EL PAíS › EL MINISTRO RECOGIO HALAGOS DE LOS EMPRESARIOS

Agradecidos por tanta mesura

 Por C. C.
Desde Mar del Plata

“Habilidoso”, “con destreza política”, “muy diplomático”, fueron algunos de los halagos que prodigaron al ministro de Economía los empresarios que ayer se dieron el gusto de aplaudirlo más de una vez. Frente a los embates presidenciales, el ministro es un interlocutor amable aunque, tal como lo hizo ayer, defienda la posibilidad de “hacer política económica” con medidas que a veces generan molestias, entre ellas la suba de reintegros a algunas exportaciones.
No hay dudas de que Roberto Lavagna disertó en un auditorio amigable. Pablo Devoto, presidente de Nestlé Argentina, reconoció ante Página/12 con todas las letras que el ministro le gusta tanto como su continuidad en el cargo. Lo propio hizo Enrique Pescarmona, aunque con la salvedad expresa de que le simpatiza tanto como el Presidente. “Estuvo muy diplomático. Hizo lo que tenía que hacer: bajar el nivel de controversia que se generó por nada”, celebraba ayer Juan Manuel Forn, de Molinos, quien horas antes eludía hacer declaraciones para no enrarecer más el clima descompuesto que se generó entre el Gobierno y el empresariado después de los públicos cuestionamientos de Néstor Kirchner a Alfredo Coto y otros empresarios que pronosticaron una inflación alta para el año próximo.
Lo paradójico es que esta singular confrontación estalla junto cuando los hombres de empresa tienen un buen juicio no sólo acerca de cómo se manejó la economía, sino sobre las expectativas de evolución futura. Según las encuestas que se difundieron aquí, una alta proporción de empresas prevé invertir y tomar personal, alentada por el aumento de las ventas. Para los exportadores, la única condición es un tipo que no baje de los 2,70.
Por la mañana, muchos descontaban que el titular del Palacio de Hacienda vendría. Entre otras razones, porque lo reconocen como un funcionario “con criterio propio”, capaz de resistir presiones. Según recordaba ayer el presidente de una importante empresa de telecomunicaciones, Lavagna mostró su presunta pericia para defender ideas propias en más de una ocasión, aunque con distinto grado de éxito. Entre ellas, cuando por diferencias de criterio con Julio De Vido quiso dejar en manos exclusivas de éste el manejo de la UniRen, cuerpo técnico encargado de renegociar los contratos con las privatizadas. Finalmente, este desligue no pudo concretarse por oposición del jefe de la Rosada.
¿Si un gobierno no facilita el diálogo con las empresas, no desalienta la inversión?, es la pregunta que le hizo llegar ayer un empresario, aunque aclarando expresamente que no estaba aludiendo a la conducta del Presidente. Fue la única vez en la que Lavagna hizo un silencio largo para pensar con más cautela la respuesta. “Cuidado con los slogans. Cuando se habla de falta de seguridad jurídica, ¿de qué se habla? Cuando un gobierno mueve un reintegro, no vulnera un contrato, sino que hace política económica. Lo mismo que (Alan) Greenspan, cuando mueve la tasa de interés de los Estados Unidos.” Fue casi la única afrenta a la tribuna patronal, proclive a condicionar inversiones si no hay “claridad en las reglas de juego”.
Más contundente fue la advertencia al sindicalismo. “Hay métodos y métodos”, advirtió el ministro en alusión a las protestas sindicales, aunque en ningún momento mencionó ni la palabra medida de fuerza ni el nombre de ningún dirigente que pudiera encabezar esa protesta. Al hablar de inflación, señaló como uno de los riesgos a la puja por la distribución del ingreso que, “si se da en el Estado, puede comprometer el superávit fiscal”, en referencia a los pedidos de aumentos salariales de los estatales.

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