EL PAíS › CON UN NUEVO TABLERO POLíTICO SE VOTARá POR PRIMERA VEZ UNA SEGUNDA VUELTA

Grandes cambios y una experiencia inédita

 Por Mario Wainfeld

Opinión

El pueblo soberano protagonizó una jornada ejemplar y memorable. Participaron nada menos que alrededor del 80 por ciento de los ciudadanos habilitados para hacerlo, en un día signado por el respeto, la movilización, una alegría expandida y tranqui.

El resultado fue sorpresivo y rotundo. Cambia irrevocablemente el tablero político, pase lo que pase el 22 de noviembre. Dos batacazos hubo ayer, desafiando a las encuestas y a los pronósticos: en la Nación y en la provincia de Buenos Aires. Desde ya que están conectados, numérica y políticamente. Su análisis fino, como el de tantas variables que mutaron, queda para días sucesivos.

Esta nota se cierra pasadas las tres de la mañana del lunes. Falta escrutar el seis por ciento de los votos nacionales y sufragios decisivos en provincias. Las tendencias son nítidas aunque falten números finos. De cualquier modo se trabaja con esos datos aproximados.

La fórmula presidencial de Cambiemos, Mauricio Macri–Gabriela Michetti, mejoró mucho cuanti y cualitativamente su desempeño en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Otro tanto hizo María Eugenia Vidal en Buenos Aires. La victoria de ésta y el casi empate a que arribó Macri capturan casi todo el significado de la elección.

A su vez la fórmula del Frente para la Victoria (FpV) Daniel Scioli–Carlos Zannini perdió un porcentaje apreciable de sufragios. Bajó casi dos puntos porcentuales, que pesan más porque creció el total de votantes. Cambiemos subió alrededor de 4,5 puntos porcentuales.

Habrá ballottage lo que era posible... pero con posiciones relativas no imaginadas. Macri lo encara con un empuje muy grande que revierte el favoritismo que llevaba hasta ayer mismo Scioli.

Los dos contendientes quedan ante la inédita experiencia de una segunda vuelta contando con cifras muy parejas de votos. Es prematuro hacer cálculos o previsiones. Los guarismos del 25 de octubre potencian a Cambiemos y ponen al FpV frente a un reto descomunal que es remontar la cuesta. Cambiemos emerge como el ganador de ayer, condición que suele imantar nuevas adhesiones. El que creció, puede persistir en sus tácticas.

El que cedió terreno está compelido a revisarlas. Los contextos emocionales son distintos y estará en la calidad de los dirigentes superar el bajón.


Buenos Aires, sorpresazo: Buenos Aires tiene un peso electoral y simbólico difícil de exagerar. Desde 1983 fue gobernada una sola vez por un no peronista: el radical Alejandro Armendáriz, aupado por la oleada alfonsinista en 1983. El precedente único (sobre) dimensiona el éxito de Vidal, impensable un trimestre atrás. Seguramente contiene significados y motivos que trascienden lo provincial. Tanto por la estructura social y cultural del distrito cuanto por ser el que gobernó Scioli durante ocho años.

Vidal corroboró ser una candidata con atractivo y arrastre como insinuaban los sondeos. A su turno, Aníbal Fernández no le agregó nada a la candidatura de Scioli. De cualquier modo, sería exagerado cargarle toda la responsabilidad de la catástrofe ya que fue magra la cosecha de Scioli, de local. Y no fue tan brutal la diferencia numérica entre los dos como para aducir “de una” que Aníbal tiró abajo la boleta presidencial, aunque ese debate puede asomar en días venideros.

El FpV tampoco hizo pie en Córdoba, suelo arisco para el kirchnerismo. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) se llegó al 24 por ciento, un acumulado discreto aunque inferior al de sus mejores performances.


Cómo sumó Cambiemos: La CABA, Córdoba, Mendoza y Santa Fe le aportaron mucho a Macri. La provincia de Buenos Aires redondea el núcleo de los distritos más poblados que lo validaron. Los cuatro primeros territorios estaban dentro de las estimaciones aunque tal vez (fuera de la CABA) no las magnitudes de lo conseguido por Macri.

Miradas por arriba las provincias del NOA la supremacía del FpV disminuyó aunque se conservó.

Cambiemos en definitiva polarizó cumpliendo su primer objetivo. Pero no como se especulaba a expensas de la fórmula de UNA, Sergio Massa–Gustavo Sáenz, que superó algo lo de las PASO. Una porción de los aportes parecen provenir de un trasvasamiento del FpV que, sin embargo, no explica todo lo sumado. Habrá que repasar la campaña, lo transcurrido desde octubre para captar los motivos de lo sucedido. Comprenderlo y, eventualmente, revertirlo es una de las claves para el FPV en las próximas semanas.


La hora de PRO: El PRO queda como vanguardia casi exclusiva de una coalición competitiva de centro derecha, una novedad en el sistema político. Ya cumplió el mejor desempeño para un partido de esa ideología en elecciones democráticas. También llegar al ballottage es una novedad.

Macri alabó y hasta aduló a los correligionarios radicales y a la diputada Elisa Carrió. Claro que debe conservar su acompañamiento pero en verdad los domina y conduce desde una superioridad política arrasadora, que se midió en las Primarias. El PRO, así no venciera en noviembre, pasa a ser el segundo partido de la Argentina, con un jefe de Gobierno y una gobernadora de proyección nacional.

Si batiera al FpV, lo que hoy aparece como más posible que nunca aunque para nada seguro, tal vez haya que repasar el ranking.


El nuevo Congreso: Los cimbronazos en la integración del Congreso fueron menos drásticos aunque algo se hicieron sentir en Diputados. Según un conteo provisorio el FpV mejoró en el Senado donde tendrá 38 bancas, quórum propio. Uniéndose a aliados podría remar hasta los dos tercios, para mayorías especiales. Su bancada es mucho más nutrida que la de PRO y aún que todo Cambiemos.

En Diputados estaba escrito que el oficialismo perdería bancas, porque era imposible repetir el 54 por ciento de 2011. Pero el drenaje fue mayor al presagiado, se irán alrededor de 42 legisladores. Conserva la primera minoría pero se aleja de la mayoría. En otras notas de esta edición se aborda el punto con más detalle.


Provincias de todos los colores: Los resultados de diez de las once gobernaciones en disputa estaban dentro de los cálculos. La excepción es Buenos Aires, tan formidable que ya no puede usarse el adagio “confirma la regla”.

El FpV conservó Catamarca, Entre Ríos (con cifras parciales en este cierre), Formosa, Misiones, San Juan y Santa Cruz.

En La Pampa ganó Carlos Verna, un peronista no K que fue en la boleta del FpV: se veía venir.

El radical Gerardo Morales, al frente de una vastísima coalición opositora, venció en Jujuy, un bastión peronista. Una mutación histórica que las encuestas vaticinaban.

Alberto Rodríguez Saá conservó sin despeinarse la hegemonía de su partido y su familia en San Luis.

El peronista federal Mario Das Neves confirmó su predicamento en Chubut. Era el favorito. La recuperó a expensas de su ex delfín el actual gobernador Martín Buzzi, que se había pasado al FpV.

Así las cosas, el FpV controla la mayoría de las provincias pero ninguna de las más grandes.

El radicalismo se quedó con tres distritos: sumó Mendoza y Jujuy a Corrientes. Su peso específico total es mucho menor al que suma el PRO, que conducirá los dos distritos más gravitantes del mapa nacional. La UCR queda muy por debajo del FpV que conserva una dominación territorial extendida a la que Scioli nada contribuyó pero que tampoco dificultó ayer, fuera de su terruño.


Lo que viene: Scioli y Macri inauguraron una nueva competencia distinta a la que se disputó antes. Curiosamente ambos lo hicieron reiterando casi en calco discursos anteriores. Scioli el del viernes pasado, Macri el inaugurado la noche en que Horacio Rodríguez Larreta se quedó con la Jefatura de Gobierno porteña.

Son los primeros, sí que veloces, reflejos. En cuatro semanas de vértigo habrá cambios de discursos, tácticas novedosas, quién sabe algún debate por TV.

Los periodistas consultarán a dirigentes o jefes partidarios que quedaron afuera a quién volcará su apoyo. Cada cual dará su respuesta, insinuará preferencias o concederá una ficticia “libertad de acción” a sus votantes. Seguramente esas mediaciones incidirán poco: es la gente de a pie la que decide con libertad, autonomía y un grado de raciocinio que se le suele negar pero que surge nítido cuando se mira sin anteojeras ni perjuicios.

Algo así como el 30 por ciento de los votantes se inclinó por terceros partidos. Es un conjunto muy numeroso que complica proyecciones prematuras, lineales o voluntaristas. Nadie puede suponer que ya cuenta con su apoyo, de antemano. Un conjunto dispar, complejo, que ocupa territorios diferentes, se enlaza con familias políticas distintas o es apolítico o fluctúa o es “independiente”. Conservar el caudal de ayer y sumar es un reto mayúsculo, bien difícil para Macri y Scioli. Queda mucho por jugarse.


Sistema y futuro: Hay quien juzga los resultados electorales en función de cómo les fue a sus favoritos. Es, antes que un punto de vista, una postura ideológica con la que este cronista discrepa. La ciudadanía se implica al votar, discierne, conserva o varía preferencias y banderías. Razona y altera los escenarios, en trances que son creaciones, reformas profundas o sísmicas. La democracia es reformista y gradualista por esencia pero las definiciones populares son grandes momentos, nos gusten o no.

Despunta, llena de suspenso, una instancia inédita en la democracia argentina. Scioli dio señales de querer recuperar iniciativa merced a un fuerte discurso de identificación con los doce años de gobierno kirchnerista, mezclado con definiciones sociales y políticas. Tensionar las diferencias, exponerlas, jugar a atraer sobre todo a los estamentos sociales más humildes.

Macri pretendió disimular su estirpe, su programa y hasta la clase a la que ostensiblemente pertenece. Tal vez esas sean sus estrategias fundantes, se irá viendo.

Lo cierto es que, con dos fuerzas bien distintas ideológicamente, se replica el esquema habitual en países vecinos y hermanos. La derecha brega por volver, confía en el funcionamiento del péndulo. El oficialismo se afianza en su obra, sus realizaciones. También tendrá como argumento posible la improbable gobernabilidad de Macri si llegara a la presidencia con minoría parlamentaria y quisiera aplicar un programa a contrapelo de las conquistas, los niveles de empleo y los derechos ganados en estos tiempos. Juegan a favor del líder de PRO el clima exitista que se pudo generar ayer y el desgaste inevitable de un oficialismo que lleva doce años de vigencia.

Los dos rivales arrancan la segunda etapa en llamativa paridad con una breve luz a favor de Scioli. Pero en este momento, la mística de Cambiemos ha de ser superior y más sencilla su capacidad de convocatoria. El FpV tiene que lamer las heridas, introducir cambios, recobrar la mística, evitar la proliferación de internas o disputas. Es un partido que ha sabido hacerse fuerte y salir del pozo en las circunstancias más adversas. Por ahí hubo alguna más peliaguda que ésta en 2008 o 2009. Pero por entonces la presidenta era Cristina Kirchner y Néstor la acompañaba en el liderazgo. Las candidaturas de cualquiera de ellos era un recurso al alcance de la mano. Otro es el contorno actual, casi huelga señalarlo.

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