EL PAíS › LAS DECLARACIONES DE BRINZONI SOBRE SU ENCUENTRO CON WERTHEIN

Una desmentida que casi confirma

Tanto el jefe del Ejército como el grupo empresario del que forma parte Adrián Werthein confirmaron el encuentro revelado por Página/12, aunque se esfuerzan por negar lo allí conversado.

 Por Miguel Bonasso

El jefe del Ejército, teniente general Ricardo Brinzoni, admitió en distintas declaraciones y un comunicado oficial del arma, que el martes último se reunió en un almuerzo con el financista Adrián Werthein, tal como lo adelantó Página/12 en su edición del domingo último. Esta admisión -.central, decisiva– torna irrelevante que en un primer momento haya calificado como “infamia” lo que este diario reveló en relación con el contenido de la charla que sostuvieron el militar y el banquero. Al cabo, “infamia” es la palabra que primero viene a la mente de los poderosos cada vez que el periodismo desnuda sus secretos. En agosto del año pasado, el autor de esta nota reveló en estas páginas que había un pacto secreto entre el delarruismo y el menemismo para liberar a Carlos Menem a cambio de un voto favorable de los senadores menemistas a la ley de déficit cero y el senador Eduardo Menem salió a decir que se trataba de “una infamia periodística”. Tres meses más tarde, la cuestionada Corte Suprema otorgaba a la pareja Menem-Bolocco la posibilidad de amarse en otras locaciones que no fueran la quinta de Armando Gostanian. Es de esperar que ahora no se repita la historia y haya que presenciar -.a mediados de marzo, por ejemplo– cómo juega el Ejército ante un eventual desborde social. Natural o inducido por expertos.
Esta admisión del general Brinzoni –tanto en sus primeras declaraciones como en el comunicado oficial del arma que firma el coronel Ricardo José Etchegaray– constituyen una corroboración indirecta de la revelación por una razón muy sencilla: aunque el cronista atribuyera “expresiones falaces al jefe de Estado Mayor”, e inventara una “teatral escenificación” (según el colorido comunicado del coronel Etchegaray), ¿cómo diablos adivinó que Brinzoni y el banquero Werthein habían almorzado el martes? ¿Quién se lo contó? O despertó en la mañana del sábado y se dijo: “Voy a inventar que el martes pasado comieron el guerrero y el prestamista y que el primero le dijo que Duhalde era un inútil y el segundo le preguntó qué harían los muchachos de verde cuando la pueblada lloviera, oscura, sobre Buenos Aires”.
La semiología es terrible. Porque en sus primeras desmentidas el general Brinzoni se acercó peligrosamente (y aun sobrepasó) lo que decía la nota de marras. Se dijo textualmente: “Brinzoni entonces sostuvo que la participación de las Fuerzas Armadas en el control del conflicto social debía ser aprobada por el Congreso”, porque hoy su actuación sería ilegal. Según un cable de la agencia oficial Télam, el general declaró desde Bariloche que el Poder Ejecutivo podría solicitar al Ejército que “se ocupe de cuestiones de seguridad que hoy están en manos de la Gendarmería o de la Policía”.
Se dijo que realizaba encuentros con empresarios. El militar declaró: “El Ejército mantiene encuentros periódicos con distintos segmentos de la sociedad y con todos aquellos que deseen tener algún diálogo”. ¿Para qué? Sería interesante saberlo.
¿Qué es entonces lo que desmiente de manera más enfática el jefe del Ejército? Lo que no podría admitir sin dar mañana mismo un golpe de Estado o pedir su pase a retiro: sus comentarios críticos sobre su comandante en jefe que es el presidente Duhalde; el envío del secretario general del Ejército, general Daniel Manuel Reimundes, para efectuar “un pedido” al banquero Werthein; el hecho de que la reunión fue convocada por él y no por el financista como asegura el comunicado del Ejército. Y, finalmente, un enlace con el ex presidente del Banco Central, el menemista dolarizador Pedro Pou; contacto que no se le endilga explícitamente en la nota (aunque pudiera desprenderse del contexto). Una desmentida también por razones obvias que hacen a la conflictiva relación entre Duhalde y el menemismo.
Como era previsible y se consignó en la información anticipándose al desmentido, el Ejército asegura textualmente que “la reunión mantenida conel señor Werthein se realizó a pedido del mismo con la finalidad de tratar temas específicos derivados de la larga relación que la fuerza mantiene con el mencionado grupo por la prestación de servicios relacionados al seguro del personal y material del Ejército y del sistema de pagos por cajero automático”.
Como era previsible también, el grupo la Caja de Ahorro y Seguro (o sea el Grupo Werthein) sacó un comunicado que parece un clon del que lleva la firma del coronel Etchegaray, que fue reproducido por la agencia Infosic. Admiten también que hubo reunión, desmienten los contenidos reales que tuvo .-es necesario enfatizar en este punto– y se defienden de lo que nadie los atacó: “Ratificamos la firme determinación de nuestro grupo de contribuir a la conciliación nacional. Nada más alejado de nuestro espíritu el vernos involucrados en hechos o circunstancias como las referidas en el artículo publicado”. Ni una sola línea de la nota les atribuyó lo que no se evidencia hasta ahora: que estén conspirando para involucrar a las fueras armadas en la represión sangrienta del conflicto social.
Hasta anoche el ministro de Defensa Horacio Jaunarena no se había pronunciado, tampoco el presidente Duhalde. Solamente dos diputados del ARI, el profesor Alfredo Bravo y Graciela Ocaña, presentaron un pedido de informes sobre la reunión entre el militar y el banquero. Que se produce, es conducente anotarlo, en un contexto de truculentos rumores en los pasillos del Parlamento sobre un “fujimorazo” no tan lejano, con una semana de 20 muertos por jornada incluida, y curiosos candidatos a presidente elegidos a dedo, como el fugaz Ricardo López Murphy y el presidente de Boca Juniors, Mauricio Macri. También se menciona allí a José Manuel de la Sota y se asegura que, aunque exige elecciones anticipadas, no recusaría el voto calificado de los electores de Sajonia. Entre los que se encontraría el también banquero Emilio Cárdenas, vicepresidente del banco HSBC, desde el cual se asesinó –el 20 de diciembre– al joven manifestante Gustavo Benedetto.

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Ricardo Brinzoni se esforzó por negar aquello que le costaría su puesto en el acto.
 
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