EL MUNDO › OPINION

El poder desnudo

 Por Claudio Uriarte

Might makes right”, el poder hace el derecho: esta frase es muy vieja, y lo único verdaderamente escandaloso en la nueva Doctrina de Seguridad de Estados Unidos es que lo que siempre se hace, pero nunca se admite, haya sido divulgado públicamente, con la firma del presidente George W. Bush. Las de Irak y Afganistán no fueron guerras preventivas ni unilaterales, ya que fueron en respuesta a agresiones y contaron con aliados; la de Kosovo no fue unilateral, pero ya se pareció bastante a una guerra preventiva, en la medida que ningún miembro de la OTAN había sido atacado por Yugoslavia, y lo que se aduce hoy que está planeándose contra Irak sería una guerra preventiva pero no unilateral, ya que hay países –Gran Bretaña, Uzbekistán– dispuestos a sumarse a la ofensiva. Pero la guerra unilateral preventiva dista de ser una novedad: la Guerra de los Seis Días en la que Israel destruyó en 1967 la mayoría de las fuerzas aéreas de los países árabes que se preparaban para atacarla fue unilateral y preventiva, como lo fue su bombardeo al reactor nuclear iraquí Osirak en 1981. A esto se parecería una guerra estadounidense contra Irak, pero es curioso observar que el unilateralismo no forma parte de este momento de la actual formulación política de la administración, que pese a lo que dice está actuando hasta ahora dentro de los marcos de la ONU; justamente estos marcos son los que hacen sospechar que los ladridos de Washington a Irak tienen como principal destinatario, hasta ahora, a los votantes del 5 de noviembre.
Lo más interesante estratégicamente en el documento de ayer es el abandono de la contención y la disuasión propios de la época de la Guerra Fría por una combinatoria que va desde la autoconcesión al poder estadounidense de un amplio margen de maniobras ofensivas y la construcción del defensivo escudo antimisiles. Desde el punto de vista de la legalidad internacional, el documento de ayer debería ser nulo de toda nulidad, pero es un hecho que la legalidad internacional se va modificando según las relaciones de fuerzas. En otras palabras: lo que permite a Estados Unidos este inédito diktat internacional es la desaparición de la Unión Soviética y de cualquier competidor militar significativo. El atlantismo ha dejado de existir, tanto porque el fin de la URSS le restó sentido como por el hecho de que el gasto militar europeo es una broma. En este contexto, la atención estadounidense se desplaza a Asia, y las alianzas formales pierden sentido: son las misiones las que determinan las coaliciones.

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