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Lo que no hizo Puiggrós

Por Arturo Lafalla *

El 9 de enero la ex secretaria del gobierno de De la Rúa Adriana Puiggrós, con absoluto desparpajo y en el marco de una campaña de autopromoción para volver como secretaria de Ciencia y Tecnología, reflexiona sobre qué debería hacer el gobierno de Duhalde, sin antes rendir cuentas de qué cosas ella hizo (más bien qué cosas no hizo) para el desarrollo científico y tecnológico nacional. Hablar sobre que las universidades tienen pendiente una reforma desde hace treinta años, omitiendo las transformaciones que las mismas vienen realizando no sólo desde la recuperación de la democracia en 1983 sino fundamentalmente a partir de mediados de la década pasada, es considerarse el ombligo del pensamiento crítico y falsear la realidad. Para conocimiento de la ex funcionaria aliancista, la mayoría de las universidades están inmersas en un profundo cambio estructural. Ello explica que el número de docentes que investigan se haya duplicado, que las universidades ganen aproximadamente el 40 por ciento de los concursos de proyectos de investigación y desarrollo del Foncyt, que se estén acortando las carreras de grado, que amplíen y mejoren la formación de posgrado y que el 70 por ciento de los programas de posgrado hayan sido acreditados por la Coneau previa evaluación de su calidad.
Es verdad que se registra una menor velocidad de los vientos de cambio, pero ello ha sido provocado por el desfinanciamiento de los últimos dos años, el cierre del Fondo para el Mejoramiento de la Calidad, el retraso en el pago de los incentivos a los docentes investigadores y la quita salarial. En fin, por la ausencia de políticas públicas que incentiven el cambio.
Por su parte, la gestión de Puiggrós no registra ni un logro destacable. Más aún, durante estos dos últimos años se intentó transferir a los investigadores del Conicet a las universidades (por suerte sin éxito), la convocatoria de proyectos del Foncyt se retrasó un año, también intentó sin éxito promover cuatro programas estratégicos sin consulta previa a la comunidad científica-tecnológico, seleccionando a dedo los ejecutores (sin concurso público) y destinando los pocos recursos disponibles de la Agencia, y subejecutó el Programa con el BID que se firmara en 1999.
Adriana Puiggrós debería llamarse a silencio, para reflexionar sobre el fracaso de su gestión y no intentar cambiar la historia hablando como si en el último tiempo en vez de funcionaria hubiera sido una académica que desde un observatorio analítico mirara una realidad ajena. Haciendo una analogía es como si Graciela Fernández Meijide ahora nos diera cátedra sobre política social.

* Escrita con Carlos Debandi, Rodolfo Ugalde, Juan Carlos Del Bello y Marcelo Daelli.

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