EL PAíS › EL ARZOBISPO QUE VETO A ALPEROVICH

Judíos abstenerse

Por F. Y.
Desde Tucumán

Al arzobispo Luis Villalba no puede comparárselo con el obispo Héctor Aguer. Al menos por ahora no se conoció que se haya ofrecido como fiador de un acusado de realizar una quiebra fraudulenta, como sucedió con el platense y el banquero Francisco Trusso. En todo caso, el prelado tucumano saltó a la fama cuando aprovechó una entrevista televisiva para cuestionar la condición de judío del por entonces precandidato a gobernador José Alperovich.
En diciembre de 2002 comenzaban a realizarse los aprestos para la sucesión del conflictivo gobernador Julio Miranda. Por esos días, todavía estaban frescas las imágenes de los niños desnutridos que se morían en Tucumán ante la incapacidad y la desidia del hoy senador nacional. Uno de los aspirantes a suceder al mandatario justicialista era Alperovich, que había ocupado el cargo de ministro de Economía y después una de las bancas del Senado de la Nación. Fue en esa oportunidad y durante un programa político de una canal local que Villalba advirtió que el futuro gobernador debía ser católico, apostólico y romano. A todas luces era un veto a la postulación de Alperovich.
“Es necesario que se cumpla a rajatabla la Constitución, especialmente en su disposición confesional”, dijo el prelado. La carta magna a la que hacía referencia Villalba era la provincial, que en 1990 el bussismo había modificado introduciendo un artilugio en que preveía expresamente que el gobernador debía jurar por los Santos Evangelios. Desatada la polémica, Villalba se cubrió diciendo que “no objetaba ninguna candidatura, sino simplemente estoy diciendo que se debe cumplir la ley”. La situación fue superada luego de que se expresara la Justicia tucumana a favor del entonces precandidato.
Estos datos no eran desconocidos para la delegación que acompañó ayer al presidente Néstor Kirchner. De todas formas esperaron tranquilos las palabras del arzobispo. Era poco probable que se repitiera la situación que se había producido con Aguer. Los hombres del Presidente sostenían que aquel incidente había sido suficientemente aclarado, ya que no se trataba de un choque con la institución sino específicamente con uno de sus integrantes.
De hecho, Villalba tampoco ignoraba las consecuencias que podía acarrear su homilía. Prueba de ello, según confiaron funcionarios tucumanos, modificó su discurso en dos oportunidades. Una vez expresado, Kirchner coincidió en términos generales con los dichos del arzobispo. Es más, volvió a destacar que tiene buen diálogo y coincidencias con el cardenal Jorge Bergoglio y con muchos otros integrantes de la institución religiosa.
Los que le encontraron detalles objetables al discurso fueron sus colaboradores. Resaltaron que la homilía repite un defecto que trasciende a la Iglesia y que se produce en varios de los actores sociales y políticos del país: “Se limitan a realizar muy buenos diagnósticos, incluso se determinan responsabilidades de los demás. La falla más común se ve a la hora de realizar propuestas de cambio pero sobre todo al momento de comprometerse con estos procesos que pretenden modificar la realidad actual”.

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