EL PAíS › REPORTAJE AL FISCAL PABLO OUVIÑA, A CARGO DEL ALEGATO EN LA CAUSA POR LA COORDINACION DE LA REPRESION

“El Cóndor dejó miles y miles de documentos”

Hasta para un funcionario judicial con muchos años de revisar crímenes, el caso es horrendo. “Son miles de papeles manchados de sangre –explica–, donde se registran fríamente asesinatos, torturas y secuestros, y que muestran cómo fue creciendo un mecanismo multinacional de represión.”

 Por Alejandra Dandan

El fiscal Pablo Ouviña está a cargo del alegato del juicio por los crímenes del Plan Cóndor, que se realiza en Comodoro Py desde hace dos años. En diálogo con Página/12 describe algunos hallazgos y conclusiones, como el perceptible salto cualitativo que dio la coordinación represiva antes y después del Cóndor; la discusión sobre el rol de Estados Unidos y, como sucedió con las querellas, su impactante impresión de los “miles y miles y miles de documentos” que hacen único a este juicio. “Tenés que bucear entre testimonios y miles y miles de documentos, miles y miles de papeles y cada papel tiene una mancha específica de sangre, de sangre latinoamericana”, dice. “Llevo 22 años como fiscal de juicio, escuchamos miles de relatos de víctimas, allegados, familiares, pero cuando te metés en este mar de papeles ves que no podes perder nunca la capacidad de asombro. No. No se puede perder. Claro que son papeles manchados con sangre. No es fácil, porque podría suponerse que la documentación es más ascética, pero no. No es más ascética. Es como que se puso sangre en un freezer. Está como congelada. Lo congelado quizá no es caliente como el testimonio, pero lo tenés ahí, lo mirás y te das cuenta que es tremendo.”

Uno de los papeles que más impactó es inmediatamente anterior al comienzo formal del Cóndor, de antes de 1975. Son documentos del Archivo del Terror paraguayo y describen lo que sucedió con Jorge Fuentes Alarcón, sociólogo del MIR chileno, y con Amílcar Santucho, hermano mayor de Roberto Santucho, secuestrados en Paraguay. Fuentes Alarcón había salido de Chile tras el golpe, se había quedado en Buenos Aires y luego pasado al Paraguay para viajar a Perú para ponerse en contacto con organizaciones latinoamericanas. De Paraguay, Fuentes Alarcón fue enviado a Chile, donde fue asesinado. Santucho fue torturado e interrogado para sacarle información que se mandaba a Argentina. Continuó recluido “en inhumanas condiciones hasta que en 1978 la dictadura autoriza su salida del país y se exilia en Europa”.

Otro impacto es el uso de la palabra “RIP”, que aparece por ejemplo y como al pasar en varios documentos del archivo Arancibia Clavel, tramitados con la frialdad de un burócrata. RIP es la sigla que se pone en la cruz de los cementerios y significa “Requiescat in Pace”.

–¿Cuál fue la característica central de este juicio?

–El Cóndor tiene mucha diferencia de otros juicios de lesa humanidad que en sí mismos ya tienen diferencia con el resto de los juicios. En todos los juicios de lesa humanidad la base es primordialmente testimonial, vos tenés los relatos de los sobrevivientes, de los familiares, de los allegados, de los que escucharon. Las pruebas básicamente son esas. Los porcentajes son 80-20. Acá, no: acá tenés tanta prueba testimonial como documental. Cuando hablamos de prueba documental hablamos de miles y miles de documentos.

–¿De qué dimensión habla?

–En la primera audiencia de alegatos, intentamos informar al TOF cuál es el método que usamos para examinar la prueba. Básicamente hay unos diez conjuntos de prueba documental que provienen de distintos fondos y tienen características diferentes. El Archivo del Terror de Paraguay con 4 millones de fotogramas. Del que no mandaron todo. Está el Archivo de Arancibia Clavel, los documentos desclasificados del archivo norteamericano en relación a Chile con 44 mil documentos, en relación con Argentina son algo así como 3 mil. Los archivos de la ex Dipba. Los informes del Ministerio de Defensa. Todo eso además debemos interpretarlo en conjunto y sacar conclusiones.

–Este juicio tiene como objeto 174 crímenes. Pero además intenta reconstruir las características del Cóndor como asociación ilícita. ¿Como conjuraron eso?

–Para nosotros el objeto tiene dos ejes. Uno es qué le pasó a 174 personas que forman parte del objeto del juicio. El otro eje es la posible existencia de una asociación criminal entre los distintos países de la región. Los dos ejes son independientes, pero que sean independientes jurídicamente no significa que no estén relacionados y por supuesto lo están. Quiero decir con esto que cada hecho puede ser prueba de otra cosa. Y es lo que tratamos de establecer: si una prueba junto a otra puede determinar la existencia de una asociación ilícita. Por eso tenemos que probar estos hechos, pero a su vez la asociación ilícita. Eso se puede probar con documentos, testimonios, informes. Y además por otros hechos que también tenemos que probar.

–¿Qué encontraron sobre la asociación ilícita a dos años de debate?

–En líneas generales describimos a Cóndor como un marco: un andamiaje que estandarizó prácticas de coordinación represiva que ya estaban presentes en la región, con el claro objetivo de facilitar la destrucción de todas las personas y de todas las organizaciones que se presentaran como opositores a las dictaduras. Esto, traducido a la práctica implicó que sirvió para: la especial pero no privativa, persecución y búsqueda de dirigentes; la persecución a los cuadros medios y de base de las organizaciones; la expropiación de bienes económicos y el desprestigio internacional de las organizaciones a través de campañas de acción psicológica. Fue un ejemplo de particular interacción entre los países con un objetivo común, que hizo pasar a segunda plano las históricas hipótesis de conflicto que había entre varios de esos países.

–Los documentos muestran Cóndor como evolución. Por qué no explica cómo lo ven ustedes.

–Como toda entidad, tiene una génesis, un desarrollo, un punto máximo y también hay una tendencia a la crisis. No significa que de un momento a otro hay un corte. No hay un documento que diga: de acá hasta acá llegó Cóndor. Es algo que es un proceso. Por eso empezamos explicando cómo, si existió Cóndor, pudieron reunirse representantes de países que históricamente mantuvieron hipótesis de conflicto desde el punto de vista militar. Y, algunos más que otros, fuertes nacionalismos. ¿Cómo pudo ser que se reunieran para esto? Entonces nos fijamos a ver si existían puntos comunes. Y estos puntos comunes los traemos de dos bases que aportaron el fundamento ideológico: la Doctrina de Seguridad Nacional con base en Estados Unidos y la doctrina francesa. Además estuvieron muy relacionadas. Una toma de la otra. Así lo pusimos. Y esa base ideológica después es tomada por los latinoamericanos que las adaptan a las circunstancias de su países. Pero no sólo eso. Buscamos qué se estudiaba en la época. Arrancamos con un discurso de Pinochet en el que está descripta la Doctrina de Seguridad Nacional. Un discurso de 1975 o 1976, citado en una publicación de la época, de geopolítica. Pinochet fue profesor en geopolítica. Y eso es Chile. Luego vimos Brasil. Uruguay. Venezuela y Argentina.

–¿Y sobre la evolución, entonces? Uno de los investigadores habló en el juicio de la metáfora del edificio: ya estaba todo, pero fue como encontrar el lugar para reunirse.

–Cóndor como todo ente tuvo un proceso. Lo más mediato arranca aproximadamente en el año ’73, allí empiezan. Pero, a ver, siempre existió coordinación. ¡Siempre existió! Además es la esencia de los Estados y de los Servicios de Inteligencia: un enemigo común y tenían que coordinar. Es básico. En el siglo XIX se crea Interpol para perseguir extranjeros. Las policías tienen problemas con los extranjeros anarquistas. Entonces empiezan a reunirse. Y es lógico que legalmente las policías compartan información para luchar contra ciertos elementos internacionales del delito. Narcotráfico, trata. Es más, (el jefe de la DINA Manuel) Contreras lo pone y dice en un momento que “sea una especie de Interpol contra la subversión”. Pero lo distinto fue que a partir de Cóndor, toda la coordinación pasa por Cóndor. Ese es el marco de coordinación. Y es una especie de andamiaje donde se ponen muchísimos elementos a disposición de los países. Cóndor preveía aumentar acuerdos binacionales o multinacionales con lo cual todos los acuerdos que se generan después son bajo el mando de Cóndor. Cóndor proponía una organización central en cuanto a las formas de circulación de información. Y se logró con un sistema como el Telex que se instaló en cada embajada y colocar allí un agregado especial para descifrar eso. Es más, hasta se proponía un método básico de encriptamiento.

–¿Tuvo relación con el Condortel?

–Condortel era otra cosa. Que sí funcionó a través del canal Panamá. Se usó el mecanismo que había sido habilitado por Estados Unidos antes de Cóndor para las comunicaciones de los ejércitos del Cono Sur. Usted puede usar este canal. Ellos lo usaron encriptado para Cóndor. Y esto está detectado por (el embajador de Estados Unidos en Paraguay, Robert) White que informa en un cable: señores, mis informaciones me dicen que se está usando este sistema para transmitir información por Cóndor. Pero la información es mucha. Lo que nosotros logramos determinar sí es un patrón. Pero ¿cómo se inserta en cada país? De forma diferente y en sus propias estructuras que son adaptadas. En definitiva vamos a concluir que lo que nos está marcando la prueba es que efectivamente fue una asociación ilícita. Existió. Tuvo determinados objetivos. Y en definitiva era un marco de coordinación que ponía a disposición recursos humanos, técnicos, económicos. ¿Para qué? Para esa coordinación y el fin común que era la lucha contra la subversión en base a las doctrinas de seguridad nacional y escuela francesa.

–¿El rol de Estados Unidos?

–Nosotros destacamos la importancia de la doctrina de seguridad nacional.

–¿Con alguna palabra, alguna forma especial sobre Estados Unidos?

–Describimos la doctrina y por qué se inventa.

–¿Miraron los documentos? Allí aparece este doble rol del semáforo rojo y verde.

–Justamente por eso, porque los miramos, lo que hicimos en el alegato fue extraer los postulados de la doctrina. Sacamos información, además, de los antecedentes de Cóndor.

–¿Pero en función de esa información no van a decir nada?

–Nosotros no nos vamos a poner en el alegato a determinar si existió una relación o qué tipo de relación hubo. Ya lo abordaron las querellas. Otros dieron sus opiniones. Pero, a mi modo de ver, esto no tiene que ver con el objeto central en este juicio. Nosotros estamos hablando en 15 audiencias, 90 horas casi de alegatos, tuvimos que elegir de qué hablar. Entonces nuestra elección se basa en lo que es objeto del juicio. Determinar esta relación sobre la cual discutieron muchos autores y las querellas, al menos para nosotros no tiene una relevancia esencial en este juicio. Es más, creo que se debería investigar profundamente.

–El primer comunicado del CELS sobre el juicio decía sin embargo que este juicio era trascendente por los efectos en la región y la posibilidad de revisar el rol de Estados Unidos. Y esto cruzó el debate con preguntas y opiniones.

–Fue parte de la discusión como fueron otras tantas cosas. No hay forma de que nosotros entremos a considerar todo lo que se discutió en el juicio. Sí vamos a considerar el objeto del juicio. Tenemos que determinar las estructuras represivas de todo el Cono Sur, tenemos que establecer la interacción de esos países y la intervención de 17 imputados a los que se les achaca haber contribuido en la asociación ilícita. Eso es lo central. A nuestro juicio la relación entre Cóndor y Estados Unidos no es central en este juicio con este objeto procesal.

–¿A cuarenta años se puede esperar otro juicio para verlo?

–El tema es lo que se debe discutir o no en un juicio. Está claro que procesos históricos hay. Nosotros lo establecimos. Por supuesto que hablamos de la Guerra Fría y la influencia de Estados Unidos, por la base ideológica y también porque ayuda a entender Cóndor. Pero no desarrollamos todas las doctrinas. Pero sí hicimos mucho hincapié en cuáles son y el proceso que genera Cóndor, porque esto sí es objeto de juicio. Y además eso es objeto del juicio: establecer la participación de las estructuras regionales, porque Cóndor es una creación de las dictaduras del Cono Sur. Y esto es lo que nosotros vamos a decir, fueron ellas las que crearon y fueron ellas las directas responsables y ellas fueron el objeto del juicio.

–¿Dice que de otra manera se licuan responsabilidades?

–Sí. Esto puede ser querido, aceptado o no visto.

–Pero los cables muestran que sí fue visto.

–Digo, no visto por quienes argumentan así. Los cables, lo que revelan es un conocimiento. (John) Dinges habla de conocimiento. Sí está claro que en determinado momento alguna agencia gubernamental norteamericana lo conoció antes que las otras. Sí se estableció que en 1976 por lo menos, en febrero, la CIA lo conoció. Conoció algo. Y también se mencionó en el juicio que al parecer restó importancia. Pero después empiezan otros canales de información y todo eclosiona con el atentado a Letelier (ex canciller del gobierno chileno de Salvador Allende, asesinado el 21 septiembre de 1976 en el barrio de las embajadas de Washington). Ahí es donde se manda investigar esto y ahí es donde empieza toda la investigación norteamericana.

–Desde el punto de vista formal por lo menos. El CELS dijo que Estados Unidos comienza a criticar Cóndor a partir de ese momento, cuando los crímenes salen de la región.

–La información que da la CIA en 1976 también es formal. No es informal. Todo lo que hacen los representantes de Estados Unidos siempre es formal. Eso no significa que no sea secreto. Siempre es secreto. (Los canales de circulación de la información) siempre fueron institucionales. Lo que pasa es que en ese momento es el FBI el que investiga y es el Departamento de Estado, y además recordemos que empiezan los cambios de gestión y el gobierno de Jimmy Carter que hace un cambio radical en la política de Estados Unidos. Es más, por esa época es que se resuelve que los manuales que se usaban en el Canal de Panamá dejan de ser la voz oficial del Ejército. Así que hay un cambio drástico. Y empieza la investigación fuerte y una discusión sobre qué hacer sobre esto que se estaba conociendo. Bueno, establecer el tipo de relación que tuvo EE.UU. con Cóndor no es objeto de juicio. El conocimiento que tuvo sí lo es y lo estamos mencionando.

–¿Cómo llega la fiscalía a este final? ¿Cuál fue el nudo de todo esto?

–El nudo del juicio es que durante dos años y medio estuvimos escuchando un dolor burocratizado. Ese nudo es una atrocidad formal. Formal. Es decir, lo que revela Cóndor es cómo se iba paso a paso asentando lo que se iba haciendo. Es decir, es la burocracia del horror. Esto es lo más fuerte en este juicio porque hay mucha documentación como dije. Mucha. Justamente que fue hecha con un sentido burocrático. Vos al leer, al leer y leer, vas viendo cómo se va detallando eso. Por supuesto estamos hablando de los documentos que tenemos y que pudieron ser recuperados.

–Aún así, enorme frente a otros juicios.

–Frente a otros, es inmenso. Inmenso. Es decir, no hay manera de mencionar todo en un juicio. Además, leerlos, relacionarlos y examinarlos tenemos que seleccionar para ver cuáles mencionar. Por ejemplo, está el archivo de Arancibia Clavel. El archivo es único. Son los pasos que va siguiendo un agente clandestino, clandestino para el público pero no para la red de información argentina porque todos lo conocían. Ese archivo va mostrando además el proceso de Cóndor. Antes de que se realice la reunión de noviembre de 1975 en Santiago de Chile, Osvaldo Riveiro (del SIE Servicio de Inteligencia del Ejército) que es uno de los contactos de Arancibia Clavel le va decir, dice Clavel, que sería bueno justamente que exista una especie de acuerdo mayor entre los servicios de inteligencia con la finalidad clara de la lucha contra la subversión. “Tenemos que reunirnos y hacer algo.” Contreras cuando manda la carta de invitación, de hecho, dice: Tenemos que crear algo que supere lo que hasta ahora tenemos, que era en base a relaciones bilaterales o lo que nombra como “meros acuerdos de caballeros”. Es decir, ellos pedían algo más, un marco sistemático, algo más “que nos permita actuar”. Más formal. Y esto es lo que da el Cóndor.

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Imagen: Rafael Yohai
 
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