EL PAíS › LAVAGNA CON ECONOMISTAS AFINES

Tormenta de ideas con los amigos

Este año la economía crecerá un 7 por ciento, pero el próximo el crecimiento rondaría entre el 4 y el 5 por ciento, a menos que se siguieran adoptando medidas prorreactivación. Contra la opinión de los economistas ortodoxos, todavía hay espacio para continuar expandiendo el consumo mediante políticas de ingresos como las que anunció Lavagna la semana pasada. El Banco Central debe dar señales más claras de que no dejará caer el dólar en el futuro, además de flexibilizar las calificaciones a los deudores para facilitar la vuelta del crédito. Esas son algunas de las conclusiones que se escucharon en la reunión que mantuvo ayer Roberto Lavagna con un selecto grupo de 15 economistas afines a la política oficial. Entusiasmado con el encuentro, el ministro prometió una nueva reunión, de la cual –dijo– el presidente Kirchner estaría muy interesado en participar.
Convocados en el quinto piso del Ministerio de Economía, la “tormenta de ideas” entre los economistas que apoyan la actual política económica y Lavagna comenzó a las 10 de la mañana y se extendió durante casi dos horas. Acudieron a la cita Pablo Gerchunoff, Arnaldo Bocco (presidente del BICE), Miguel Angel Bein (ex secretario de Programación Económica de Machinea), Ricardo Delgado (miembro de Ecolatina, la consultora fundada por Lavagna), Aldo Ferrer, Débora Giorgi (ex secretaria de Industria de la Alianza), Eduardo Curia, Miguel Peirano, Roberto Frenkel, Héctor Valle, Bernardo Kosacoff, actual titular de Cepal Argentina, y Roberto Feletti, presidente del Banco Ciudad. El anfitrión estuvo acompañado por el subsecretario de Pymes, Federico Poli, y la presidenta del Banco Nación, Felisa Miceli.
Tres temas sirvieron de eje de casi todas las discusiones: las críticas al Banco Central; la preocupación por la apreciación del tipo de cambio real y la posibilidad de seguir creciendo sobre la base del consumo, en contra de la opinión de los economistas más ortodoxos.
Lavagna habló de la que considera será “la próxima batalla” a librar con “los economistas que están de lado de los acreedores”. Sin mencionarlos, el ministro está convencido de que un grupo de economistas del Cema, Fiel y la cavallista Fundación Mediterránea juegan hoy en el equipo de los acreedores, al reclamar al Gobierno una menor quita en los pagos de la deuda y un mayor superávit fiscal para los próximos años.
Ayer, Lavagna volvió sobre el punto. Así, anticipó que, en las próximas semanas, el planteo de los acreedores y de sus “asesores argentinos” será que el Estado argentino tendría margen para realizar mayores pagos de deuda en dólares, aun aceptando un superávit fiscal del 3 por ciento del PBI para los próximos tres años. Según el ministro, estos colegas no sólo no ven la apreciación del tipo de cambio real como una mala señal, sino todo lo contrario: quieren un peso fuerte, ya que de esa manera el Gobierno podría efectuar mayores pagos en dólares al exterior con el mismo superávit fiscal en pesos.
Sin embargo, Lavagna se comprometió a no dejar caer el tipo de cambio real (el tipo de cambio nominal descontada la inflación) por debajo de una banda que oscilaría entre 1,40 y 1,65. El dato no es trivial, porque en la carta de intención firmada con el Fondo, el equipo económico habría dicho que el dólar real podría variar entre un piso de 1,1 y un techo de 1,80.
Para Gerchunoff y Giorgi, el nivel actual del tipo de cambio real rondaría entre 1,40 y 1,50, según los índices de precios que se tomen para calcularlo. “Este nivel alcanza para exportar, pero no se puede dejar que caiga más”, fue el comentario unánime de los presentes. Más aún, Curia desplegó un análisis muy elogiado por el propio ministro sobre los peligros que conllevaría una mayor pérdida de competitividad de la producción local en el futuro.
Los primeros palos a Alfonso Prat Gay llegaron junto con el debate sobre el tipo de cambio. Para el “dream team” lavagnista el titular del Banco Central no está dando señales inequívocas de que el dólar se mantendrá en un nivel “competitivo”.
También hubo críticas al programa de emisión monetaria siguiendo metas de inflación. Según los consultores, en Argentina el Central debería mirar otras variables a la hora de imprimir dinero, como el tipo de cambio y el nivel de actividad. De otro modo: no debería atarse de manos y contribuir a la reactivación con la política monetaria.
Frenkel incluso deslizó un reproche personal al ex ejecutivo del JP Morgan. Para el director del Banco Provincia, el cuestionamiento de Prat Gay al deseo de Kirchner de mantener el dólar a 3 pesos fue absurdo, porque ni siquiera el titular del Central cuenta con algún fundamento teórico para justificar un dólar en los niveles actuales.
Prat Gay también fue blanco de los disparos cuando se discutió sobre las causas de la falta de crédito. Los que hablaron sobre el tema destacaron la necesidad de que el Central flexibilice las llamadas “normas prudenciales” de los bancos: es decir, las calificaciones de riesgo que se imponen a las empresas endeudadas y a los potenciales tomadores de préstamos.
Finalmente, el debate giró en torno a cuál sería en el futuro el motor del crecimiento. El tema enfrenta a Lavagna con la tropa de los economistas ultraliberales, que criticaron en duros términos las medidas proconsumo anunciadas por el ministro la semana pasada. Para los consultores de la city, la mejora de salarios por decreto o el aumento de las jubilaciones no hace más que elevar el riesgo país y desalentar las inversiones privados.
Sin embargo, ayer Lavagna recibió un respaldo absoluto a esa política de promover el consumo. Para economistas más heterodoxos, no hay que temer al “discurso neoliberal” –así se lo mencionó– que amenaza con escenarios sombríos para la inversión, y, por el contrario, es un buen momento para poner en primer plano la discusión sobre cómo mejorar la distribución del ingreso. Según se explicó en el meeting, todavía hay un largo trecho para recomponer ingresos y alentar el consumo, sin peligro inflacionario y sin restricciones a la vista por el lado de la oferta de trabajo y de divisas.
Lavagna dijo que, según la última encuesta de hogares de octubre, desde la devaluación se habrían creado 1,5 millón de empleos, sin contar los planes Jefes de Hogar. Fue el broche de oro que utilizó para confirmar que la política económica rumbea por el buen camino. Como en una reunión de amigos, todos aplaudieron.

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