EL PAíS › EL GOBIERNO DECLARO SUPERADO EL DEFAULT
CON UNA ADHESION AL CANJE DEL 76,07 POR CIENTO

Cambio de pantalla y Argentina sigue en juego

Sin esperar el aval del Fondo ni del Grupo de los 7, Argentina dio por superado el default. Incluso, Lavagna aventuró una cifra total de la deuda excluyendo todo compromiso con los que no entraron al canje. Viene la etapa de negociación con el FMI, pero tanto Lavagna como Kirchner abjuraron de volver a las viejas políticas.

 Por Claudio Zlotnik

Roberto Lavagna creó expectativa, hizo un segundo de silencio, que pareció una eternidad, y cantó el numerito mágico: 76,07 por ciento. Y Néstor Kirchner, que lo miraba atento, asintió. La deuda, que antes de la reestructuración superaba los 191.000 millones de dólares, ahora se encuentra en 125.283 millones. Más allá de la extraordinaria carga que sigue teniendo la deuda, Kirchner le dio un fuerte contenido político al resultado de la operación. Ante un Salón Blanco colmado por un amplio abanico de personalidades, insistió en que la reestructuración marcaba “un punto de inflexión” en la historia económica argentina. Dijo que era “un hito”, “un paso importantísimo”. Y completó: “Comenzamos a poder salir de la coyuntura para poder ver más adelante”. En Economía dicen que ya están preparados para jugar el próximo partido con el Fondo: desde Washington reclamarán la reapertura del canje para permitir el ingreso de los que quedaron afuera.
Si bien el éxito del canje ya había sido adelantado por el Gobierno, el anuncio formal sirvió no sólo para dar lugar a las especificaciones técnicas, sino –sobre todo– a transmitir un mensaje político. Cargó duro contra los “gurúes” neoliberales que presagiaron el fracaso de la operación. Reclamó que los políticos de la oposición “se hagan cargo” de haber apostado por el fracaso y envió una advertencia al Fondo Monetario, aunque sin mencionarlo: “Nosotros nos estamos preparando” para las próximas discusiones, remató en su discurso (ver nota aparte).
El Salón Blanco estuvo completo con personalidades de distintos sectores. Había presidentes de bancos públicos y privados, los máximos representantes de las Fuerzas Armadas, la cúpula de la CGT y Luis D’Elía. La presencia de los gobernadores y de todo el gabinete nacional, incluido el equipo económico, completaba el ecléctico marco. Kirchner elogió la presencia de Raúl Alfonsín. Tanta amplitud dio lugar a algunos hechos curiosos, como que en el acto se cruzaran Alfredo Coto y Hugo Moyano, enfrentados por una cuestión de encuadramiento gremial.
El momento de mayor tensión del acto fue cuando Kirchner citó textuales de quienes denominó “gurúes de mercado que prenunciaron el fracaso”. Durante varios minutos leyó antiguas opiniones adversas al canje de economistas identificados con la década del ’90, varios de ellos funcionarios del menemismo. Leyó una a una esas consideraciones. Rescató del archivo a Daniel Artana, Manuel Solanet, Miguel Kiguel, Pablo Guidotti, Julio Piekarz, Carlos Melconián, Jorge Avila y José Luis Espert. “Durante todo el día me han aconsejado que no lo diga pero éste es un aporte a que (los economistas) mejoren, para que cambien.”
Kirchner aseguró que no quería dar un mensaje exitista. Hacia el final de su discurso aseguró que la reducción de la deuda “significará menos pobreza, menos indigencia y menos situaciones límites. Va a significar, para muchos, la aparición de la mano reparadora del Estado”.

NÚMEROS

Antes que Kirchner, el ministro de Economía tuvo a su cargo la explicación técnica de la reestructuración. Hubo dos elementos destacables: la disminución del stock de la deuda y la pesificación de los pasivos. Este último un hecho trascendente luego de largos años en que los títulos públicos se emitieron en moneda dura.
Si bien se presentaron cifras provisorias –las definitivas se conocerán en dos semanas–, Lavagna dijo que luego de varias décadas de endeudamiento permanente, el canje permitía una reducción sensible de la deuda: mientras en la convertibilidad la deuda representaba el 113 por ciento del PIB, ahora esa relación retrocedía al 72,4 por ciento.
La primera sorpresa de los datos difundidos fue la altísima participación de los acreedores japoneses. En ese mercado, el canje se aprobó cuando ya había comenzado en el resto del mundo y la adhesión trepó al 94,4 porciento. También resultó elevada la aceptación de los bonos dolarizados, tanto los emitidos en Nueva York como en la Argentina: en promedio fue del 84,5 por ciento.
Fue menor la adhesión de los acreedores europeos. Los títulos nominados en euros que entraron sumaron el 62,8 por ciento. Si bien en el Palacio de Hacienda recién se realizaban las primeras evaluaciones, los funcionarios creían que hay minoristas de Italia y Alemania que rechazaron la operación. Sobre 30.400 millones de deuda elegible en euros sólo aceptaron 19.083 millones. En Economía estimaron que alrededor de 10 a 12 por ciento de los bonos elegibles (8000 a 10.000 millones de dólares) se encuentran en poder de “fondos buitre”.
En su exposición, Lavagna mencionó que de la deuda en default (102.500 millones de dólares, incluidos los intereses atrasados e impagos), ahora se emitirán nuevos títulos por 35.238 millones. En este caso, el ahorro resultó de 67.300 millones. Equivale a una quita de capital del 65,6 por ciento.
“La deuda se desdolarizó. Hay una fuerte pesificación” a partir de la elección de un gran número de bonistas por los nuevos títulos en pesos, explicó el ministro. Al momento del default, en diciembre de 2001, la deuda nominada en moneda local alcanzaba a apenas el 3 por ciento del total. Ahora trepa al 37 por ciento. Mientras tanto, el volumen de títulos en dólares cayó del 66 al 37 por ciento del total. Esta pesificación de la deuda es apreciada en el Palacio de Hacienda ya que permitirá un mayor grado de autonomía. Desde el otro lado del mostrador, la elección de los acreedores por títulos en pesos se debió a que los inversores apuestan a una revaluación del peso frente al dólar y a una aceleración de la inflación. No hay que olvidar que los bonos en moneda local ajustan por el CER.
Otra definición relevante del ministro fue que el Gobierno mantiene su estrategia de “desendeudamiento” con el objetivo de ganar una mayor libertad de manejar la política económica. El ministro reveló que ya recibió ofertas para financiarse en los mercados de capitales, pero que desechó esa posibilidad.
Más que con los bancos que buscan hacer negocios con la deuda, en Economía prevén que el próximo round será con el Fondo. Cerca de Lavagna creen que Washington reclamará la reapertura del canje para darles una oportunidad a los acreedores que rechazaron el convite. Representan nada menos que 20.000 millones de deuda elegible. En el Palacio de Hacienda descartan esa chance. En diálogo con este diario, un funcionario recordó que en el prospecto que dio curso al canje existe una cláusula por la cual el Gobierno se comprometió a recomprar bonos de la nueva deuda. Lo hará con el dinero que no utilice para pagarles a los bonistas que rechazaron la operación. De esa manera revalorizaría esos títulos y favorecerá a los acreedores que entraron. La vigencia de esa cláusula caduca en el año 2009. Una forma de no traicionar la cláusula podría ser con la aplicación de un “castigo” a los nuevos adherentes, especuló un financista que concurrió al Salón Blanco.
Como puede apreciarse, en el Gobierno ya se alistan para la próxima batalla.

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El presidente Kirchner y el ministro Lavagna en una presentación sin exitismo, pero con indisimulada satisfacción.
 
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