EL PAíS › CONCLUYó EL ENCUENTRO NACIONAL DE JóVENES CONVOCADO POR LA CTA

“Una ONG no alcanza para transformar”

Con la participación de cuatrocientas organizaciones territoriales, sociales y políticas de centroizquierda, la juventud de la Constituyente Social debatió cómo formar un espacio común capaz de encarnar un movimiento político masivo.

 Por Alejandra Dandan

Desde Embalse Río Tercero

A la mañana temprano, Luis y Sebastián apuraban un desayuno tardío en una de las viejas confiterías de los aún más viejos hoteles de turismo social de Embalse. Recién se levantaban. Y frente a un enorme tazón de café con leche discutían con pasión de Evo Morales, de sus chances, de la Mesa de Enlace o de cómo es pasar de una organización social a la inserción en un partido político. El escenario de fondo era la segunda jornada de un encuentro de más de dos mil jóvenes, convocado por la CTA en Córdoba, y del que participan unas cuatrocientas organizaciones territoriales, sociales y políticas de los espacios de centroizquierda. Divididos en once comisiones, los jóvenes discutieron a lo largo del día sobre las prioridades que deben darse para construir esos mismos espacios comunes que a los adultos parecen hacerlos estallar en el aire. Desde ahí intentan construir un movimiento de masas, la rama joven de lo que llaman la Constituyente Social. Mientras, los discos de Manu Chao sonaban de fondo.

“Cuando te enganchas en una ONG o en un espacio social, al poco tiempo te das cuenta de que eso no te alcanza para trasformar algo”, decía Luis, tazón en mano. “Y te das cuenta de que necesitás un partido político.” Los dos venían de San Miguel, del distrito marcado por la presencia de Aldo Rico, y ensayaban el armando de un documental con los hits del ex carapintada para proyectar en la plaza del centro de la ciudad en diciembre, cuando Rico asuma su banca de concejal. Luis pasó de trabajar en una ONG de educación popular a organizar un centro de estudiantes en medio de un colegio de curas, pasó por el Frente para la Victoria y ahora trabaja con Martín Sabbatella en el proyecto del partido político.

El encuentro en Córdoba expresa experiencias parecidas. Tras la crisis de 2001, el estallido de los partidos y la crisis de representación, la CTA convocó a otras organizaciones a generar un espacio social, político y cultural más amplio para construir un entramado de masas al que llaman la Constituyente Social. El año pasado convocaron el primer encuentro nacional con 30 mil personas en Jujuy, y ahora, el primer encuentro de jóvenes de Córdoba es la base para preparar el nuevo encuentro anual que se hará en Neuquén, en noviembre.

Con las organizaciones sociales, gremiales y territoriales llegó también el abanico completo de buena parte de las agrupaciones de centroizquierda. Desde Nuevo Encuentro, Proyecto Sur, Partido Humanista y la Fede del PC hasta Quebracho.

“Los gremios habitualmente tienen una línea, pero cada afiliado es dueño de hacer lo que quiera políticamente –sigue Luis, mientras va tragando su taza de leche–. En ese sentido, acá te podes encontrar desde PRO hasta los kirchneristas, Quebracho o nosotros también.” “Sí, sí –le discutía Sebastián desde la taza de enfrente–. ¡Abierto, pero entre comillas!”, aclaró. “El pensamiento de la Constituyente habla del socialismo y hay que ver si ellos se lo bancan.”

El año pasado, uno de las notas más citadas de la convocatoria de la Constituyente Social en Jujuy era la presencia de la Federación Agraria. Había trascendido una y otra vez que al encuentro de Jujuy iba a ir Eduardo Buzzi. No fue, y aquí todo el mundo aclara que nunca lo invitaron. No hay presencia de los jóvenes de la Federación Agraria ni de ninguno de los sectores de centroderecha en el que los jóvenes ubican políticamente también a los federados.

A las diez y media de la mañana, las derivas de la Mesa de Enlace, los discursos apocalípticos de Elisa Carrió y los avances mediáticos de Francisco de Narváez empezaban a oírse en las comisiones de trabajo. Los jóvenes de entre 15 y 30 años discutían fogosamente como adultos dispuestos a trazar todo un programa político. El gran tema que iba copándolo todo, de comisión a comisión, de hotel en hotel, era sin embargo el de los nuevos líderes latinoamericanos. Ese perfil de Evo Morales que aparece como una especie de estrella de la política revolucionaria, Hugo Chávez, Lula, Correa y Lugo. Y, en las asambleas, una situación empezó a atravesar todos los debates: los golpes de Estado. En especial, el golpe contra el gobierno de Honduras, porque para esta generación se trata de una de las pocas veces que asisten a uno en tiempo presente.

Bajo el chiflete helado que se colaba a través de un vidrio roto, un rubio tomó la palabra al abrir una discusión. “Para cambiar las cosas, yo creo que lo primero que hay que hacer es saber cuál es el enemigo. Y no se puede mirar el proyecto de país sin mirar el continente: para nosotros, como generación, éste es la primer golpe de Estado que estamos viviendo, ¡hay un golpe de Estado! Y la juventud no lo está viviendo, por lo menos en Buenos Aires.”

Las siete bases militares norteamericanas en Colombia, el arrinconamiento de los pueblos originarios en el Amazonas peruano y la tragedia de Evo si en el sur de Bolivia avanzan los movimientos de derecha calaron en la agenda. “Evo dijo que si en Chile y Argentina hay gobiernos de derecha, su país se cae –sigue el rubio–, y esto me parece importante porque la estrategia de dominación del imperio es aislarnos: la UIA conspira, la Mesa de Enlace conspira, el PJ disiente y hay una derecha que tiene vinculación con la derecha regional que avanza. La Constituyente no tiene que estar ajena para iniciar un proceso de lucha para pararlos.”

Las comisiones siguieron el ritmo de las asambleas de las fábricas. Una lista de oradores iba marcando los tiempos, y cada uno lanzaba en nombre de su organización y pronunciaba las prioridades, líneas de acción y estrategias. Leonel, de la UBA, pedía dejar atrás la anestesia de los ’90 y ver cómo hacer para que las luchas fragmentadas de los sectores del centroizquierda terminen ampliándose. La Fede de Buenos Aires habló de la experiencia de Nuevo Encuentro, dijo que la Constituyente parece un espacio interesante, pero también apuntaron a construir políticas de trabajo en los municipios del conurbano. Los humanistas pidieron crear asambleas ciudadanas para acercar a la gente a la política. Miguel, de Proyecto Sur, se puso un buzo negro con el nombre de las empresas privatizadas en los ’90: desde YPF hasta Fabricaciones Militares, Gas del Estado, Somisa, Ferrocarriles Argentinos. Luego de pedir la vuelta a las estatizaciones y reclamar que se abandone el modelo de país agrominero de exportación, habló de un “criterio de unidad” para frenar la “fragmentación del espacio progresista”.

Al mediodía, a varios metros de ahí, en uno de los salones más fríos de otro de los hoteles, en una comisión se abrió uno de los debates más acalorados. De un lado, Quebracho y del otro, el Proyecto del Parlamento Juvenil de San Martín, un grupo de estudiantes secundarios de unos dieciocho años que vienen de las escuelas publicas y más pobres del conurbano bonaerense, que el año pasado empezó a elegir concejales juveniles entre los secundarios para integrar el parlamento de San Martín. Los primeros proponen la acción directa, aun en el marco de la Constituyente, a donde llegaron porque creen en la construcción de un gobierno popular pero bancado desde la calle. Del otro lado, en cambio, los de San Martín prefieren las sillas parlamentarias. “Es que nosotros decimos: no a la violencia”, decía Marcos Mera. “El cambio se hace presentado un proyecto que sea avalado y entonces el poder te va a escuchar y no hace falta ir y tomarlo a la fuerza.”

Una radio comunitaria le preguntó a Víctor De Gennaro por los jóvenes. El Tano habló antes de cerrar el encuentro sobre el escenario: “Son los jóvenes el motor de las marchas colectivas, el 70 por ciento de las marchas de derechos humanos están integradas por jóvenes. La vitalidad es impresionante y a eso había que abrirle un cauce para que ese río de experiencias pueda trasformarse en la construcción orgánica y voluntaria de la Constituyente Social”.

En el galpón del polideportivo de Embalse, a la nochecita entraban las columnas de las organizaciones con las conclusiones, producto del trabajo en comisión (ver aparte). Para el 23 de octubre se viene una marcha nacional de los jóvenes, en el aniversario del encuentro del año pasado. Y una decisión de salir a ocupar la calle para disputarles el espacio político a los que buscan ocuparlo con otros objetivos.

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“Son los jóvenes el motor de las marchas colectivas”, dijo Víctor De Gennaro, dirigente de CTA.
Imagen: Miguel Viezzoli (gentileza CTA)
 
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