EL PAíS › OPINIóN

¿Provocación a quién?

 Por Sandra Russo

Solamente merced al desmadre social, político e informativo de las últimas semanas se puede entender que hasta el lunes no una, sino muchas voces tildaran el acto de ayer como una “provocación”. Solamente en una coyuntura delirante se puede creer que después de 90 días de no saber si se puede circular libremente por la mayoría de las rutas argentinas, con canales de noticias emitiendo ininterrumpidamente imágenes de góndolas vacías por el desabastecimiento e interminables colas de vehículos en estaciones de servicio, se puede creer que un acto en defensa del gobierno elegido democráticamente hace siete meses puede ser una “provocación”. El acto no fue la provocación, ya sin comillas. La provocación fue y sigue siendo que un gobierno democrático, como ninguno hasta ahora, pretenda redelinear este país, en una escena de excepcional perspectiva de riqueza, para que el Estado pueda redirigir una parte de la renta en beneficio de aquellos que debe proteger prioritariamente cualquier Estado decente: los más débiles.

Es allí donde los admiradores de los Estados modernos se ponen medievales. O bananeros, que es lo mismo. Es allí donde quienes no se cansan de señalar los defectos de este gobierno, jamás se preguntan por la excelencia de la oposición. Por la calidad política de la oposición. Les alcanza con que se trate de oposición. Si se trata de criticar al Gobierno, que hoy es lo más cómodo y fácil, no se ahorran adjetivos ni centímetros del pecho: lo sacan, como si fuera valiente repetir argumentos trillados, capaces de encarnar en golpes de cacerolas.

Están diciendo ahora mismo, por televisión, que todavía la plaza no se ha desconcentrado y que todavía “hay temor entre la gente”. ¿Qué gente? ¿Y cuál es el temor, si ayer sólo se concentró la gente que quería verse las caras, porque ante tanto vacío de contenidos por parte de los grandes medios, se sentía sola, angustiada, desconcertada en sus expectativas y necesitada de expresarse? ¿En qué se basan para reivindicar el derecho a la renta a cualquier costo y para adjetivar como “provocación” un acto de apoyo al gobierno democrático, con una lógica mayoría peronista?

Si de lo que se trata es de agregarle democracia a la democracia, y parece que es el único camino moralmente transitable, también habría que agregar más democracia en las relaciones entre todos. Cuando sube la estatura del adversario, es porque también sube la propia. Hay una larga lista de reproches que hacerle a este gobierno, que ni siquiera insinuaré porque no tengo que estar posando de equidistante. Pero la invitación está hecha, y por esa sola invitación merece ser defendido. El gobierno democrático nos devolvió la política en su término grave, en su amplitud más ancha. Es un gobierno peronista, claro, y trae consigo sus bombos metafísicos y sus tristes fantasmas. Pero ey, amigo, no somos holandeses. En la Argentina hay peronismo, y al menos hasta que no haya otra fuerza capaz de desandarlo, los matices deberán postergarse en beneficio de los grandes consensos.

En esa dimensión amplia de la política es donde la oposición debería hacer eje, si de verdad aspira a otra cosa, y tiene otras alternativas, y buenos argumentos para defenderlas. Estaría muy bien que de nuevo vuelva a haber partidos políticos con lealtades y solidaridades transparentes, en lugar de este embrollo de dirigentes que saltan de agrupación en agrupación y de silla cuando ven una vacía. Estaría muy bien que de esta crisis, que padecemos pero de la que también estamos obligados a aprender cosas, nos brotaran tanto mejores funcionarios como mejores opositores.

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