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Felipe Solá asumió y cargó contra la ineficiencia y la corrupción

El ex vice ya es gobernador. En su discurso ratificó que cambiará gran parte del Gabinete y prometió una modificación en el estilo de gestión. Mensajes a Ruckauf y la interna del PJ.

 Por Martín Piqué

Fue un trámite rápido y desprolijo, obligado por las urgencias de Carlos Ruckauf, quien a las 12 debía presentarse en la Casa de Gobierno para jurar como canciller. El renunciante se acercó a Felipe Solá y le colocó la banda. La Legislatura en pleno aplaudió al nuevo gobernador de la provincia de Buenos Aires. Mientras Ruckauf apuraba su retirada para llegar a tiempo a la Rosada, Solá comenzaba su discurso citando a Eduardo Duhalde. “El país está quebrado”, reconoció. “Es inaceptable un Estado que oculte la ineficiencia, el malgasto y la corrupción”, protestó después, enviando un mensaje implícito hacia dentro de su partido.
La velocidad de la ceremonia causó el enojo de las bancas del Frepaso, ARI e Izquierda Unida, que querían que se abriera el debate en la Asamblea Legislativa. Y también motivó varias bromas en voz baja, centradas en el alejamiento de Ruckauf. “Llegó en paracaídas y se va por la claraboya”, decía un ex funcionario de la época de Antonio Cafiero que se encontraba en el recinto de Diputados de la Legislatura bonaerense.
La Asamblea Legislativa comenzó a las 11. Los legisladores sabían de las urgencias de la jornada, y por eso la bancada justicialista impuso su mayoría para votar sin debate previo. La decisión del PJ enfureció a los bloques minoritarios: los dos diputados de Izquierda Unida se retiraron del acto, mientras que el senador Eduardo Sigal (Frepaso) denunciaba “la censura del debate”. “La asamblea estuvo más signada por el autoritarismo de Ruckauf que por el compromiso democrático que demostró Solá”, dijo.
Si el apuro provocó disgusto, la reacción fue diferente cuando el flamante gobernador empezó su discurso. “Nadie puede pretender seguir siendo el mismo frente a tanta demanda insatisfecha, tanto dolor, tanta bronca acumulada”, advirtió. Después esbozó una leve autocrítica. “Hemos cometido errores y dilapidado la confianza del pueblo.” Y luego instó a recuperar “la mística” como condición necesaria para “refundar el Estado” y “reconstruir la Buenos Aires productiva”. “Para gobernar no hay que ir a buscar recetas de invasiones de tecnócratas y figurones de lujo”, agregó Solá delante de los legisladores, que todavía comentaban la fugaz aparición de Ruckauf.
Los peronistas, obviamente, vivaron con energía al nuevo mandatario. Mientras que el centroizquierda, representada por el ARI y el Frepaso, lo escuchó con cautela y cierta expectativa. Es que Solá representa –al menos en las apariencias– un cambio de estilo con respecto a las tradiciones del peronismo bonaerense. Lo reconocen tanto sus compañeros como sus adversarios, que prefieren esperar para cotejar en la realidad las expresiones de deseos. “Se abre un tiempo de expectativa. ¿Cómo se van a materializar estos enfoques de pluralidad, de consulta y de integración a la gestión?”, se preguntaba ayer un legislador del Frepaso.
Una incógnita más inmediata era la conformación del gabinete, que Solá anunciará formalmente el lunes próximo. Aunque ayer ya empezó a dar indicios en ese sentido. Con una ocurrencia campestre –propia de un ex secretario de Agricultura y Ganadería–, ratificó que modificará el equipo que acompañaba a Ruckauf. “En la época en que había muchos domadores y gente de a caballo, y los caballos que le andaban a uno no le andaban al otro.” Y confirmó que su gestión significará “un cambio de estilo fuerte” con respecto a su antecesor.
En ese sentido, aclaró que es probable que lo secunden “extrapartidarios” y no descartó que se realicen “fusiones de ministerios”. Según pudo saber Página/12, los cambios empezarán con la unificación de los planes de empleo en torno a un ministerio que incluya el área social y la cartera laboral. Para este puesto, el candidato sería Mariano West, intendente de Moreno, quien estaría dispuesto a dejar el municipio a cambio de respaldar a su jefe político.
Los que tienen asegurados sus puestos son Jorge Sarghini, actual ministro de Economía; Julián Domínguez, ministro de Obras Públicas; y Federico Scarabino, ministro de Producción. Los tres fueron funcionariosde Ruckauf, pero seguirán en la provincia para darle más sustento político a Solá, que quiere conservar el apoyo de Duhalde. Scarabino, además, tiene una buena relación con el flamante gobernador bonaerense. En cambio, el ministro de Salud Juan José Mussi, tiene una pésima relación con Solá y seguramente deberá buscar otros horizontes.
Una vez que tenga armado el gabinete, Solá deberá lidiar con el inexistente peso territorial que tiene en la provincia. Por eso, su suerte dependerá en gran parte del apoyo de los intendentes, quienes necesitan dinero fresco para sus municipios. Es una relación de mutua necesidad. Sin embargo, algunos podrían tratar de obstaculizar la gestión para vengar viejas afrentas. Como Aldo Rico, que comenzó a alejarse del Ministerio de Seguridad cuando Solá pidió su dimisión.

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Solá firma el acta donde quedó sentado que, desde ayer, gobierna la provincia de Buenos Aires.
Carlos Ruckauf mira de costado. Su aparición fue más que fugaz: tenía que asumir como canciller.
 
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