EL PAíS › ANNE KRUEGER, TITULAR INTERINA. UN CAMBIO MUY POCO ALENTADOR

Camino con obstáculos y además a oscuras

 Por David Cufré

Si el camino para llegar a un acuerdo con el FMI estaba lleno de obstáculos, la designación de Anne Krueger al frente del organismo es como si alguien hubiera apagado la luz. Ahora, encima, habrá que andar a tientas. Horst Köhler se había convertido en un interlocutor dueño de cualidades de las que Krueger carece por completo. Mal que mal, el ahora candidato a presidente alemán hacía algún esfuerzo por tener una mejor comprensión de la realidad política argentina y se permitía cierta flexibilidad en la negociación. No es que fuera ninguna maravilla, pero en comparación con lo que viene, el Gobierno lo va a extrañar. Roberto Lavagna, de hecho, le envió una carta de despedida.
La especialización de Krueger siempre fue el comercio internacional. Sus mayores esfuerzos teóricos estuvieron orientados a demostrar cómo el proteccionismo es equivalente a corrupción. Y desde su perspectiva, el mundo subdesarrollado del que Argentina forma parte es sinónimo de proteccionismo.
Köhler siempre tuvo más roce político que Krueger, quien se jacta de haber pasado la mayor parte de su vida en los laboratorios de la academia. Es desde ese lugar, del convencimiento de sus ideas, que cada dos por tres se despacha con algún exabrupto. Son varios los cruces públicos que la dama de hierro mantuvo con funcionarios argentinos. El último fue a principios de febrero, cuando volvió a reprochar la falta de disciplina fiscal de las provincias y reclamó un mayor superávit al gobierno nacional.
Frente a la revisión de las metas del acuerdo con Argentina, sin embargo, tanto Köhler como Krueger recomiendan al directorio que dé por aprobada la auditoría. La diferencia es que en la reunión de anteayer del board, Köhler hizo una larga exposición en favor de la aprobación, mientras Krueger guardó silencio las tres horas. En este momento que el Gobierno está esperando alguna señal de Washington para decidir si el martes cubre o no el vencimiento de 3100 millones, que no esté el alemán es una desventaja. La evaluación que hacían ayer en Economía es que resulta más improbable que Krueger se ponga en movimiento para inclinar, en lo que pueda, la balanza en favor de Argentina.
Uno de los argumentos preferidos de Lavagna en el último tiempo es que el FMI fue el que cambió las reglas de juego. Si ya no hay más paquetes de rescate a los tenedores de bonos en default es por la imposición del principio del “riesgo moral”. La nueva idea es que el que fue al casino y perdió, no tiene por qué esperar que los organismos internacionales les devuelvan la plata. Krueger es una de las más fervientes defensoras de esa concepción. En ese punto coincide con sectores de la derecha republicana que ven al FMI como un organismo que despilfarra los impuestos de los estadounidenses. Los países subdesarrollados, afirman, tienen que adoptar una férrea disciplina fiscal.
Pero Krueger discrepa con que haya que cerrar el FMI, como quieren otros en Wall Street. Estos últimos son los que están presionando para forzar a la Argentina al default con el Fondo, para complicar al mismo tiempo la situación del organismo. Ese fue el sentido del furibundo editorial de anteayer del diario The Wall Street Journal.
Krueger apoya el “riesgo moral”, pero también considera que el gobierno argentino tiene que aumentar su superávit fiscal para pagarles más a los acreedores. La pregunta que se hacían ayer en el Palacio de Hacienda es si para la próxima revisión de las metas, que tendrá lugar en junio, la directora gerente seguirá en el cargo –que asume de manera interina– o si ya habrán nombrado a alguien más. En su momento, el proceso de designación de Köhler llevó cuatro meses.
Por un acuerdo no escrito, Estados Unidos designa al presidente del Banco Mundial y los países europeos nombran al titular del FMI. Los primeros candidatos son Andrew Crockett y Jean Lemierre. El primero –de Inglaterra, país que está votando contra Argentina en el directorio delFMI– fue uno de los “notables” que vino en 2002, cuando el Fondo y la Argentina no podían destrabar su pelea. Actualmente es presidente de JP Morgan. Lemierre –francés– es presidente del Banco Europeo para la Reconstrucción, una suerte de BID para Europa del Este. Es el mismo banco del que, en su momento, Köhler saltó a la jefatura del FMI.

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