de los dos campeones, Guillermo Rigondeaux y Erislandy Lara.

Pero a pesar de las presiones a favor de los boxeadores, lo cierto es que su historia fue la más confusa de todas. Castro acusó a empresarios alemanes de haberlos tentado con promesas millonarias y a los atletas de haber “traicionado” a la revolución. Los dos cubanos, en tanto, aseguran que fueron sacados de la Villa Panamericana engañados y drogados. Lo que no pueden discutir es que fueron encontrados en una habitación de un hotel en una playa al norte de Río con varias prostitutas y dos ejecutivos de un canal de cable alemán, conocido por haber comprado los contratos de otros boxeadores cubanos que habían desertado para convertirse en profesionales. Pero, por otro lado, la oposición obtuvo su pequeña victoria ayer al conseguir el asilo político para otros dos desertores cubanos. La situación del jugador de handball también había sido denunciada puntualmente por Castro en su editorial. Sin embargo, desde un principio se notó que su suerte no sería la misma que la de los boxeadores. Primero no se trata de un campeón mundial ni de una gran promesa deportiva, como sí lo eran los boxeadores Rigondeaux y Lara. Y segundo, su fuga fue mucho más ordenada. Al día siguiente de su desaparición, Costa Capote ya estaba entrenando en un club de los suburbios de San Pablo, que le había garantizado que se encargaría de todos los trámites para conseguir su residencia permanente. No es la primera vez que lo hace. Costa Capote jugará con uno de sus antiguos compañeros, que desertó años atrás.

El caso del ciclista Fernández García es distinto. La prensa recién supo de su deserción ayer, cuando el Ministerio de Justicia anunció su nombre junto con el del jugador de handball. La Habana no había reclamado por él y, por ahora, no parece tener ninguna empresa o club patrocinándolo. El otro misterio que queda por resolver en el caso de los desertores cubanos es el del entrenador del equipo de gimnasia, Lázaro Lamelas. Inicialmente, el Ministerio de Justicia había informado que Lamelas había presentado su pedido de asilo político. Sin embargo, en la conferencia de ayer sostuvieron que el cubano no había llegado a terminar el trámite y que todavía estaba negociando un cargo como entrenador en la sureña ciudad de Curitiba.

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Los boxeadores Lara (centro) y Rigondeaux al ser detenidos. A Costa y García les fue mejor.
 
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