EL PAíS › HOMENAJE A LOS DESAPARECIDOS QUE FUERON ENTERRADOS CLANDESTINAMENTE EN LA CHACARITA

Baldosas para señalar los crímenes

Los integrantes de Barrios por la Memoria colocarán ocho baldosas que contendrán el nombre de 55 víctimas inhumadas durante la última dictadura sin dar aviso a sus familiares y las fechas de “ingreso” de otros 130, a quienes ni siquiera les dejaron sus identidades.

 Por Ailín Bullentini

Desde hace algunos años, las veredas de la ciudad de Buenos Aires y de algunos puntos del conurbano inmortalizan las historias de militantes víctimas del terrorismo de Estado: “Aquí estudió”, “Aquí vivió”, “Aquí fue secuestrado”, rescatan en coloridas piezas de hormigón y resina los vecinos y vecinas de Barrios por la memoria. Portales de casas, entradas de escuelas y esquinas perdidas funcionan como ejemplo vivo de memoria y verdad. El mismo rol, desde diciembre, comenzará a cumplir la antesala del cementerio de la Chacarita. Allí se señalizará el destino último que corrieron decenas de hombres y mujeres asesinados por la última dictadura cívico-militar.

Los padres de Soledad Clara Ponce desaparecieron en mayo de 1977. Ella tenía 19 años cuando, impulsada por compañeros de Barrios por la Memoria Palermo, dirigió la búsqueda del paradero de ellos hacia el cementerio de la Chacarita. Descubrió que los restos de sus padres habían sido registrados, con nombre y apellido. Descubrió que esos archivos aún existen. Descubrió que ellos dos no eran los únicos: “Eran cientos los compañeros que, asesinados, habían sido inhumados en el cementerio, sin darles aviso a sus familiares siquiera”, contó a este diario. Entonces, empezaron a pensar en un homenaje.

Son siete los Barrios por la Memoria que trabajan en conjunto: Palermo, Villa Crespo, Balvanera, Zona Norte (del gran Buenos Aires), Chacarita, Colegiales y Lomas de Zamora se reúnen cada dos semanas para delinear los detalles. El 14 de noviembre será la jornada colectiva y participativa de elaboración de ocho baldosas que contendrán el nombre de 55 hombres y mujeres que fueron “inhumados por disposiciones administrativas” en el cementerio, enterrados en algún lugar del camposanto “sin dar aviso a sus familiares” y las fechas de “ingreso” a esa institución de otros 130, aquellos a los que ni siquiera les dejaron sus identidades. “Es la única manera que tenemos de nombrarlos, es rescatarlos del olvido”, apuntaron desde los colectivos de vecinos.

Las baldosas contendrán un texto, en este caso, un poco diferente del que suelen eternizar. “Siempre solemos marcar los pasos en vida del compañero o compañera homenajeado. Pero esta baldosa tiene un componente distinto: el de visibilizar un crimen completo. Es sobre todo un hecho político”, destacó Cecilia Schiavi, de Barrios Villa Crespo. “Que las baldosas reflejen ese engranaje delictivo propone un desafío”, sostuvo Gustavo Sales, de Almagro. ¿Cuál? El de resumir en unas pocas líneas “la doble desaparición que sufrieron estos compañeros: primero los secuestraron, fueron asesinados y luego sus cuerpos fueron escondidos a sus seres queridos, ocultos en los laberintos burocráticos de la morgue judicial, primero, luego en un recoveco del cementerio. Es la perpetración completa del delito del terrorismo de Estado”, planteó Pepe Taboada, de Palermo.

Además de consensuar textos, contabilizar letras y números para comenzar a elaborarlos –todo lo implicado en las baldosas de Barrios por la Memoria es artesanal; todo, hasta las letritas–, y demás cuestiones organizativas, los vecinos comprometidos con la causa están viendo la forma de contactar a los familiares de los compañeros y compañeras que serán homejaneados. La tarea es mesiánica, sobre todo porque en casi todos los 55 casos lo único que tienen son los nombres de las víctimas. Acudirán a los organismos de derechos humanos para recabar más datos y esperan que desde la secretaría de Derechos Humanos o desde el Archivo Nacional de la Memoria también puedan aportar lo suyo. El 12 de diciembre serán colocadas en la vereda de la Chacarita.

En el texto que elaboraron el conjunto de Barrios por la Memoria para difundir la actividad ubicaron a los restos de las víctimas de la última dictadura homenajeadas en “un circuito de impunidad” que “comenzaba con la comisaría correspondiente al lugar de los hechos, que liberaba la zona” en donde ocurrirían los falsos enfrentamientos y luego “construia un relato que explicaría los asesinatos”, que luego seguía en la Morgue Judicial, “donde los médicos que practicaban autopsias ocultaban en sus informes signos de tortura” y los remitían al Primer Cuerpo del Ejército en lugar de la Justicia; “este autorizaba las inhumaciones” sin investigación ni dar aviso a los familiares. Algunos de los cuerpos que por medio de este mecanismo llegaron a la Chacarita fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense. Otros “no pudieron ni podrán” serlo: sus restos, depositados en el osario del cementerio, se mezclaron con los de otras personas fallecidas “que allí descansan”.

En ese sentido, la proclamación pública que significan las baldosas es un homenaje “aliviador”, según los vecinos de Barrios por la Memoria. “Creemos que es aliviador para los familiares que fueron obligados a tanto silencio poder poner en palabras lo que sucedió con sus seres queridos. Lo vemos con cada baldosa, es muy reparador”, planteó Liliana Giovanovich, de Zona Norte de la provincia de Buenos Aires. “Este homenaje colectivo es tener la posibilidad de hacer el rito de despedida”, consideró Ponce. Desde aquella primera visita iniciática al cementerio de la Chacarita, Sol, como la llaman sus compañeros de Barrios, supo que su mamá y su papá fueron “inhumados irregularmente” allí en mayo de 1977; que a su mamá, al cabo de cuatro años, la trasladaron al osario; que su papá aún figura entre las tierras del camposanto, aunque no pudo encontrarlo todavía. “No vamos a tener sus cuerpos ni una lápida, pero podemos reunirnos todos sus seres queridos a despedirlos como lo hubiéramos hecho si el terrorismo de Estado no nos hubiera arrancado, también, esa posibilidad. Necesitamos ser la mayor cantidad de familiares posible”, completó.

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Las baldosas se colocan en las veredas para señalizar donde vivieron o fueron secuestrados los desaparecidos.
Imagen: Sndra Cartasso
 
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