EL PAíS › EL JEFE DE GOBIERNO PORTEñO, MAURICIO MACRI, DECLARó COMO IMPUTADO EN LA CAUSA SOBRE EL ESPIONAJE PORTEñO

Se tomó seis horas para hacerse el distraído

En su descargo buscó mostrar que no tuvo nada que ver con las actividades ilegales del ex jefe de la Policía Metropolitana, Jorge “Fino” Palacios, ni con el espía Ciro James. Deslindó responsabilidades en el ministro de Justicia y en el ex ministro de Educación.

 Por Irina Hauser y Raúl Kollmann

“No tengo idea, no participo, no me interesa el tema de escuchas telefónicas”, repitió una y otra vez el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, durante la indagatoria ante el juez Norberto Oyarbide, quien lo vincula con el espionaje a su propio cuñado, Daniel Leonardo, y al dirigente de Familiares de AMIA, Sergio Burstein. Así fueron la mayoría de sus respuestas, orientadas a mostrar que no tuvo nada que ver con las actividades ilegales de su primer jefe de la Policía Metropolitana, Jorge “Fino” Palacios, por las que deslindó responsabilidades en el ministro de Justicia, Guillermo Montenegro, ni con las tareas de espía de Ciro James, por las que apuntó al ex ministro de Educación Mariano Narodowski, que lo nombró asesor. Macri argumenta que no tenía trato directo con ninguno de los dos, procesados como pilares de la asociación ilícita que él está sospechado de integrar. A James, insistió en que ni siquiera lo conoce. Este planteo surge del escrito de 40 páginas que llevó a la cita con el juez, donde sostiene que la causa judicial se orquestó a partir de una maniobra del gobierno nacional y que fue “direccionada” contra su gobierno. Reclamó, además, que se investigue el papel de la Policía Federal y la SIDE.

Macri llegó al juzgado con la idea de que, con el escrito en mano, no le harían preguntas, o serían pocas. Pero su estadía duró desde las diez de la mañana hasta las cuatro y media de la tarde. Oyarbide estuvo presente toda la declaración, parado inmutable junto al escritorio del secretario del juzgado. El jefe de Gobierno porteño respondió con tono de fastidio, según testigos de la audiencia. Antes de que empezara el interrogatorio, dijo que “no entiende el hecho del cual se lo acusa” y le recriminó al juez, cara a cara, que lleva adelante “una investigación atomizada y sesgada”, orientada hacia él, que hasta ahora omitió revisar trabajos de espionaje de James previos a 2007. En el juzgado le señalaron que la asociación ilícita había sido confirmada por la Cámara Federal, que además ordenó investigar hacia arriba.

A Macri, Oyarbide lo vincula con la escucha ilegal a Burstein, quien criticaba públicamente la designación de Palacios en la policía porteña dada su vinculación con el encubrimiento del atentado a la AMIA, por lo que fue procesado días después de renunciar a la nueva fuerza. Los investigadores suponen que el jefe de Gobierno tenía un interés directo en escucharlo y en conocer qué iba a pasar con su situación en la causa AMIA. La escucha a Burstein disparó el comienzo de la causa del espionaje, después de que recibió un llamado anónimo que le advertía que Palacios lo estaba escuchando. Luego se supo que lo habían involucrado en una investigación por homicidio en Misiones, de donde salió la orden para escucharlo. La SIDE lo grababa y las escuchas las retiraba James.

En el expediente quedó claro que Palacios y James –ambos presos– tenían una relación estrecha: en dos meses habían hablado 190 veces por teléfono, y lo habían hecho en momentos clave de las escuchas, entre otras la realizada a Burstein. Otra de las personas espiadas fue el cuñado de Macri, Daniel Leonardo, casado con Sandra Macri. Leonardo testificó que lo había mandado a investigar su suegro Franco Macri y que lo habría hecho con ayuda de Mauricio. Cuando a Leonardo le pincharon el teléfono, James fue nombrado en el Ministerio de Educación porteño. Las escuchas las retiraba James se dirigía a algún domicilio en Barrio Parque (o cerca), donde vive Macri, según delató la ubicación de su celular.

Para despegarse de las actividades ilícitas tanto de James como de Palacios, el jefe de Gobierno apuntó a los ministerios de los cuales dependían, con la excusa de que la Ciudad tiene muchos empleados –120 mil– y que cada cartera tiene autonomía y contrata la gente que quiere. Mientras el Fino estuvo en la Metropolitana, señaló, “su actuación estuvo bajo la égida del Ministerio de Justicia y Seguridad”. James, dijo, fue “contratado como asesor externo con un grupo de profesionales de la Universidad de La Matanza” en el Ministerio de Educación. También dijo desconocer que James iba como representante de la Metropolitana –donde aún no estaba nombrado– a reuniones con autoridades del Ministerio Público. Tanto el ministro de Seguridad, Montenegro, como el ex titular de Educación, están imputados y fueron indagados la semana pasada.

- Palacios. Nada en los dichos de Macri ante el juez hace pensar que Palacios dejó de ser su comisario favorito, ya que sigue sin cuestionarlo. Cuando le preguntaron por qué lo nombró en la Metropolitana, volvió a decir que venía galardonado, “con las mejores referencias” y con una buena performance como jefe de seguridad de Boca. Y que como “un sector de la comunidad judía y la propia Embajada de Israel” lo avalaban, minimizó su compromiso en la causa del atentado. Hasta que estalló el escándalo del espionaje, dijo, no tenía noción de que el Fino tenía una agencia de seguridad ni que la compartía con Osvaldo Chamorro, su segundo en la Metropolitana, ni que interceptaba teléfonos. “Tampoco había motivos para sospechar”, dijo.

- James. “No lo conozco, no hablé, no sabía que existía”, repitió Macri.” Castellano básico: no lo conozco”, se ofuscó, cuando el nombre de James ya había aparecido en unas cinco preguntas. “Desconocía”, dijo, que fuera empleado de Educación, y que hubiera solicitado entrar a la Metropolitana. Aseguró que, según le dijo el ex ministro Narodowski, había empezado “como asesor” en marzo de 2008 y “no fue como supuesta contraprestación por haber intervenido al señor Leonardo”. Sin embargo, la contratación se produjo en mayo de ese año y coincide con la escucha al parapsicólogo y con la época en que, como admite Macri en el escrito, ya estaban trabajando en el armado de la Metropolitana, que conduciría Palacios, a quien siempre dijo que le confiaría la seguridad de su familia. Ningún funcionario porteño pudo demostrar que haya hecho trabajos concretos para el Ministerio de Educación, no hay ni un dictamen, ni un papel, nada. Por eso el juzgado sostiene que su cargo de asesor fue una pantalla. Macri señala que por las escuchas que hizo en ese período, James debe responder “a título personal”. Y acota que como cuando fue contratado “omitió mencionar” que “era policía federal en actividad”. Le resulta “inverosímil”, dice, que “James haya realizado escuchas a espaldas de la Federal –donde revistó desde 2003– y de la SIDE”. Por eso pide medidas de prueba que se remontan a 2004, cuando él ni siquiera era jefe de Gobierno.

- Burstein. Para desligarse de la escucha al familiar de AMIA, Macri alega que le pincharon el teléfono el 21 de septiembre del año pasado, cuando Palacios ya se había ido de la Metropolitana, el 25 de agosto. Sin embargo, la orden del juzgado de Posadas, por entonces a cargo de Horacio Gallardo –detenido igual que el ex juez José Luis Rey–, es del 10 de agosto. Esto quiere decir que incluso unos días antes a Burstein se lo había introducido como falso sospechoso en un caso de homicidio para justificar el espionaje. La escucha se efectivizó al mes siguiente porque la SIDE no tenía canales disponibles para ejecutarla.

- El cuñado. “Nunca tuve el más mínimo interés en conocer las conversaciones del esposo de mi hermana Sandra. Lo que él haga o deje de hacer no es asunto mío, sino de él mismo y eventualmente de mi hermana”, señaló Macri en su descargo. Sostuvo que con el parapsicólogo tiene un trato “poco frecuente” pero “cordial” y que se “sorprendió” de que lo haya involucrado en la escucha. Leonardo testificó que la pelea pasaba por la fortuna familiar, y que le habían ofrecido plata para separarse de Sandra. En el expediente surge que las escuchas a Leonardo podían apuntar a tener pruebas sobre su vida sexual y exhibírselas a su mujer para forzar el divorcio. Como sea, el espionaje existió y para los investigadores, es impensable que Palacios –considerado jefe de la asociación ilícita– haya participado en un espionaje a Leonardo sin siquiera la venia de Macri, con quien tenía una relación estrecha de muchos años.

La indagatoria tuvo un cuarto intermedio al mediodía, en que Macri almorzó en el comedor de Tribunales con sus abogados y su vocero. Cuando volvió, se quejó de que la carne estaba dura. Al terminar la declaración, dijo que seguía sin saber de qué lo acusaban y se quejó de no haber podido ejercer “su defensa”. Fue el único momento en que Oyarbide habló:

–Este fue su acto de defensa –lo despidió el juez.

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Mauricio Macri y el juez que investiga las escuchas ilegales, Norberto Oyarbide.
 
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