ESPECTáCULOS

“Lo que nos importa es tocar la mayor cantidad de música posible”

El notable trío neoyorquino Medeski, Martin & Wood visita por segunda vez Buenos Aires, donde repasará canciones de sus trece discos.

 Por Roque Casciero

En los años 80, en el centro de Manhattan se gestó una escena pequeña pero efervescente formada por artistas que se negaban a aceptar las ataduras de los géneros. Marc Ribot, Arto Lindsay y John Zorn fueron algunos de los músicos que, con el tiempo, trascendieron fuera de un limitado circuito de bares del Downtown neoyorquino. En esa atmósfera donde la improvisación abrió los canales de la comunicación musical entre los participantes y el público se gestó Medeski, Martin & Wood, un trío con aparente formación jazzera, pero que escondía una sorprendente energía rockera, un groove propio del funk y una irreductible voluntad de investigar nuevos paisajes sonoros. El órgano Hammond de John Medeski, la batería de Billy Martin y el bajo de Chris Wood han generado ya trece álbumes e innumerable cantidad de participaciones en trabajos de otros artistas, desde la cantante peruana Susana Baca hasta el padrino del punk Iggy Pop. “Como trío o en nuestros proyectos paralelos, lo único que nos importa es tocar la mayor cantidad de música posible, sin ataduras”, asegura Medeski en comunicación telefónica con Página/12.
En estos días, MMW hizo un alto en la grabación de su próximo disco para una gira sudamericana que los trae por segunda vez a Buenos Aires: tocan este domingo en el Gran Rex. “Como estamos grabando, seguramente tocaremos mucha música nueva”, adelanta el tecladista. “No somos una banda pop que cuando presenta un disco toca esas canciones y listo, sino que tocamos cosas de todos los discos que grabamos de acuerdo al ánimo que tengamos. De última, no importa qué canciones toquemos, sino qué hace falta para llevar la música al lugar al que queremos. Esto es, a la frescura, a la excitación. Por eso es difícil predecir qué va a pasar cada noche.”
–El productor de su próximo disco es John King, uno de los Dust Brothers. ¿Por qué lo eligieron a alguien que trabajó con Beck y los Beastie Boys?
–Como veníamos trabajando con amigos, sentimos que debíamos dar un paso más y tratar de conseguir otro productor, para tener una nueva perspectiva de lo que hacemos y para que nos ayude a explorar, especialmente en términos de grabación. Pero no podíamos imaginarnos a nadie que fuera el adecuado. Pensamos en algunos pero eran inalcanzables, porque no somos lo suficientemente famosos: esos grandes productores ni siquiera iban a contestarnos el teléfono. Pero entonces alguien mencionó a John King Brothers y lo llamamos. Nos encontramos y descubrimos que su forma de hacer discos es muy parecida a la nuestra, aunque tiene una perspectiva completamente distinta porque viene de otro mundo. De todos modos, ese mundo tiene una relación con el nuestro, porque tiene influencias del hip hop y de música muy funky.
–¿Qué camino tomó el disco con él?
–Los últimos dos habían sido más de texturas, en éste nos orientamos más a las canciones. Cuando las toquemos en vivo habrá mucho para explorar. Aunque es algo nuevo, me recuerda a lo que hicimos en Shack-Man.
–¿Cómo fue grabar aquel disco en una choza en Hawaii?
–Fue muy duro, hubo muchos desafíos, pero valió la pena. Cuando tocábamos ahí existía cierta vibración que no encontramos en ningún otro lado, por eso era bueno hacer el disco ahí. Cuando escucho el disco realmente suena dentro de la choza, lo cual es grandioso. Además, lo hicimos en ocho canales, lo que fue un desafío extra, especialmente en una época en la que se graba en cientos de canales y con el Pro Tools. Nosotros teníamos dieciséis canales, pero el primer día se nos murieron ocho, así que seguimos adelante con lo que teníamos. Y funcionó.
–Ustedes cambian bastante la temática musical de un disco al otro. ¿Se mueven por una suerte de reacción?
–Sólo sucede. Para ser honesto, sin siquiera hablarlo, los tres sabemos que no tiene sentido hacer de nuevo el mismo disco. Hoy en día hay tantas grabaciones en vivo nuestras dando vueltas por internet que no tiene sentido grabar así. Entonces, sentimos que tenemos que usar el estudio para producir discos que sean muy diferentes a los shows. Y en nuestra naturaleza está el seguir creciendo. Además, pasa mucho tiempo entre un disco y otro, así que cambiamos mucho cuando tenemos que hacer el siguiente. Y supongo que el día que eso no sea así dejaremos de tocar juntos.
–En sus discos han invitado a guitarristas, DJs y orquestas. ¿En algún momento se sintieron limitados por la formación de trío?
–No se trata de eso, porque existe un mundo infinito que podemos explorar como trío. Creo que hay un malentendido por el hecho de que nuestra música puede ser poderosa, y tiene costados rockeros y funkies. Por eso, a veces se olvida que en varios sentidos nosotros salimos del trío de piano jazzero. En general, los tríos jazzeros son más sutiles e íntimos que una big band. Cuando tocamos en vivo nos metemos en un lenguaje íntimo. Pero cuando hacemos discos, al gustarnos tanta música y tener contacto con tantos grandes músicos, a veces nos decimos: “Traigamos a tal para que toque acá”. Pero es la misma música la que nos lo indica. Por ejemplo, sabíamos que DJ Olive le iba a aportar a lo que hacemos una textura distinta, otra dimensión. Pero es más difícil que podamos encontrar a alguien que encaje con nosotros para tocar en vivo. A veces vienen guitarristas que nos dicen: “Uh, yo debería tocar con ustedes”. Y cuando lo intentamos, muy pocas veces funciona. Esa es una de las razones por las que tocamos con DJs. Si se lo piensa, en este momento la mayoría de los DJs están acostumbrados a hacer performances solos, por lo que crean toda la música. Entonces tienen la capacidad de entender la composición, la orquestación y los arreglos. Es la naturaleza de su arte. Nos damos cuenta de cuándo estamos con un buen DJ porque puede agregarle algo a la música en lugar de estar interesado en tocar arriba o hacer un solo. A mí me gusta escuchar a un tipo que toca de un modo increíble, pero el arte verdadero está en agregar eso que la canción necesita.

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En Medeski, Martin & Wood conviven el jazz, el funk y el rock.
 
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