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Alberto Fernández le bajó el calibre a la actual disputa con el Fondo Monetario. “Son momentos de tensión propia de toda negociación”, dijo el jefe de Gabinete, que ratificó “la vocación negociadora y de buscar puntos de acuerdo absolutamente persistente” del Gobierno. Pero a la vez subrayó “una firme convicción sobre lo que entendemos son los límites de nuestra negociación: no podemos comprometer a la Argentina en más de lo que pensamos que se puede”. Para el jefe de ministros, “la mayor deuda pendiente que tenemos es con la pobreza”.
El canciller Rafael Bielsa le dio todavía una vuelta más de tuerca a la política de gestos amables hacia el poder económico desarrollada ayer por el Gobierno. Al hablar en el encuentro del Consejo de las Américas, le reconoció a Estados Unidos “un papel determinante en el marco de las negociaciones con el Fondo” y expresó su confianza en que “la actual coyuntura sea percibida con la misma comprensión por nuestros amigos”.
Fernández expuso en el mismo encuentro que, más allá de la reducción que registraron en los últimos años los índices de pobreza e indigencia en el país, esos temas constituyen “la mayor deuda pendiente que tenemos; por más que hayamos bajado los índices, queda mucho por hacer”. El jefe de Gabinete interpretó la realización del seminario del Consejo de las Américas en Argentina como “una muestra de confianza”, un indicador de que la dilatación de la aprobación del Fondo a la tercera revisión haya ahuyentado a los inversores.
Con respecto a la situación económica interna, Fernández destacó que “para este año los pronósticos de crecimiento más pesimistas hablan de un 5 por ciento y del 8 por ciento los más optimistas”, lo que a su criterio demuestra que “aquellos que hablaron de un veranito económico se equivocaron, porque el crecimiento es sostenido”.