EL PAíS › SOBRE LA VENTA DE ACCIONES DE YPF

¿Nacionalizada o privatizada?

Dos visiones sobre la “venta del año” que tratan del modelo energético, el rumbo económico y su integración a un modelo de país.


OPINION

Que ande el rengo

Federico Bernal *

Habrá que dejar andar al rengo para ver de qué lado cojea. Desde el Centro Latinoamericano de Investigaciones Científicas y Técnicas sostenemos que los hidrocarburos y la energía en general no pueden razonarse ni explicarse desde el interés nacional, si no son previamente encuadrados en los siguientes ejes analíticos. Por un lado, el rumbo socioeconómico, político y energético tomado por Unasur. Por el otro, la normal ejecución y el fortalecimiento del modelo de país encarado por el actual gobierno. Creemos, consecuentemente, que las decisiones presentes y futuras de Repsol en la Argentina –hoy expresadas en la venta de activos de YPF– deben ser examinadas a la luz de dichos ejes. Invitamos, pues, a reflexionar “la venta del año” como latinoamericanos y argentinos. Porque está claro que la Argentina carece de destino si no es unida a sus pueblos hermanos, la aceleración y el nivel de consolidación conquistados por el proceso de unidad sudamericano es incuestionable desde la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata en 2005 y la política energética argentina del siglo XXI no puede ya disociarse del sentido ni del papel que la energía representa para el afianzamiento y la supervivencia de Unasur. No es por tanto simple casualidad sino lógica causalidad que los países de la región (exceptuando a Perú, Colombia y Chile) experimenten una mayor captación de la renta petrolera, un aumento de las regalías (a excepción de Argentina) y una mayor participación de sus respectivas empresas nacionales en la exploración y explotación de hidrocarburos, tanto fuera como dentro de sus artificiales fronteras. En este contexto, y volviendo al propósito del presente artículo, si la actuación del nuevo socio de Repsol en YPF se alinea con los postulados y el accionar energético e hidrocarburífero de Unasur (Declaración de Margarita – 2007), si estimula el nacimiento y fortalecimiento de Petrosur y Oppegasur, si además promueve o facilita el ingreso futuro de Petrosur (por ejemplo a través de Enarsa) a YPF en la Argentina (o en las filiales de Repsol en los países sudamericanos), entonces la aparición de Eskenazi en YPF podrá calificarse de favorable al interés nacional. Pero antes de emitir algún juicio de la operación, habrá que dejar andar al rengo para ver de qué lado cojea. Ahora bien, ¿cómo analizar esta cuestión desde una perspectiva puramente argentina? Si algo rescatable tuvo el pasado 43º Coloquio de IDEA, fue el de contribuir a definir y actualizar las bases de un programa energético nacional. Entre sus puntos más importantes destacamos: 1) mantener o aumentar el actual esquema de retenciones a las exportaciones de crudo (aumentando el de derivados hasta desalentar por completo sus exportaciones); 2) intimar a las empresas concesionarias a invertir en cuencas no productivas, bajo apercibimiento de dictar la caducidad de las concesiones (ley 17.319, artículos 87 a 89); 3) profundizar y consolidar el accionar de Enarsa; 4) desandar el proceso de provincialización, transformándolo en verdadero federalismo, y 5) afianzar el proceso de integración energética en Sudamérica.

¿Y Eskenazi? A la acción de oro que el Estado nacional aún retiene en YPF y que equivale a una banca en el directorio de la primera empresa productora de petróleo y gas del país, se le suma ahora la presencia de un supuesto aliado privado. No resulta disparatado, entonces, asumir que el flamante socio podría volcarse a favor de todos o algunos de los puntos mencionados, de donde llevar el número de pozos exploratorios totales, al menos a niveles similares a los implementados por la YPF estatal, resulta obligatorio. Hipótesis y deseos al margen, habrá que dejar andar al rengo para ver de qué lado cojea. El tiempo apremia, las reservas caen y Sudamérica unida precisa más que nunca de la autonomía energética de sus integrantes. ¿Por qué no adquirió Enarsa o una asociación con Pdvsa o Petrosur el paquete del 25 por ciento? ¿Se lanzará finalmente un plan exploratorio a imagen y semejanza de la YPF estatal? ¿Tomará Enarsa el restante 20 por ciento que pronto habrá de colocarse en la Bolsa? Si bien incógnitas quedan y son muchas, lo único cierto es que la Argentina ha dejado de ser negocio para Repsol. Mientras tanto, sólo nos resta dejar andar al rengo para ver de qué lado cojea, esperando lo haga (o en su defecto obligándolo a hacerlo), para la consagración de un modelo de desarrollo productivo socialmente justo.

* Director del Centro Latinoamericano de Investigaciones Científicas y Técnicas ([email protected]).



OPINION

¿La historia siempre se repite?

Por Félix Herrero *

El dicho de que “la historia se repite” es válido, como también cuando se agrega que se repite con los mismos errores. Este es el caso de la venta de acciones de YPF SA al grupo Eskenazi, calificada con el eufemístico neologismo de “argentinización”. Se trata de la venta parcial de YPF SA, que no afecta la conformación accionaria de la empresa matriz Repsol YPF SA, que seguirá teniendo el control de la filial local.

Es extraño que el grupo financiero que asesoró y colocó en las plazas internacionales del gran dinero (Nueva York, Luxemburgo, Suiza) los dólares obtenidos por la venta de las acciones de YPF de Santa Cruz no reconozca que se trata una operación de tipo financiero, que debería denominarse “reprivatización”. El grupo Eskenazi, principalmente de servicios y finanzas, repite la fórmula de privatización de YPF en 1992/93 y 1999. Al refrán popular de que la historia se repite podemos añadir la idea de Charles Darwin de que “la historia se repite, y ése es uno de los errores de la historia”.

El error lo sufre el país, con esta insistencia en el fracasado modelo privatista, que agota reservas, remesa utilidades al extranjero, y no invierte. Hoy como ayer, las acciones de YPF se compran con endeudamiento. En su momento, Repsol fue la petrolera más endeudada del mundo, pero el paso del tiempo, y los constantes beneficios netos que extraía de Argentina le permitieron pagar su deuda. Hoy, el grupo financiero Eskenazi repite la operación: se endeuda, esperando pagar la obligación con los beneficios que obtendrá de una actividad donde el barril llegó a valer 100 dólares. Si las cosas siguen así, en cinco años Eskenazi pagará la deuda que acaba de tomar.

El grupo financiero sólo pagó un 10 por ciento de la operación con capital propio. Del 90 por ciento adquirido a crédito, la mitad es un crédito del vendedor, y el otro 45 lo pusieron la financiera estadounidense Goldman Sachs, los bancos europeos Paribas y Credit Suisse, y el Itaú, primer banco privado de Brasil. Seguramente, en el crédito otorgado por Repsol a Eskenazi participará el banco Santander y La Caixa catalana.

Ante estos hechos es posible preguntarse: ¿Por qué no readquiere el Estado argentino lo que le fuera vendido como fruto de un saqueo, y que sigue provocando el desamor de los argentinos por lo español? ¿Por qué no nacionalizar utilizando la ley de expropiación, pagando ese 10 por ciento que puso Eskenazi? ¿Por qué no renacionalizar restando ganancias remitidas y el capital amortizado? ¿Por qué un país que tiene reservas monetarias por valor de 45.000 millones de dólares, lo que supera 3 veces el capital de YPF SA, valuado por el Citigroup, no actúa para recuperar lo perdido? ¿Por qué el Estado no toma créditos para comprar y desendeudarse luego con los beneficios, como hizo Repsol antes, y ahora repite Eskenazi?

Otra tema a considerar es por qué Repsol vende una participación minoritaria de su filial. Sin duda la operación le servirá para tener un socio local, como bien lo dijo el presidente de la petrolera, Antonio Brufau, al afirmar que “Petersen es el socio más idóneo por su experiencia en mercados regulados, por su estructura industrial y financiera, y por su conocimiento de la realidad argentina a lo largo de sus más de 85 años”. Esta afirmación incluye algunos eufemismos. Cuando se habla de “mercados regulados” en verdad se trata del mercado del petróleo “desregulado” desde el último trimestre de 1989; y cuando se menciona la experiencia a lo largo de 85 años debería recordarse que recién en 1981 Enrique Eskenazi se convirtió en el principal accionista de Petersen, Thiele & Cruz.

Sin embargo, los beneficios de Repsol son evidentes, además de su intención de aumentar su inversión en el Golfo de México (y tal vez en otros lugares): con esta operación tendrá un socio “local”, lo que le permitirá frenar las críticas que la ven como una aspiradora de la riqueza argentina. Aunque se mantenga y consolide la política privatista de los ’90. Por otra parte, una empresa protegida por el gobierno nacional posibilita obtener, en el futuro, beneficios fiscales (como modificar la resolución sobre las retenciones) y financieros (avales a préstamos para nuevas inversiones). Pero repetimos: ¿cómo explicar que sigan los negocios privados con bienes públicos, que la Nación debería gestionar como una inversión social y estratégica?

* Vicepresidente del Moreno.

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