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La izquierda sólo cosechó rechazo por su dispersión

La atomización de los partidos de izquierda tuvo un resultado esperable: perdieron todas las bancas que habían puesto en juego. No renovaron sus mandatos Luis Zamora, Mario Cafiero, Patricia Walsh, Ariel Basteiro y Jorge Rivas.

 Por Miguel Jorquera

Todos aseguraban reivindicar una propuesta frentista pero terminaron en la dispersión, envueltos en debates intestinos. Después, sobrevino el fracaso electoral. La izquierda, en sus distintas variantes, perdió las cinco bancas de diputados nacionales que ponía en juego en esta elección, a la que asistió fragmentada en múltiples propuestas. Luis Zamora, Patricia Walsh, Mario Cafiero, Jorge Rivas y Ariel Basteiro –todos candidatos– dejarán el Congreso el 10 de diciembre. Ninguna de las propuestas del amplio abanico que desplegaron ante el electorado alcanzó el piso necesario para acceder a un escaño parlamentario y estuvieron lejos de transformarse en una alternativa política válida para los propios sectores sociales que aspiran a representar.
El resultado electoral dejó decepción y resignación en los dirigentes partidarios de todas las corrientes, en cada uno de los bunker desde donde seguían el escrutinio. Atrás quedó el voluntarismo de los últimos días de campaña, aunque muchos de ellos seguían sumergidos en esa misma inercia. Todavía anoche prevalecían los reproches por las encuestas que “le marcaban una tendencia al electorado”; “la campaña difamatoria”; “la pelea desigual contra los aparatos partidarios y el clientelismo”; “la dificultades para controlar el comicio” –desde la falta de boletas en muchas mesas (en la provincia de Buenos Aires) hasta un candidato a senador provincial del MST-Unite que no pudo sufragar en Martínez porque “alguien votó por él”–, pasando por la demora de los datos oficiales.
Avanzada la noche, cuando la mayoría de las expectativas se desvanecían, algunos empezaron a esbozar algún gesto autocrítico. Allí sí, casi todos coincidieron: “La dispersión”, era la principal causa de la baja performance electoral. A esa altura, los zamoristas de Autodeterminación y Libertad (que niegan cualquier tipo de alianza con los partidos de izquierda “tradicional”) repasaban sólo la boleta de quienes podrían arribar a la Legislatura porteña. En el MST-Unite todas las posibilidades que Agustín Vanella accediera a una banca de legislador por la Ciudad de Buenos Aires ya no dependía de sus propios votos. El bonaerense Encuentro Amplio seguía la pelea local de Zárate donde luchaban por una banca de concejal. En el Partido Obrero se contaban las costillas frente a los otros grupos izquierdistas y reivindicaba la elección salteña donde alcanzaría algún escaño en la legislatura provincial.
Pero ya nadie hablaba de las bancas a diputados nacionales en las que depositaron sus mayores expectativas. Zamora y su esposa Noemí Oliveto eran quienes aparecían con más posibilidades en las encuestas previas del electorado capitalino. Pero la elección lo relegó –hasta el cierre de esta edición– a un quinto lugar detrás del socialista Norberto La Porta. En el cierre de su campaña electoral, Zamora se quejó de las duras críticas recibidas por sus ex compañeros de ruta que terminaron abandonando los bloques de diputados nacionales y legisladores porteños de AyL. El todavía diputado sólo admitió que los errores partidarios fueron haber sumado a quienes ahora lo descalifican.
El MST-Unite llevaba a Patricia Walsh, que iba por la renovación de su banca, en Capital Federal. Y aunque Mario Cafiero tenía casi nulas posibilidades de alcanzar una senaduría por la provincia de Buenos Aires, todas las fichas estaban puestas en que Vilma Ripoll fuera quien lo reemplazara en la Cámara baja. Ninguna de esas posibilidades se dio. Walsh y Cafiero dejarán de ser diputados antes de fin de año y Ripoll –que cedió la mitad de su mandato como legisladora porteña a sus ex socios en la desintegrada Izquierda Unida– tampoco tendrá un escaño.
El Encuentro Amplio tampoco pudo cumplir con sus metas. El socialista Jorge Rivas no pudo renovar su banca y su compañero Ariel Basteiro –que encabezaba la boleta a senadores en la provincia– abandonarán sus despachos de diputados cuando asuman los nuevos legisladores. El comunista Patricio Echegaray estuvo mucho más lejos aún de acercarse en la Capital al piso electoral para alcanzar una banca y ni siquiera quienes aspirabana la Legislatura porteña tuvieron alguna chance. Un panorama igual vivió el PO: ni su dirigente Jorge Altamira ni el líder piquetero Néstor Pitrola serán diputados. Igual que los candidatos de la alianza trotskista del Partido de los Trabajadores Socialistas y el Movimiento al Socialismo. Quizás la única coincidencia entre la multiplicidad de propuestas izquierdistas era que esas bancas –que no se obtuvieron– serían el “reflejo parlamentario” y “la referencia política” de las luchas que libran distintos sectores sociales. Ahora la izquierda tendrá que resolver desde el llano no sólo el problema de la dispersión sino también la metodología para que esas luchas consigan la adhesión y no el rechazo del grueso de la sociedad.

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Patricia Walsh.
 
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