EL PAíS

En el Magreb

- Mejor caminar: Quien se queje del tránsito endemoniado de Buenos Aires, después de andar por Argel debe agradecer. Los autos, en la calle, por largo rato no se mueven y cada tanto avanzan algo. En las autopistas las cosas mejoran, pero no siempre se puede ir por autopista. Lo cierto es que salir del hotel donde se alojan los periodistas argentinos para hacer una nota siempre los pone en el riesgo de no llegar a tiempo para luego escribirla. Ayer regresar desde el Palacio Presidencial al hotel, a no más de 10 kilómetros, insumió más de dos horas.

- La foto irresistible: Los soldados de la guardia presidencial argelina tienen un uniforme tan llamativo que todos los integrantes de la comitiva argentina quisieron sacarse una foto parados a su lado, desde periodistas hasta funcionarios. Con su pantalón verde, su casaca roja con cordones amarillos, su capa y turbante blancos y su sable corvo, ellos no tienen más remedio que aceptar la pose, pero siempre aparecen impertérritos y hasta un poquito molestos por la situación.

- Apuntar para otro lado: En el tema fotográfico hay algo que los argentinos en Argel aprendieron rápidamente, por su salud. No se les puede sacar fotos a las mujeres ni a los edificios públicos. Cada integrante de la comitiva que tuvo la oportunidad, uno a uno, contó casi la misma anécdota. Si la cámara apuntaba a un edificio público (y la “oficialidad” del edificio con inscripciones en árabe es imposible de adivinar), inmediatamente aparecía un policía a los gritos obligando a borrar la foto. Lo mismo ocurría cuando la fotografiada era una mujer. Aquí los gritos eran del marido o de ellas mismas.

- Exceso de seguridad: Como aquí operan grupos opositores que suelen realizar acciones violentas, las medidas de seguridad sobre la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en su paso por Argel fueron extremas. No sólo por el lugar inexpugnable donde estuvo alojada ni por el incalculable número de guardias que la custodiaron. La mayor fortaleza de la vigilancia se dio en los traslados. Las calles por donde pasó se cortaron con cordones de policías separados por pocos metros y la velocidad de los autos de la comitiva fue inusualmente alta.

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