EL PAíS › KIRCHNER REBATIO DURAMENTE LAS QUEJAS DE LOS EMPRESARIOS ESPAÑOLES

“Hay mucha hipocresía en las protestas”

El presidente argentino sostuvo que los argentinos fueron quienes más perdieron con la crisis y que los empresarios, dueños y ejecutivos de las privatizadas, remesaron grandes cantidades de dinero durante los ‘90. Sorpresa de los poderosos.

Página/12 en España
Por Fernando Cibeira Desde Madrid

Era cantado: el encuentro del presidente Néstor Kirchner con los empresarios españoles sería el gran momento tenso de la gira. Los empresarios reclamaron por los beneficios de sus inversiones en dólares que, según cuentan sin ponerse colorados, llegaron en su mayoría en el ‘99 en adelante y nada tuvieron que ver con el modelo neoliberal de Menem. “Hay una gran hipocresía cuando se protesta por la situación actual, habiendo remesado exageradas ganancias en dólares al exterior en la década del ‘90”, los cortó Kirchner. El Presidente volvió a su estrategia de emparentar al FMI y al empresariado con el menemismo que llevó al país al colapso. Los empresarios quedaron desencajados. “Presidente, usted nos ha puesto a parir a todos”, cerró el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), José María Cuevas.
Los 40 minutos del discurso de Kirchner modificaron la expresión de los empresarios españoles. La CEOE es un nucleamiento que incluye a lo más granado del empresariado español, miles de millones de euros desparramados por todo el mundo en inversiones de distinto riesgo y color. En Argentina, durante mucho tiempo, consiguieron abundantes ganancias en dólares e imaginaron haberse agenciado la gallina de los huevos de oro. Ahora el chorro se les cortó y no se resignan a que la situación cambie.
En plena época de vacaciones el cónclave reunió alrededor de la mesa rectangular ubicada en el octavo piso de la sede de la CEOE a varios de los capitostes más reconocidos: César Alierta, de Telefónica; Alfonso Cortina, de Repsol YPF; Antonio García Ferrer, del Grupo Dragados; Enrique Locutura, de Gas Natural; Antonio Mata, de Aerolíneas Argentinas, José Ignacio Goirigolzarri, del Banco Bilbao Vizcaya; Francisco Luzón, del Santander Central Hispano, y Jesús de Polanco, del Grupo Prisa, entre otros. La crème de la crème.
Los españoles imaginaron que el nuevo presidente argentino vendría con un cuadro resignado de la caótica situación del país y rogaría un poco más de tiempo para poner las cosas en orden. Le responderían con una palabra de aliento, una palmada en el hombro y a otra cosa. Pero sucedió que Kirchner volvió a echar mano de su estilo “sincero y descarnado” que a varios políticos y empresarios acostumbrados a los vericuetos del lenguaje diplomático los deja desconcertados.
“A los empresarios les fue mucho mejor que a los argentinos”, los apuntó el Presidente. Volvió a aquello de que una parte del empresariado español –junto a la conducción del FMI– había sido un entusiasta sostén del modelo anterior. “Incluso algunos de los aquí presentes”, lanzó, y les preguntó “si acaso habían venido en la década del ‘90 a hacer beneficencia”. “Hay que hablar con absoluta claridad, muchas de las empresas de servicios privatizadas estaban viviendo de ese modelo.”
Terminó Kirchner y se hizo un silencio de esos que se tocan.
Los empresarios reaccionaron de a uno. Algunos se animaron al contraataque, sobre todo los banqueros –BBVA y SCH– y el titular de Dragados. Su argumento era que sus inversiones fuertes habían sido realizadas entre el ‘99 y el 2000, así que ellos nunca habían podido gozar de las ganancias y que ahora les tocaba compartir las pérdidas. “Yo tengo videos en los que ustedes declaran su apoyo al modelo de los ‘90”, les dijo Kirchner a todos. “¿Ustedes no sabían que el país estaba en recesión? ¿Que el uno a uno no se sostenía más? ¿Quién los asesoraba? Yo a la plata de Santa Cruz la saqué afuera del país”, contraatacó. “Salvo el Fondo Monetario Internacional, todo el mundo sabía que la situación financiera en nuestro país era inviable.”
El Presidente tampoco cortó puentes. “No estamos pidiendo dádivas”, aclaró. Pero también puntualizó que “no va a haber más paquetazos, blindajes y ajustes para pasar el momento porque después viene lo peor”, sostuvo. “Miren, la Argentina tiene futuro con o sin su ayuda. Si es con su ayuda, mejor. Si no la tenemos será más difícil la recuperación, pero seguiremos adelante”, insistió. Créase o no, la reunión terminó con un aplauso, que tal vez fuera para sacarse la tensión.
Uno de los empresarios españoles presentes contó que a todos ellos les quedó claro que “son otros tiempos” en la Argentina a los que tendrán que adaptarse. “Porque el presidente Kirchner quiere empresarios y empresas acorde a los nuevos tiempos”, terminó. El Presidente salió rápido porque ya lo esperaba el jefe de gobierno español, José María Aznar, y sabía que nada de lo que le aguardara de ahí en más podía ser más duro.

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Kirchner se reunió con los empresarios españoles. El momento de tensión fue mayúsculo.
 
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