ESPECTáCULOS › ANTONIO TORMO SERA HOMENAJEADO EN EL CONGRESO

“Fui vocero de los cabecitas”

“El cantor de las cosas nuestras” brilló durante el primer peronismo y luego fue censurado. Está a punto de cumplir 90 años.

 Por Cristian Vitale

En 1955, cuando la autodenominada Revolución Libertadora asumió el poder, improvisó una larga lista negra. Incluyó en ella peronistas intelectuales, dirigentes políticos, sindicalistas, militares no liberales y artistas populares. Un grupo importante de hombres a los que unió un mismo estigma: eran los depuestos. Antonio Tormo, que no era un peronista genuino pero representaba muchos de sus ideales, estaba entre ellos. Pagó muy caro haber sido el portavoz de los cabecitas negras, esa otra Argentina que emergía. “Lo vi a Perón una sola vez, sabe, fue en un recital en el Luna Park. El me pidió una canción; canté ‘La jota cordobesa’ y Perón acompañó desde la platea. Nunca más. No necesitaba tener amistad con ningún político, ni siquiera tengo fotos con ellos”, reseña Tormo, a punto de cumplir 90 años.
Es inevitable pintar esa época para explicar a Tormo, el hombre que más discos vendió en la historia de la música argentina. De “El rancho ‘e la Cambicha”, sin dudas su canción más popular, se vendieron 5 millones de copias –no 3.600.000 como liquidó la compañía– desde que se editó en 1950. Y fue la obra clave, tal vez junto a “La canción del linyera” para entender el sentimiento de aquella nueva Argentina que había llegado a Buenos Aires seducida por el proceso de industrialización de la década del 40. Pero el papel clave de Tormo en la cultura de masas no se resume a la simple estadística, que también incluye un total de 250 canciones grabadas más sus respectivas versiones, sino también su carácter de “cantor de las cosas nuestras” que tan bien definió Armando Tejada Gómez. Son causas suficientes para ameritar el homenaje que brindarán la Casa de Mendoza y la Cámara de Diputados el próximo jueves, un día después de su cumpleaños, en el Congreso de la Nación, donde Tormo se presentará con Jorge Marziali, Pocho Sosa y María Eva Duarte.
Aquel “inventor del folklore de masas” –Tejada Gómez dixit– había nacido en Maipú, Mendoza, el 18 de setiembre de 1913. No llegó a conocer a su padre, un inmigrante valenciano que murió de tifus tres meses antes del nacimiento de Tormo, y se recibió muy joven de tonelero profesional, oficio que le permitió ganarse la vida en varias bodegas cuyanas. “Pasó por su vida artística sin darse cuenta. Sigue siendo un tonelero. Si ahora ve un carro y un caballo sale volando porque ésa es su vida. Tiene una forma particular de ver las cosas”, comenta su segunda mujer, Teresa.
La carrera artística de Tormo comenzó mediando la década del 30 con La Tropilla de Huanchi Pampa, un conjunto de folklore que compartía con Diego Canale, Remberto Narváez, José Báez y José Castorina. Con ellos llegó a la Capital en un camión de vino para actuar en “El Fogón de los Arrieros”, un programa de Radio El Mundo. En Mendoza, cada vez que retornaba allí mediando los ‘40, su público rompía los vidrios de Radio Aconcagua para verlo cantar. “En la época de Perón toda la gente comía y trabajaba. Yo me transformé en el vocero del cabecita; del chico provinciano que venía a Buenos Aires a trabajar; pero la primera vez que canté políticamente lo hice para los radicales. Me contrató Suárez Lastra”, recuerda Tormo y prosigue Teresa: “Por eso, lo que prohíben los militares del ‘55 no es a él en sí sino a su público. Inclusive, es lícito recordar que también lo quisieron censurar durante el gobierno de Perón”.
La anécdota que refiere su mujer tiene que ver con “La limosna”, otro de sus éxitos. La letra decía “En la puerta de un convento, un pobre niño mendigaba; tengo hambre, tengo frío; tenga usted de mí piedad”, y motivó un llamado personal de Juan Duarte, el hermano de Evita, para “aconsejarle” a Tormo que quitara esa canción del repertorio porque en esa Argentina todos eran felices. “Una vez, Saúl Ubaldini me contó que en realidad a Tormo lo acusaban de comunista más que de peronista. Y es así, porque cantaba canciones como por ejemplo ‘Mis harapos’, cuya letra la habían compuesto dos autores anarquistas u otras escritas por gente deizquierda. Yo conservo recortes de las solicitadas que Antonio sacaba en los diarios diciendo que no era comunista. Era muy popular, pero navegaba en el medio de todas las corrientes”, subraya Teresa.
Lo cierto es que, pese a la inmensa popularidad que tuvo en aquellos años, el golpe del ‘55 fue letal para él. Quisieron rescatarlo del ostracismo cuando asumió Arturo Frondizi en 1958 –Suárez Lastra lo eximió de las listas negras–, pero canciones como “El jarillero”, “Puentecito de mi río”, “Amémonos”, íntimamente relacionada con la figura de Evita o “Mama Vieja”, jamás pudieron volver a instalarse como antes en los magullados sectores bajos. No ocurrió lo mismo en Colombia, por ejemplo, donde primero “Cuando no me quieras” y luego “Ocultame esos ojos” se transformaron en éxitos populares. “Cuando Soledad fue a grabar a Centroamérica dijo que no tenía referentes. Es mentira. Tormo fue primer vendedor en Colombia durante muchos años”, revalida Teresa.
Con el retorno a la democracia, en 1983, la obra de Tormo fue finalmente reconocida. Aunque su público pertenece al pasado, le hicieron 14 homenajes –el del jueves será el decimoquinto–, León Gieco lo llevó a sus estudios para grabar 20 y 20 –el apodo que se había ganado porque su gente gastaba 20 pa’l vino y 20 pa’ Tormo– y grupos de rock como Los Caballeros de la Quema y sus comprovincianos de Karamelo Santo –que participarán del agasajo– reconocieron en él a un grande de la cultura popular argentina. Tormo, sin embargo, no acusa recibo de tal notoriedad. Pasa su vida riendo, tarareando viejos temas y añorando los toneles cuyanos. Para él, Mercedes Sosa no se llama así, sino Gladis Osorio, “la pequeña que me venía a cantar al comedor de Mendoza cuando yo era famoso”, recuerda. Si Tormo estuviese vigente, “Mis harapos” seguramente sería un himno de los piqueteros.

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En los años '40 y' 50 Tormo llegó a vender millones de discos.
En los últimos tiempos, Gieco encabezó la movida para reivindicarlo..
 
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