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Participación, no sólo votos

Por Roy Cortina *

Participación, no sólo votos
Quien impulse hoy en Argentina una verdadera reforma política debe hablar de la descentralización del poder. Y quien después del 20 de diciembre dice descentralizar, está hablando de aumentar la participación popular en las decisiones. Satisfacer esta demanda pública prioritaria debería ser la meta de la iniciativa que acaba de difundir el gobierno de Aníbal Ibarra y que, por ahora, se reduce a una mera reforma electoral. La necesidad de dicha reforma política en la ciudad –una ley de partidos políticos, normas de financiación, de descentralización y nuevas comunas, sistema electoral y presupuesto participativo– es previa a la deslegitimación que sufrieron las representaciones en los últimos tiempos. Fue prevista en la reforma constitucional del ‘96 y en su implementación ya hay un fuerte atraso. Pero ahora nos encontramos con un conjunto de propuestas fragmentadas, incompletas y siguiendo un orden de prioridades desacertado que corre el riesgo de desnaturalizarla.
¿Acaso esta propuesta no refuerza la posición de los partidos políticos tradicionales y de sus punteros el respetar las actuales circunscripciones electorales? ¿Es conveniente llevar de dos a cuatro años el lapso para elegir diputados cuando la gente clama por control de sus representantes? ¿Por qué se retrasa la constitución de la comunas si el proyecto da por sentada la continuidad de las actuales 16 Centros de Gestión y Participación amoldados las demandas punteriles? ¿Por qué se aduce que las comunas favorecerán a los punteros y no se prevén las mismas consecuencias de las elecciones uninominales?
Si lo que se busca es reciclar viejos acuerdos entre cúpulas cerradas y así viabilizar la pronta sanción de reforma electoral, lo que se hará en realidad es asentar un nuevo golpe a la debilitada credibilidad pública en los políticos. Si por el contrario se busca ampliar la participación popular, alcanzaría con poner en marcha sin más dilaciones el Presupuesto Participativo para que la gente pueda ir disponiendo la prioridad en el gasto público. Es saludable que el Ejecutivo se apreste a aplicar un plan piloto en la materia, pero mejor sería que se sancione de una vez por todas la ley que garanticen su implementación definitiva. En suma: se trata de abonar una nueva concepción de la democracia en la que, más que privilegiar “cómo se construye la representación”, se redistribuye el poder entre la ciudadanía. La reforma política debe ser para participar y no sólo para votar.

* Legislador porteño por el Partido Socialista Popular.

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