EL PAíS › NUEVO CORTE DEL PUENTE HACIA URUGUAY

Un piquete sin apuro

Los vecinos de Gualeguaychú iniciaron un corte de la Ruta 136 por tiempo indeterminado. Amenazaban con prolongarlo todo el fin de semana. La propuesta de Greenpeace a Argentina y Uruguay.

 Por Pedro Lipcovich

La Asamblea Ambiental Ciudadana de Gualeguaychú volvió a cortar la Ruta 136 y, además, se unió con vecinos de la ciudad de Colón para impedir el paso de cinco camiones de la empresa Botnia, que construye una de las papeleras de Fray Bentos. Esta última intervención marca la sintonía de estos vecinos con la operación efectuada el jueves por Greenpeace –cuyos activistas se encadenaron a un camión de esa empresa– y se dirige al punto de máxima urgencia en el conflicto: “En los últimos diez días, Botnia multiplicó su actividad porque pretende llegar, en febrero, a un punto de la obra en el que no se pueda volver atrás”, advirtió un representante de la organización. Esta entidad ambientalista dio a conocer una propuesta para que Uruguay y la Argentina acuerden en una política para encauzar a las industrias papeleras de ambos países. Existe una tecnología no contaminante, reconocida internacionalmente, cuya característica central es no utilizar cloro y que, de hecho, ya utilizan una papelera uruguaya y otra argentina. En el resto de las industrias instaladas o proyectadas en ambos países habría contaminación, al punto de que, según denunció una diputada nacional, los malos olores de una planta de Misiones están llegando a la zona turística del Iguazú. Los ambientalistas piden que técnicos de Uruguay y Argentina se unan para definir un “Plan de Producción Limpia” para ambos países. Pero, mientras tanto, es indispensable que “se detengan por completo las obras de las plantas de Botnia y Ence”. Anoche, por primera vez, el intendente de Fray Bentos invitó a los vecinos de Gualeguaychú a reunirse.

“Los camiones de Botnia tienen que frenar o matarnos”, comentó Lilia Moyano, de la Asamblea Ambiental Ciudadana de Colón, una de las que, a partir del conflicto por las papeleras, se han multiplicado en ciudades entrerrianas. La vecina anunció que la Asamblea se mantendría apostada en el puente Colón-Paysandú “por tiempo indeterminado”; la acción se limita a impedir la circulación de vehículos de aquella empresa finlandesa, que construye la más grande de las dos papeleras sobre el río Uruguay. Anoche ya eran cinco los camiones detenidos, incluyendo el que fue interceptado el viernes por activistas de Greenpeace.

Pedro Pavón, representante de la Asamblea Ciudadana de Gualeguaychú, había anunciado que el corte de la Ruta 136, a la altura del puente que une esa ciudad con Fray Bentos, incluía la “adhesión a Greenpeace”. El corte continuaba en las últimas horas de ayer, y en este caso era total. El intendente de Fray Bentos, Omar Lafluf –del Partido Blanco–, pidió a los asambleístas de Gualeguaychú que se reunieran con él en el puente, en procura de destrabar la situación. Anoche, los vecinos debatían sobre la invitación.

Entretanto, Greenpeace dio a conocer su “Plan de Producción Limpia”, cuya base técnica es la no utilización de cloro en la producción de papel. “En Europa, el 20 por ciento de la pasta celulósica se produce con blanqueo libre de cloro. Esto elimina los compuestos más tóxicos, como las dioxinas y el furano, y ofrece las bases para la eliminación total de los efluentes: plantas con este sistema ya han reducido hasta en un 95 por ciento el volumen de efluentes”, afirmó Juan Carlos Villalonga, representante de la entidad ambientalista.

La papelera Fanatel, en Uruguay, está siendo reconvertida a esta tecnología no contaminante (sus dueños tienen a su vez participación en Celulosa Argentina, que sigue usando tecnología a base de cloro). En la Argentina, la planta que Massuh tiene en Quilmes usa también el procedimiento libre de cloro para fabricar papelería de uso comercial, lo cual demuestra que “el papel obtenido por este método es de alta calidad y sirve para imprenta, no sólo para cartón, como aducen las empresas que, en verdad, sólo se preocupan porque el costo de producción sin cloro es algo mayor”, destacó Villalonga. Con estos intereses se alinearía el reciente dictamen de la Corporación Financiera Internacional, ligada al Banco Mundial, “que no es neutral, ya que desde hace 20 años promueve políticas en sintonía con las papeleras”, según Villalonga.

El ambientalista observó que el de las papeleras “es un problema común a los dos países y requiere una solución compartida. Esta industria se expande en el mundo y ambos países cuentan con recursos hídricos y forestales muy apropiados: ya hay más ofertas para Uruguay y las habrá para la Argentina. Provincias como Misiones y Corrientes están ávidas de inversiones, y es probable que las haya para nuevas plantas o ampliar las existentes”. Hace un mes, la diputada nacional Blanca Osuna denunció que las emanaciones de la papelera Alto Paraná llegaban a “plena zona de Garganta del Diablo, en las Cataratas del Iguazú”.

Villalonga sostuvo que, “si no se modifican los términos del conflicto, los dos desenlaces posibles serán: o que la demanda argentina se vaya debilitando y las plantas se construyan en los términos actuales, lo cual generaría un pésimo precedente, o bien que se llegue a un tribunal internacional, lo cual afectaría gravemente las relaciones entre ambos países y no llevaría a una buena solución”. La propuesta de Greenpeace es que “se establezca como nuevo objetivo para el Grupo Técnico de Alto Nivel la elaboración de un ‘Plan de Producción Limpia’ que obligue a la industria de ambos países”.

Pero “primero hay que parar las obras: si no, no puede haber diálogo creíble”, advirtió Villalonga, y denunció que “en estos últimos diez días, Botnia multiplicó su actividad: quiere llegar, en febrero, a un nivel de desarrollo de la obra donde ya sea imposible discutir”.

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