EL PAíS › KIRCHNER NO SOLO DEBE DEFINIR QUIEN SERA EL PROXIMO CANCILLER

La gran pelea por las embajadas

La Cancillería se quedó helada por el freno a los traslados de apuro, pero entra en calor mientras discute el nombre de los embajadores.

 Por Sergio Moreno

El presidente electo Néstor Kirchner no sólo debe definir quién será su canciller sino que además tiene por delante elegir quiénes serán sus representantes en las embajadas claves de la Argentina.
En la Cancillería un manto de hielo se derramó sobre los diplomáticos. Todo se precipitó luego de que Página/12 diera a conocer el malestar que ocasionó la intentona de colocar a varios embajadores en capitales estratégicas a apenas meses de realizarse las elecciones. Y el presidente Eduardo Duhalde frenó aún más los cambios abruptos al llamar personalmente para que Vicente Espeche Gil, el embajador ante la Santa Sede designado hace dos años y medio y sumariado por Carlos Ruckauf y Esteban Caselli, se quedase en su cargo. Ahora lo sacará o no el mandatario que asume el domingo que viene.
Los hombres de “la casa”, como gustan denominarla, hicieron sus deberes pese al hielo: bajo la coordinación del embajador Alberto de Núñez, la Cancillería entregó carpetas a Kirchner y a Carlos Menem cuando los dos aún eran los candidatos que competirían en el ballottage. Es un informe detallado del sistema de relaciones, metas y problemas que tiene la Argentina con el exterior, sin entrar en el área económica. Los trabajos tienen unas 250 páginas y un extenso análisis de la política internacional, las obligaciones que asumió el Estado argentino y, por ende, el futuro presidente, el estado de las relaciones bilaterales más importantes y las políticas que se fijaron desde la recuperación democrática, con diferencias según los gobiernos. Algunos de los temas son el desarme, la negociación sobre las minas antipersonales, la Antártida, la plataforma continental, las Malvinas y, por supuesto, el Mercosur.
Más allá de esta tarea los diplomáticos miran expectantes la ronda de nombres de la que podría salir el canciller. Martín Redrado está fuera de carrera. Juan Pablo Lohlé, uno de los hombre de confianza de Kirchner en este métier, sería designado embajador en Brasilia, hoy la embajada de mayor importancia para la Argentina. Abel Parentini Posse, actual embajador en Madrid, es un hombre de pensamiento antitético al del patagónico: conservador, creyente del mercado y gran cuestionador de la libertad de prensa, tal como lo dejó escrito en La Nación, diario del cual es columnista habitual. Cuando fungía como embajador en Perú mutó en fujimorista ante las protestas de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que depende de la OEA. Posse salió en defensa de Alberto Fujimori –hoy prófugo de la justicia peruana, asilado en Japón– y argumentó en contra de la CIDH. El secretario ejecutivo de la CIDH en ese momento era Jorge Taiana, precisamente otro de los posibles candidatos a ocupar el sillón del piso 13 en el precioso edificio de Esmeralda y Arenales.
De los postulados Taiana es, junto con Lohlé, el que mejor sintonía tiene con Kirchner. El actual secretario de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires fue, además, integrante del grupo Calafate, un núcleo de peronistas que fue convocado en 1998 a esa localidad santacruceña por Kirchner para comenzar un proyecto político cuyo fin era llevar al grupo al poder en 2007. Todo se adelantó.
Para las embajadas más importantes, además del nombre de Lohlé se barajó el de Rodolfo Gil, actual embajador en la OEA. Gil trabó excelente relación con Roger Noriega, cuando el norteamericano era representante de su país ante la OEA. Compartían casi el mismo espacio, banca de por medio. Actualmente, Noriega es secretario adjunto de Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado. Gil podría ser designado embajador en Washington desplazando de su sitio a Eduardo Amadeo, quien el miércoles pasado anduvo mostrándose por el Hotel Panamericano cuando Kirchner dio su discurso indignado por la renuncia de Menem al ballottage. También podría ocupar un destino clave el embajador Federico Mirré, quien guarda mayor cercanía política con el presidente electo que Fernando Petrella, anterior aspirante a la embajada en Londres, el cargo en cuestión.
Archibaldo Lanús, designado hace menos de un año por Duhalde en la embajada en París, podría continuar en su puesto. Lanús es peronista y elabora junto a un grupo de intelectuales neo desarrollistas y keynesianos (entre los que se encuentran Horacio Rodríguez Larreta padre) un plan de desarrollo económico, político y de reforma institucional del Estado que pondría a disposición del patagónico.
De la designación en la embajada en Santiago de Chile, actualmente a cargo del peronista mendocino Carlos De la Rosa, se hará cargo personalmente el nuevo presidente. Es un país al cual le asigna una importancia mayor y por el que guarda un profundo cariño: su madre es chilena de origen.
“Este será un recambio importante –confió a este diario un diplomático que hoy ocupa un importante cargo– ya que coincide la finalización de los mandatos de muchos embajadores (que suelen oscilar entre cuatro y cinco años) y, además, hay cambio de administración.”
Mientras todo esto ocurre, Carlos Ruckauf fue a representar a Duhalde a la reunión de presidentes del Grupo Río en Cuzco, Perú. Desde allí la mayoría de los mandatarios latinoamericanos se trasladará a Buenos Aires para asistir a la asunción presidencial de Kirchner. El plan de Ruckauf de colocar varios embajadores propios antes de la elección del nuevo presidente duró tanto como la vida de una mariposa.

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La sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, escenario de las mayores intrigas.
 
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