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Los eternos olvidados

 Por Mercedes López San Miguel

En Colombia gana quien mejor vende una imagen de duro. Un duro como Juan Manuel Santos, que se hizo propaganda con el rescate a la rehén más famosa, Ingrid Betancourt, y con el ataque al campamento de las FARC en suelo ecuatoriano. En el afán de acabar con la guerrilla, el ex ministro de Defensa de Uribe no tuvo en cuenta a las víctimas del conflicto. Para Santos, va este breve recordatorio.

Las principales víctimas son los desplazados, los muertos por la violencia y los desaparecidos. En 2009 hubo más de 286.000 nuevos desplazados según la ONG Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes). Los campesinos y los pueblos indígenas fueron las comunidades más afectadas. Carlos Ríos, miembro de la Cruz Roja en Colombia, se refirió a este fenómeno. “El desplazamiento tomó una nueva proyección en los últimos años. Bajó el traslado masivo y aumentó el desplazamiento individual hacia centros urbanos debido a los enfrentamientos entre el ejército y la insurgencia. A nivel nacional nosotros registramos unas 50.000 víctimas.”

En base a informes, la Fiscalía General de la Nación sigue investigando alrededor de 20.000 desapariciones forzadas. Serían 40 mil las personas desaparecidas en los últimos 15 años, entre ellos sindicalistas, líderes políticos y trabajadores rurales. Tan sólo el número de ejecuciones extrajudiciales de civiles por parte del Ejército, “los falsos positivos”, asciende a 2000. Al mando del ministro Santos, los militares ejecutaron a decenas de civiles para hacerlos pasar como bajas guerrilleras.

A todo esto se suma un asunto inacabado: el paramilitarismo. El proceso de desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) está fracasando, según Human Rights Watch y los ex jefes paras extraditados a Estados Unidos. El paramilitarismo se rearmó en bandas emergentes.

El gobierno de Alvaro Uribe no se ocupó de la crisis humanitaria. Ejemplo de ello es que se negó a apoyar un proyecto de ley, conocido como Ley de Víctimas, encaminado a proporcionar reparación de manera no discriminatoria, es decir, con independencia de que el perpetrador fuera un agente del Estado o no. El Congreso rechazó el proyecto en junio.

A la luz de los resultados de ayer, una mayoría de los colombianos votó por la continuidad de la doctrina Uribe de la seguridad democrática. ¿Y los desplazados, los muertos y los desaparecidos? Pregúntele a Santos.

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