EL PAíS › EL TITULAR DE LA CORTE SUPREMA NO
LOGRO EL APOYO DE LOS OTROS SUPREMOS

Un clavo en la cruz de Nazareno

Apostó a una reacción institucional al discurso del presidente Néstor Kirchner pero no lo logró. Ni el resto de sus compañeros de la mayoría automática apoyó a Julio Nazareno en público. El Gobierno, satisfecho por la reacción del Congreso.

Por Victoria Ginzberg y Fernando Cibeira

Julio Nazareno supo ayer lo que es la soledad del poder. O mejor, en este caso, del no poder. El titular de la Corte Suprema llegó a la mañana a Tribunales bromista y desafiante ante el mensaje del miércoles del presidente Néstor Kirchner, en el que instó al Congreso a separarlo de su cargo. “Sí eso, es una de las cosas que tengo que extorsionar”, respondió Nazareno cuando le preguntaron si estaba al salir el fallo del “caso Lema”, un reclamo de un ahorrista atrapado en el corralón. El presidente de la Corte intentaba ser irónico, al tiempo que anunciaba una conferencia de prensa para la tarde. Luego buscó que los otros ministros del Tribunal aprobaran un comunicado en el que le darían una respuesta “institucional” al discurso de Kirchner, pero no tuvo eco. Debió irse por una puerta lateral, sin conferencia ni comunicado. En Diputados, en tanto, la Comisión de Juicio Político abrió el proceso en su contra y el Gobierno redobló la ofensiva: “Muchos miembros de la Corte están emparentados con el delito”, dijo el ministro de Justicia, Gustavo Beliz.
Nazareno no se lleva bien con los micrófonos. Lo puso en evidencia el martes, cuando terminó una rueda con los periodistas con un poco académico “dejate de joder”, expresión que le permitió a Kirchner decir que como presidente de la Corte utilizaba “afirmaciones impropias del cargo”. Ayer se volvió a lucir, tanto al salir de su domicilio como al entrar al Palacio de Tribunales. En vez de decir malas palabras mantuvo una pose sobradora, pero tampoco se destacó. “No sé cuál es la extorsión, no sé cómo extorsionó la Corte. Yo nunca hablé con ellos”, respondió. Y agregó: “Si quieren convocar a un plebiscito, que lo convoquen”.
Una vez en su despacho, Nazareno imaginó que recibiría la solidaridad de sus colegas luego del discurso de Kirchner en el que lo acusó con nombre y apellido, como a la mayoría automática que tantas alegrías le supo regalar al menemismo. “Lo escuché atentamente”, respondió sobre el discurso. “Hoy vengo, como corresponde, a intercambiar opiniones con mis pares, los otros ocho miembros de la Corte”, anunció. No pudo. Sólo conversó en su oficina con Adolfo Vázquez y con Carlos Fayt. Como era obvio, Nazareno estaba mucho más enojado que los otros jueces por el mensaje presidencial e intentó que sus colegas firmaran un comunicado en respuesta.
El borrador, que circuló sin éxito por algunos escritorios, sostenía como argumentos principales que:
- Si el Ejecutivo consideraba que un ministro de la Corte había incurrido en una falta grave debían recolectar las pruebas suficientes y seguir adelante con los caminos institucionales para su enjuiciamiento.
- No correspondía por una mera razón de conveniencia política promover la acusación contra jueces de la Corte porque esto afectaba la independencia del Poder Judicial que es un órgano de gobierno al mismo nivel que el Ejecutivo o el Legislativo.
Una de las reacciones que recogió Nazareno fue la de Juan Carlos Maqueda, que avisó que no participaría de ninguna reunión a la que él convocara. Se sabe que Antonio Boggiano, con la firmeza de los conversos, pasó a militar desde hace un tiempo en la vereda de enfrente de Nazareno. Los dos, Maqueda y Boggiano, junto a Augusto Belluscio han conformado últimamente un minibloque, opositor militante a la mayoría automática. Fayt y Enrique Petracchi se muestran hoy prescindentes de la pelea. Vázquez, aunque amigo de Menem, mantiene por ahora una postura intermedia. A Nazareno sólo le quedaba el apoyo de Guillermo López –enfermo– y de Eduardo Moliné O’Connor, que permanece en París disfrutando de los progresos de Guillermo Coria en las canchas de Roland Garros. Este trío mantiene en alto el mismo juramento que se hicieron el año pasado: en tanto haya acusaciones en contra, no renunciarán. Su palabra no vale mucho: cuando nadie los acusa, tampoco renuncian.
Pagá al contado, no bono La nueva realidad de la Corte tendrá un examen pronto: para el próximo miércoles, si logran reunir el número de ministros necesario, está previsto tratar el “caso Lema”, un reclamo de un ahorrista particular que demandó al Banco de Córdoba por un depósito de 22 mil dólares atrapado en el corralón. Un funcionario de la Corte explicó que la intención mayoritaria es fallar en este caso particular tal como lo hicieron con el reclamo realizado por la provincia de San Luis, en donde resolvieron a favor de dolarizar, aunque con un plazo de dos meses para que las partes se pongan de acuerdo en la forma de pago.
“No queremos generar ningún descalabro institucional”, advertían en el Tribunal. Los jueces que no eran Nazareno se preocupaban en bajar la intensidad del nivel del conflicto abierto con la Casa Rosada. “El Gobierno no puede pretender que la Corte no saque más fallos, eso también es una presión ilícita. Además, la mayoría de los depósitos ya fueron retirados o reprogramados”, argumentó un reconocido abogado cercano a varios miembros del Tribunal.
En Gobierno no hacían la misma interpretación. “Es un fallo que puede traer consecuencias negativas. Estos miembros de la Corte están acostumbrados a negociar con sus sentencias pero eso no va a ocurrir más”, respondían cerca del ministro Beliz. Aún resonaban las palabras de Nazareno del martes, que fueron interpretadas por el Presidente como una amenaza: “Miren qué fácil que la Corte diga un día 13 por ciento, pagá al contado, pagá al contado, no bono, contado, devolvé la plata ya”.
De cualquier manera, en el Gobierno creían que, instalada la pelea, ahora la Corte no podía seguir adelante con ese fallo ni con el de la validez de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. “Sería blanquear el chantaje y pagarían un costo político muy alto”, respondían anoche.
En la Rosada festejaban los resultados conseguidos luego del discurso de Kirchner, una apuesta de importancia teniendo en cuenta la frustración que sufrió Duhalde el año pasado cuando intentó una movida por el estilo. En cuestión de horas consiguieron alinear a los diputados y reactivar las causas dormidas contra Nazareno en el Congreso. Además, el presidente del Tribunal no pudo unir a sus pares y quedó solo con su enojo. “Era la respuesta que esperábamos”, respondía un vocero. Evaluaban como un éxito la estrategia de avanzar sobre uno de los miembros emblemáticos de la Corte y no repetir las fallidas acusaciones masivas contra todo el Tribunal. “Nosotros no vamos a hacer lo mismo que Duhalde, que primero acusó y después intentó negociar y le salió mal”, respondían en Justicia.
Kirchner analizó satisfecho las encuestas que le otorgaban un importante apoyo a su discurso y ratificaban la pésima imagen que tiene la Corte entre la gente. Esa herramienta, la encuesta, para el Gobierno era más valiosa que la convocatoria a un plebiscito, una medida que fue analizada desde comienzos de semana pero luego se dejó de lado. La idea que prevaleció en el entorno de Kirchner fue que a una consulta popular no obligatoria ni vinculante iría a votar a lo sumo el 40 por ciento de los empadronados y que aunque les diera un 90 por ciento a favor de renovar el Tribunal, no significaría gran cosa en términos políticos. “Sería bastardear el plebiscito que por ahí nos puede servir más adelante para otro tema”, puntualizó el funcionario.

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El titular de la Corte Suprema de Justicia, Julio Nazareno, ex socio de Carlos Menem.
 
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