EL PAíS › EL CONSULTOR DE IMAGEN JAIME DURáN BARBA, EL HOMBRE DETRáS DE LA CAMPAñA DE FRANCISCO DE NARVáEZ

“El poder fue y siempre será espectáculo”

Anuncia la candidatura presidencial de Macri para 2011, aunque dice que es peligroso lanzarse temprano. Elogia a “Gran Cuñado” y dice que Kirchner, Carrió y Reutemann son dirigentes antiguos. “El cierre de campaña de Kirchner fue bien demodé”, señala.

 Por Werner Pertot

Aunque con fiebre (no sabía si gripe A), Jaime Durán Barba está en su mejor momento. Asesoró a Mauricio Macri en su victoria en Capital en 2007 y fue el hombre detrás de la cortina en la campaña de Francisco de Narváez con la que derrotó a Néstor Kirchner. King maker, le dicen en el ambiente cool de la derecha. En diálogo con Página/12, ubica a Carlos Reutemann, Néstor Kirchner y Elisa Carrió en una generación antigua. “Empiezan a aparecer líderes que son más hijos de la televisión, de la nueva época”, dice, en obvia referencia a los referentes de Unión-PRO.

Tiene cuatro títulos: doctor en Derecho e Historia, magister en Sociología y licenciado en Filosofía Escolástica. Fue jefe de gabinete del presidente ecuatoriano Jamil Mahuad, que se fugó en 2000 en medio de una crisis económica similar al corralito. Con ese cargo, lo conoció a Carlos Menem. “No lo asesoré. En general, los ex presidentes son clientes insoportables”, advierte. En los ’70, Durán Barba estudió en Mendoza. Recuerda que militó en la JP y que cruzó a Chile a festejar la victoria de Salvador Allende.

–Además de Unión-PRO, en América latina aparecieron candidatos millonarios como Sebastián Piñera en Chile o Alvaro Novoa en Ecuador.

–Soy amigo de Alvaro, somos del mismo círculo social, aunque nunca lo asesoré. Gastó decenas de millones de dólares, regalaba sillas de ruedas en los actos, de todo, y no logró nunca ganar. Nunca vi alguien que gaste más plata y la otra vez sacó siete por ciento. Así que no es cuestión de tener plata solamente. De Narváez desarrolló otras cualidades. Es un candidato moderno, cosa que es poco frecuente.

–Entonces, ¿por qué no quiso hablar del matrimonio homosexual?

–El tema de la sexualidad asusta a los mayores de 40 años. Y le temen a la Iglesia Católica, que todavía está contra los anticonceptivos. Algo totalmente anticuado. Así que no es sólo una visión de oportunismo político. Son temas difíciles de tratar. La mayoría de los candidatos preferirían ser angelitos asexuados que sólo hablan de teorías. Pero la sexualidad y la política están muy implicadas.

–Para usted, ¿De Narváez es un candidato erótico?

–Sí, sin duda. De Narváez es un tipo apuesto, simpático.

–¿Cómo jugó el tatuaje en el cuello?

–Al principio, yo temí que el tatuaje fuera algo negativo. Pero lo comunicó mucho con los jóvenes.

–¿Cómo se convierte a un millonario en “alguien como vos”?

–Antes los candidatos tenían título: eran el general Perón, el doctor Velazco Ibarra, el doctor Haya de la Torre o el general Cárdenas. Eso correspondía a una familia feudal en la que los padres eran dioses y los niños no teníamos derechos. Yo siempre traté a mi viejo de usted y mis nietos me tratan como cuate de su escuela. Y eso pasa con los políticos: se los trata por el nombre. Es una tendencia mundial. Ahora Calderón en México es “Felipe”. De Narváez, además, supo mezclarse con la gente. Es una persona que suscita cariño, porque no pone distancias.

–Macri, en ese sentido, es distinto.

–Macri pone más distancia, sí. Tienen que ver su psicología y su forma de ser. De Narváez tiene una facilidad para comunicarse con la gente.

–¿La estrategia de desperonizar fue central para ganarle a Kirchner?

–Lo de la desperonización tiene un sentido. Hicimos una encuesta hace un año con la pregunta: “¿A usted le importa que el próximo presidente sea peronista?”. Hay un 66 por ciento al que no le importaba.

–¿Cómo influyó el programa de Tinelli?

–Influyó, no hay duda. Ese programa tiene algo bueno para la democracia: le comunica algo de política a la gente que odia la política. Hubo dos personajes que ayudaron: De Narváez y Kirchner. El Kirchner de Tinelli era muy agradable, campechano. No una persona a la que tendrías miedo.

–De Narváez recibió críticas por frivolizar la campaña...

–El poder fue y siempre será espectáculo. Imaginate un señor que sale a la Plaza San Pablo en blue jeans y con un gorro de jockey. Lo bajan a patadas. Si se disfraza con una túnica blanca, un sombrero raro y un bastón, todo el mundo llora porque es el Papa. El poder es espectáculo.

–Se critica que sea un espectáculo sin ningún programa. Por ejemplo, ¿se pondrán de acuerdo sobre las estatizaciones y las privatizaciones?

–Yo trato mucho con Macri y en la última época estuve mucho con De Narváez. Son gente mucho más centrada. Hay empresas estatales y privadas que funcionan bien y son eficientes. En lo que coinciden es en que el servicio sea eficiente. No creo que las posiciones que parecieron tan extremas en la prensa (privatizar todo, estatizar todo) sean reales.

–¿Alguna vez tendrán una base programática común?

–La política es así: ¿qué base programática crees que tuvieron Firmenich y López Rega, cuando ambos eran peronistas? Yo estuve cuando se proclamó la candidatura del General y estábamos todos. ¿Qué tenían en común Lorenzo Miguel con los sectores de la Tendencia?

–En el caso de Unión-PRO, ¿quién es López Rega y quién Firmenich?

–(Se ríe.) Felizmente, no está ninguno de los dos...

–¿Existe un futuro en común para Macri, De Narváez y Solá?

–Yo creo que sí. Hay un diálogo que, de a ratos, es más natural entre De Narváez y Macri, que son muy parecidos, dado que no han estado en la política. Los que viven la militancia desde la juventud adquieren una serie de ritos que son una obligación. Felipe es un peronista de trayectoria, para el que los ritos del peronismo son más importantes. No soy católico, pero respeto los ritos de los católicos.

–¿A Macri esta vez le conviene lanzarse a presidente?

–Falta tiempo, pero el 2011 es una muy buena fecha para la candidatura de Macri. Está preparado: será un buen candidato y un buen presidente.

–¿Debería lanzarse ahora, como piensa De Narváez?

–Son peligrosas las candidaturas muy tempranas.

–En 2006, Carrió se lanzó para la elección de 2007.

–Y ya ves las veces que ha ganado (se ríe).

–¿Puede tender puentes con Reutemann?

–Macri no está en la disyuntiva de peronismo o no peronismo. El y De Narváez son dirigentes de la nueva etapa y Reutemann es un respetable dirigente de la antigua etapa. Francisco quedó posicionado muy bien para gobernador: si le ganó a Kirchner, otros candidatos son más fáciles.

–¿A Solá lo ubica como titular de la Cámara de Diputados?

–Es una de las ideas. Solá es un buen legislador. Hay otros: Pinedo también. Es serio, notable y podría estar frente a la Cámara.

–¿A Michetti le reconocen capacidad para gobernar?

–Se estudió. La gente confía en Gabriela: podría ser una buena candidata.

–¿Qué pasó con la campaña de los Kirchner?

–Kirchner y la doctora Carrió son de una generación que vivió su infancia sin televisión. El cierre de campaña de Kirchner fue bien demodé: el escenario solemne y el protocolo, que es un conjunto de normas por el cual siempre terminas sentado junto a un idiota. ¿En qué estaban pensando los que asistieron? En si Kirchner iba a ir a la noche al programa de Tinelli.

–¿Cómo vio el discurso de la presidenta Cristina Fernández?

–Las elecciones dieron un mensaje. Que Kirchner perdiera en la provincia era algo que nadie imaginaba. Que haya perdido en Santa Cruz. Algo está pasando. Si tú sientes que te duele el corazón, el pie, el riñón, vas un rato a la clínica a que te revisen. Hay síntomas de que hay una crisis, de que en algo se han equivocado. Es el momento de una autocrítica, de escuchar a la gente de oposición. Y plantear una salida más consensuada.

–¿Está en ese camino?

–Todavía no. Cuando te dan una mala noticia, la primera reacción es decir que no es cierto. Estamos en una etapa de negación y hay que pasar por las otras etapas hasta que se asimile. Así funciona nuestra psicología.

–En psicología, ¿no son las etapas para aceptar su propia muerte?

–Sí... Pero no necesariamente es este el caso.

–¿Cuánto le pagó De Narváez por asesorarlo en esta campaña?

–Mucho menos de lo que imagina la gente.

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“El programa de Tinelli tiene algo bueno para la democracia: le comunica algo de política a la gente que odia la política”, opina Jaime Durán Barba.
Imagen: Pablo Piovano
 
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