EL PAíS › EN RIO GALLEGOS SE REPITIERON LAS MUESTRAS DE GRATITUD FRENTE A LA BOVEDA CON LOS RESTOS DE NESTOR KIRCHNER

Una despedida que se prolonga en el tiempo

En el cementerio municipal hubo una actividad mayor que la habitual. Quienes se acercaron al panteón que alberga al ex presidente depositaron flores y ofrendas en la reja que lo rodea. También dejaron mensajes de aliento a la presidenta Cristina Fernández.

 Por Nicolás Lantos

Desde Río Gallegos

El viento, que el viernes se había tomado un respetuoso descanso, ayer volvió a soplar en Río Gallegos, calando los huesos. Sin embargo, durante todo el día, los galleguinos se hicieron un rato para pasar a visitar la bóveda con los restos de Néstor Kirchner, dejarle una flor o un mensaje, o simplemente sacarse el gusto que no pudieron darse el día anterior por el estricto operativo de seguridad: despedir al ex presidente. Fue una jornada tranquila y despejada en esta ciudad, que parecía estar recuperándose de la resaca de su día más agitado. Ni siquiera hubo mucho movimiento frente la casa donde Cristina Fernández, junto a sus hijos y los amigos más cercanos, decidió finalmente quedarse en lugar de volver a El Calafate, antes de regresar, esta tarde, a Buenos Aires, donde mañana a primera hora retomará sus actividades.

En la plaza Malvinas Argentinas, frente al Cementerio Municipal de Río Gallegos, todavía pueden verse algunas botellas vacías, envoltorios de golosinas, papeles, colillas y otros resabios de la tarde-noche del viernes. Dos chicos de no más de diez años manipulan un pasacalle que descolgaron o se cayó para improvisar la red de una improbable canchita de tenis. Adentro, el camposanto rebosa de actividad: no sólo por las visitas al mausoleo donde descansa “Lupo”, como todos le dicen por aquí al ex presidente, sino porque mañana y pasado se celebran el Día de los Fieles Difuntos y el Día de Todos los Santos, por lo que se observa a muchos sacándole brillo a las placas de bronce, cambiando las flores secas por otras nuevas en las tumbas de sus seres queridos.

“Hoy vino más gente, un poco más de lo normal, pero tampoco la pavada”, relativiza Nancy, detrás de su puesto de flores de tela, junto a la entrada del camposanto. Las rosas y claveles artificiales son populares aquí: por el clima, no crecen flores en esta tierra, y hay que hacerlas traer de Buenos Aires, lo que eleva mucho su precio: sin embargo tienen su público. Omar, encargado del único puesto que las vende, atiende a un cliente atrás de otro, pero eso no le impide charlar con Página/12. El sí ve “mucha más gente” que otros fines de semana y asegura que nunca vio tanta como el día del entierro. Sin que le pregunten, asegura que “Cristina va a seguir lo más bien” y que “en menos de lo que canta un gallo va a estar levantada”.

El panteón donde están los restos de Kirchner se encuentra rodeado por una reja, adonde los que se acercan fueron dejando sus ofrendas: claveles, rosas y calas (naturales y de las otras), una remera con su rostro, carteles escritos a mano en los que le desean paz y le piden valor a Cristina. Hay banderas argentinas y hasta una chilena, y otras de agrupaciones políticas y sindicatos. No son más de veinte o treinta los curiosos que se acercan a la vez, pero la concurrencia se renueva todo el tiempo. Un niño intenta enganchar una flor en el enrejado y se le cae. Un perro callejero descansa al sol pero parece que estuviera custodiando el lugar, más que los dos guardias de la Infantería local que están apostados cerca de la bóveda.

Osvaldo es un empleado municipal de 65 años que hace dos décadas llegó “del norte, con una mano adelante y una atrás, una mochila y una bolsa de dormir”. El norte, aquí, es casi todo, y en este caso el conurbano bonaerense: Morón. “Ahora tengo casa, me compré una casa en Córdoba”, cuenta con los ojos brillosos. “Nadie hizo tanto por nosotros como Lupo”, agrega, y señala con la cabeza el lugar donde descansa el ex presidente. Junto a él, Raúl, un vendedor callejero de lotería de 44, asegura que “acá, desde que está Kirchner, nunca faltó comida ni techo, en el norte no podés estar tranquilo”. Ambos se entusiasman con un proyecto que tratará hoy, en una sesión extraordinaria, el Concejo Deliberante local: cambiar oficialmente el nombre de la principal avenida de la ciudad, Julio Argentino Roca, por el de Néstor Carlos Kirchner. “Yo no digo que fue Perón, pero estuvo cerca: pegó en el travesaño”, sostiene Osvaldo, que lo conoció militando en el Frente para la Victoria “pero en la primera época, eh”. Y su circunstancial compañero acota que “además Roca era alguien malo, mató indios, les robó la tierra”.

El desparejo dúo también coincide en que “Cristina va a seguir”. El encargado de argumentar es el municipal, que asegura: “La Presidenta tiene mucha fuerza, siempre fue igual, tiene una fuerza de voluntad admirable. El segundo día ya la vi mejor, con otra cara, y eso es por el apoyo del pueblo. Va a ir por la reelección, eso está clavado. Es que es una militante: yo la vi salir a pegar carteles”. Pero ya está cayendo el sol y la concurrencia ralea. Dos chicas de unos 18 años se van, tomadas del brazo. Una llora desconsoladamente y la otra intenta consolarla: “Ahora vamos a poder venirlo a visitar”.

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En la reja que rodea la tumba de Néstor Kirchner se acumulan las flores y las ofrendas que dejan quienes van a despedirlo.
Imagen: Pablo Piovano
 
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