EL PAíS › EL MINISTRO LAVAGNA CONVENCIO EN OLIVOS A GOBERNADORES Y LEGISLADORES

Cuando un buen discurso alarga la vida

De la megarreunión de Olivos quedó la conformidad de los gobernadores y legisladores con el nuevo ministro para quien las provincias sólo aportan un tercio del déficit. Comenzarán a tratar las leyes que pide el FMI. Posible decreto para terminar con el corralito. Cerrado apoyo al Gobierno.

 Por Martín Piqué

Y al tercer día, resucitó. El Gobierno vivió ayer su propia versión del mito milenario de Occidente. Pasó del temor por su futuro a cierta euforia apenas contenida. Y todo gracias al flamante ministro de Economía, Rodolfo Lavagna, que –con unos pocos anuncios– logró entusiasmar a una audiencia heterogénea, compuesta por gobernadores, funcionarios y legisladores. “Un acuerdo con el FMI es un medio para que la Argentina recupere credibilidad y confianza”, dijo, y se ganó las primeras sonrisas de la tarde. Luego habló de “políticas productivas” y de “un fuerte sustento en lo social”. Y obtuvo la aprobación de los que habían permanecido en silencio. El más complacido fue Eduardo Duhalde, quien agradeció el apoyo y dijo que “se siente plenamente respaldado para cumplir con su mandato”.
El discurso de Lavagna le devolvió vigor al Gobierno, que consiguió sacar de la agenda política el fantasma de las elecciones anticipadas. Ayer a la tarde, cuando terminaron las reuniones en Olivos, en el Ejecutivo juzgaban que habían sorteado una jornada que prometía ser muy complicada. El ex embajador en la Unión Europea había estrenado su cartera con suerte. Y su cintura política contagiaba al resto del Ejecutivo.
Todo comenzó a las once de la mañana, después de la asunción de Lavagna en la Rosada, cuando los gobernadores empezaron a llegar, uno a uno, a la quinta presidencial de Olivos. Duhalde los recibió en su despacho, acompañado por el ministro del Interior, Rodolfo Gabrielli, y el secretario de Provincias, Juan Carlos Pezoa. Además de los mandatarios, se sumaron el jefe del bloque de senadores del PJ, José Luis Gioja, y el titular de la cámara baja, Eduardo Camaño. Más tarde llegaron los demás legisladores, que –nerviosos– aún no sabían cómo terminaría la jornada:
–Hoy puede ser el día D: o lo respaldan o piden elecciones –comentaron dos diputados antes de entrar a la residencia.
En esa primera reunión, bastante informal, los mandatarios hicieron catarsis por la situación social de sus distritos. Reclamaron más planes sociales –ya hay 540 mil personas anotadas para el subsidio de jefes y jefas de hogar desocupados –, y se quejaron por la deuda de coparticipación de los meses de febrero y marzo, que suma 400 millones de pesos. Pezoa prometió que el Gobierno se pondrá al día, a pesar de la baja en la recaudación. Y Gabrielli aseguró que con los impuestos a las retenciones se cumplirían a tiempo los programas asistenciales. No habló de aumentos.
Las actividades habían sido programada como un seminario. Por eso, al mediodía, cuando ya habían llegado el resto de los legisladores, la asistencia se dividió en seis comisiones: leyes, acuerdos con las provincias, reforma tributaria, coparticipación federal, reforma política y plan productivo estratégico nacional. A cada tema le correspondía una mesita, en torno a la cual debían agruparse los invitados. Sin embargo, la discusión por áreas fue puramente formal. Lo importante quedó a cargo del Presidente, los gobernadores y el flamante ministro de Economía.
A la una del mediodía, todos los asistentes se agruparon en un plenario en el auditorio de la quinta. Los mandatarios ya habían escuchado a Lavagna, pero el sucesor de Remes se disponía a hacer su primer discurso público. Era el hecho más importante de la jornada, porque Lavagna debía enfrentar a una ansiosa multitud, de casi doscientas personas, con ideas contradictorias sobre el “rumbo económico” que debería asumir el Gobierno.
El ministro quiso convencer a todos. Y, en gran parte, lo logró emitiendo un mensaje para cada destinatario.
- “Hay un fanatismo de la globalización y del acuerdismo con el Fondo. Hay otro fanatismo que habla sólo de lo que ocurre en la Argentina y se olvida del mundo. Este es un debate sin sentido. Debemos acordar con el FMI y, siguiendo con estos 14 puntos, sacar al país adelante.”
- “Esto tiene que tener un fuerte sustento social. La política social no tiene que estar disociada de la política económica.” Con sus declaraciones a quienes más complació fue a los gobernadores: negó que la causa principal del déficit sean las provincias. “Suman sólo un tercio del déficit, el resto corresponde a la Nación”, argumentó ante el beneplácito de los jefes provinciales. En ese punto, se desligó del pensamiento oficial que se impuso desde los tiempos de Domingo Cavallo y que tanto conmueve al FMI.
Pero antes de que hablara Lavagna, los gobernadores ya estaban eufóricos. El más exaltado fue el rionegrino Pablo Verani, de la UCR. Se le había pedido que hiciera un discurso en nombre de los radicales y Verani, optimista, hizo un panegírico de la gestión de Duhalde:
–Presidente, con los 14 puntos y con usted vamos a llegar al 10 de diciembre de 2003 –pronosticó (ver página 7).
Marín pidió que las provincias puedan recaudar los impuestos “que realmente recaudan”, y que hasta ahora cobra la Nación. Se refería a los bienes personales y al gravamen a las ganancias. El tema se incluirá en la agenda que se comenzará a discutir a partir de esta semana. El plenario se cerró con un discurso para la ocasión del propio Duhalde. Agradeció el apoyo de todos, y pidió más rapidez en la instrumentación de las medidas. Unas horas más tarde, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, repitió sus palabras ante los periodistas: “El Presidente se siente respaldado por los gobernadores de todas las provincias y por los legisladores para cumplir con su mandato, previsto hasta el 10 de diciembre del 2003”, subrayó.
Después de la reunión en el quincho, Duhalde y los gobernadores se volvieron a encerrar en una tenida privada, acompañados por los presidentes de las dos cámaras y los titulares de los bloques. Discutieron nuevamente los cuatro temas que más preocupan al Gobierno y al FMI: la ley de subversión económica, la de quiebras, el CER, y el corralito bancario. Los legisladores se comprometieron a tratar entre lunes y martes las dos leyes, pero no fijaron un plazo como reclamaban algunos jefes provinciales. Entre discusiones, los diputados del PJ prometieron cambios. –El Fondo necesita la modificación de las dos leyes. Y en los 14 puntos dice que se deben aprobar en 15 días –los apuró el salteño Romero, a quien algunos diputados ubican a la derecha de Rudiger Dornbusch.
–Se está discutiendo, vamos a cambiarlas, pero estamos buscando algún tipo de protección a los deudores para evitar los remates –le retrucó, rápido, Humberto Roggero.
Para la solución del corralito, el acuerdo fue aplicar la propuesta que habían hecho los gobernadores, contenida en el documento de 14 puntos. Esto es, “separar a la banca pública de la banca privada”, creando un fideicomiso con los activos de los bancos privados. Así se evitará la “estatización” de las deudas bancarias que estaba sugerida en el Plan Bonex II. La incógnita, por ahora, es qué pasará con la banca pública.
Los gobernadores se fueron conformes. Estaban de acuerdo con casi todo lo acordado, con matices. “De la boca para afuera, el Presidente tuvo mucho apoyo parlamentario. Lo que dijo Lavagna nos parece bien, pero ahora debe buscar los mecanismos para que eso se haga verdad”, aseguró ayer a Página/12 un alto funcionario cordobés que estuvo por Olivos.

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El ministro Roberto Lavagna cautivó a la concurrencia, más que ansiosa. Pasó su primer test airoso y le dio aire a Duhalde.
 
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