EL PAíS › UN ACTO EN LA CAPILLA ARDIENTE Y UNA MISA EN LAS ESCALINATAS

La despedida en el Congreso

El ex presidente brasileño José Sarney y el vicepresidente Julio Cobos estuvieron entre los oradores que lo despidieron ayer en el Congreso, en un acto de tono emotivo. El arzobispo de Rosario ofreció luego una misa.

 Por Sebastian Abrevaya

Por segundo día consecutivo y por última vez, una multitud despidió ayer al ex presidente Raúl Alfonsín. En las puertas del Congreso nacional, miles de hombres y mujeres se concentraron para presenciar el acto institucional y la misa de acción de gracias por el ex mandatario radical. Adentro, en el Salón Azul del Senado, sus familiares y amigos, dirigentes radicales y funcionarios de su gobierno escucharon las palabras de los seis oradores: el ex vicepresidente Víctor Martínez, el senador Ernesto Sanz, el titular de la UCR, Gerardo Morales, el ex presidente de Brasil José Sarney, el titular de la Cámara de Diputados, Eduardo Fellner y el vicepresidente Julio Cobos. Luego, el primo hermano de Alfonsín, el arzobispo de Rosario, José María Arancedo, brindó la misa de cuerpo presente en la puerta del Parlamento.

El cielo estaba gris, por momentos salía el sol, por momentos llovía. Un arco iris se convirtió en corona del Parlamento. El mal tiempo no impidió que la zona del Congreso se poblara de banderas radicales y argentinas, remeras con el famoso “RA”, boinas blancas, pancartas, lazos negros y escarapelas. “Al-fon-sín, Al-fon-sín”, cantaron una y otra y otra vez. A las 10.30, la gente continuaba entrando a la capilla ardiente para ver el cuerpo de Alfonsín, hasta que poco después se cerró la puerta.

Decenas de políticos presenciaron la ceremonia. El jefe de Gabinete, Sergio Massa, encabezó la comitiva del Poder Ejecutivo, seguido por los ministros, Florencio Randazzo, Carlos Tomada y Juan Carlos Tedesco. Los gobernadores de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli; de Córdoba, Juan Schiaretti, y de Santa Fe, Hermes Binner, visitaron la capilla ardiente. También el jefe de Gobierno, Mauricio Macri.

Prácticamente todos los dirigentes radicales de los últimos 25 años despidieron a su último gran líder. El ex presidente Fernando de la Rúa, los miembros de la ex Junta Coordinadora Nacional, integrada por Leopoldo Moreau, Federico Storani, Enrique Nosiglia, Jesús Rodríguez, Luis “Changui” Cáceres, entre otros, participaron. Los ex gobernadores Angel Rozas y Eduardo Angeloz, al igual que varios funcionarios de su gabinete como el ex canciller Dante Caputo. Más allá de los enfrentamientos internos, convivieron armoniosamente con la actual conducción del partido, liderada por Morales, Sanz, los cordobeses Oscar Aguad y Mario Negri.

Hubo una importante presencia de dirigentes de la Coalición Cívica, con Elisa Carrió a la cabeza. La acompañaban Alfonso Prat Gay, Patricia Bullrich, Enrique Olivera y Adrián Pérez. Llamó la atención la presencia ayer de Augusto Alasino y la de José Luis Manzano el miércoles. El cardenal Jorge Bergoglio pasó y rezó junto al féretro.

Las coronas de flores embellecían las grises escalinatas y la explanada del Congreso nacional. El cuerpo de granaderos a caballo General San Martín se instaló a las 11 al frente del edificio.

El encargado de iniciar la ceremonia fue el vicepresidente de Alfonsín, Víctor Martínez. “Se ha cerrado el libro de la existencia física del doctor Raúl Alfonsín, pero se ha abierto el libro de un legado imperecedero”, comenzó. Lo siguió Sanz, el titular del bloque de senadores de la UCR, quien retomó el tema del legado y aseguró que éste es “Alfonsín mismo y su conducta”. “Seguimos siendo, como siempre, la vida y la paz”, cerró Sanz su intervención.

A su turno, Morales habló visiblemente emocionado. Alfonsín “demostró que es posible la política con honestidad y austeridad. Estaría de acuerdo si le decimos al pueblo que tenga fe y esperanza. Gracias Raúl por enseñarnos a comprender que se puede ser político y a la vez decente, por enseñar a creer en la política, gracias Raúl por honrar la vida y la paz”, dijo Morales, al borde del llanto.

Sarney le dedicó un vibrante discurso en el que destacó la política regional de su entonces par argentino: “El coraje, la visión de estadista de Alfonsín, abrieron camino para los cambios que marcaron profundamente no solo a la Argentina, sino a toda la América latina”, aseguró. El ex mandatario habló en nombre del presidente Lula da Silva y del pueblo brasileño. Según Sarney, el líder radical “entra para la eternidad de la historia como el patriota, el apóstol de la democracia, por la honradez de su trayectoria sin mácula”.

Fellner, titular de la Cámara Baja, fue el más breve de los oradores. Prefirió referirse al “luchador de la libertad y la democracia” como un “ejemplo de vida”, pero a diferencia de otros discursos –que parecieron como una crítica al oficialismo– aclaró que “el diálogo no significa siempre consenso, significa también disenso”.

“Otra vez protagonizo un momento más trascendente en mi vida, para honrar a un hombre y homenajear a un gigante de la democracia.” Con esas palabras comenzó Cobos su discurso, recordando su voto no positivo. El vicepresidente fue el más aplaudido. Ofició en la práctica como el nuevo líder de la UCR y se movió como si nada hubiera sucedido entre quienes lo expulsaron por traidor no mucho tiempo atrás. Cobos destacó la “abnegación” de Alfonsín, “su renunciamiento en pos de lo público”.

Una hora más tarde y bajo una leve llovizna, la gente presenció la misa concelebrada por Arancedo y el secretario de la Conferencia Episcopal, Enrique Ghía. Ricardo Alfonsín leyó una Carta del Apóstol San Pablo que alude a la “reconciliación con Cristo”. Después siguieron las palabras de Arancedo, quien recibió nuevos aplausos cuando dijo que la misa estaba concebida para “despedir a un hombre bueno, a un político honesto y al ex presidente Raúl Alfonsín”. “Querido Raúl: que el Señor, tu Padre, te reciba, y descanses en paz”, concluyó el sermón Arancedo.

La misa terminó y el féretro inició su lento camino hacia el cementerio de Recoleta, rodeado de gente que lo tocaba y le arrojaba flores.

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El arzobispo José María Arancedo, primo de Alfonsín, dio la misa en las escalinatas del Congreso.
Imagen: Pablo Piovano
 
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