EL PAíS › OPINIÓN

Pasión por el conocimiento

Por Juan Carlos Tedesco*

Ha fallecido Juan Ricardo Nervi, un pedagogo argentino, pampeano, formador de maestros, que tuvo la inusual virtud de acompañar su vocación de educador con una fecunda actividad en la literatura y en la pintura. Ya hace varios años que una de las peores enfermedades que puede sufrir un pensador lo privó (y nos privó) de su aporte intelectual y humano. Quizá las nuevas generaciones de educadores no lo conozcan, pero sería muy ingrato que su muerte pasara inadvertida.
Juan Ricardo Nervi fue uno de esos maestros que enseñan tanto con su obra teórica como con su generosidad personal. La articulación entre pedagogía, literatura y pintura lo convirtió en un humanista capaz de transmitir mucho más la pasión por el conocimiento que el conocimiento mismo. Con este espíritu fue profesor de la Escuela Normal Nacional de San Justo y de Santa Rosa, docente del Instituto Bernasconi, profesor de Didáctica en la carrera de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, infatigable difusor de conocimientos pedagógicos a través de libros, enciclopedias y colecciones en las más clásicas editoriales argentinas en las décadas de los años 50 y 60 y militante activo de la causa de la educación popular.
Por esa causa formó parte, como muchos otros, del exilio intelectual durante el proceso militar. México fue su destino y allí dejó una fuerte herencia en la Universidad Pedagógica Nacional, donde el recuerdo de su paso es aun muy intenso.
La obra de Nervi incluye desde largos ensayos tratando de describir las pautas educativas de las tribus indígenas que habitaron el territorio pampeano hasta ediciones cuidadosamente anotadas de los libros de Pestalozzi. No tendría sentido hacer ahora una evocación de sus libros y artículos, de sus cuadros, poemas y cuentos. Nervi nunca se preocupó demasiado por sistematizar su obra. Era demasiado generoso para eso.
Su trabajo más fecundo fue, sin embargo, la formación de maestros. Luchando contra su tendencia natural a la espontaneidad, intentó sistematizar su tarea en este campo en uno de sus libros más difundidos: La práctica docente y sus fundamentos psicodidácticos. Allí se recogen los resultados de su experiencia, pero Nervi nos advierte que ese texto no es más que un frío documento, expresión de lo que ha quedado de las experiencias llevadas a cabo en tenaces jornadas de trabajo intelectual. “Lo que no queda –dice Nervi– es lo que pasó.” Y eso que pasó se refiere a la conversación posterior a la clase, al consejo afectuoso, a la anécdota justa, al cuento apropiado.
Los que tuvimos el privilegio de recibir todo eso no podremos olvidarlo.
* Director IIPE-Unesco Buenos Aires.

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